CUERPO: RUPTURA, DECONSTRUCCIÓN Y RECONSTRUCCIÓN DEL SER

La felicidad es inexistente, es producto del engaño del progreso, el amor no existe, es fantasía, la vida es cruda, envuelta en las telas de optimismo utópico, la vida, es la metáfora de cambiar de piel como lo hacen las serpientes, lenta y dolorosamente, una y otra vez, es callar y hacer callar al cuerpo con mentiras y falacias, ahogarlo en crisis, sacudirlo y destruirlo para luego inmacularlo y ponerlo en el plano de lo sagrado, es transpirar la animalidad humana en acciones cotidianas como cogerte a tu mejor amigo, es someter al otro con un te amo, es adueñarse de otro cuerpo ajustándolo a los propios deseos y a los propios instintos, es violentar a los cuerpos pequeños ordenándolos y ajustándolos en un uniforme escolar, es el camino cruel, doloroso, pestilente y cansado de la vida que no conduce a otro lugar que no sea la muerte.

Las palabras anteriores, comenzaban a generar crisis en muchos de nosotros, sin duda la crisis va fuertemente ligada al cambio, es el vehículo mediante el cual, generamos cambios relevantes, incluso aquellos que no se tenían contemplados en el plano se la razón misma, implicaban un mar de emociones que no entenderíamos hasta culminar con el acontecer del cuerpo, al iniciar éste módulo, había expectativas en el aire, y más que expectativas, había cierto tinte de pánico, terror, miedo, de angustia, pero también de emoción, de sorpresa, de alegría , de novedad, de romper esquemas, barreras; hablar del cuerpo no es tarea sencilla, y menos aún, permitir que el cuerpo hable, que sea, que acontezca, darnos la oportunidad de “escucharlo” y dejar que se escuche, con el lenguaje que sólo los cuerpos pueden manejar, no es el mismo para todos, pero , sin duda, los cuerpos se entienden, por que ese lenguaje no es otro más que la proyección de lo que somos en realidad, de nuestra esencia, en ocasiones aromática, en ocasiones pestilente, pero al fin, esencia, nuestra esencia, el cuerpo que trascenderá con el acontecer de lo que se lleva dentro .

Hablar del cuerpo es tarea difícil, si empezamos por entender que el cuerpo, no es algo de lo que se pueda hablar, ya que, al querer “describirlo”, se nos escapa del concepto, se habla de todo, menos de lo que la palabra cuerpo implica, partiendo de ahí, se encuentra el sentido de lo que a lo largo del módulo descubrí. Al cuerpo, se le ordena, se le conduce, se le impone, se le estruja, se le golpea, se le lastima, se le odia, se le agrede, se le ajusta, se le marca, en fin, al cuerpo se le llena de “cosas”, reales, y ficticias, se vuelve perchero, se vuelve cloaca, se vuelve inio y se vuelve fin.

El descubrir que el cuerpo es todo menos eso, me impactó, descubrir que más que seres, somos percheros andantes me llevó a prestar atención a lo que mi cuerpo quería decir, en su lenguaje propio y abriendo los sentidos para poder escuchar aquello que él grita y que los accesorios callan, estamos tan acostumbrados a llenarlo de esas “cosas”, que ya es muy “normal” vivir con ello, vivir con dolores provocados por un bolso de doble fondo en el que llevamos desde un lápiz labial, hasta 35 juegos de copias de sujetos a los que hay que calificar y clasificar, vivir con esa ausencia de comodidad en los pies por el uso de los tacones, que si bien no son necesarios, porque el cuerpo lo recuerda a cada paso, están presentes para recordarnos a que grupo de cuerpo pertenecemos, al cuerpo con penes o al cuerpo con clítoris, a esos dolores constantes de espalda, en los que, a gritos, el cuerpo nos recuerda que no somos máquinas de trabajo.

A los ardores estomacales que nos invitan a pensar que las palabras y los pensamientos que nos tragamos para que ese “cuerpo “ encaje en el contexto en el que estamos, si tienen lugar de llegada, y por supuesto, ruta de salida, en forma de bilis, de agruras, de dolor, de nauseas, de llanto, en ocasiones de vómito, y otras tantas vuelto mierda, y saber también que el cuerpo es la víctima silenciosa de todo nuestro contexto me impresionó, la violencia a la que sometemos a nuestros cuerpos es enorme, es tan evidente y tan disfrazada a la vez, lo vivimos en la cotidianeidad de nuestro andar, que muy difícilmente nos damos cuenta de ello, es impactante darse cuenta de cómo hemos “martajado” al cuerpo, en su “concepto” inexplicable y en la funcionalidad que le otorgamos..

Desde el primer momento, supe que, el camino por recorrer para llegar a la meta de dejar “que mi cuerpo hablara” no sería fácil, el saber que la meta era exponer ese cuerpo lleno de situaciones ante las muchas miradas de la gente, en un performance fue todo un reto, y uno muy grande, decían mis compañeras que no fue nada fácil, argumentaba que , no es lo mismo aprender una secuencia de pasos y colocarlos en el ritmo, con movimientos establecidos y secuenciados, a un dialogo completo del cuerpo con el cuerpo, en donde no hay línea específica ni límite que encontrar, en donde el idioma en el que nuestro cuerpo hable o grite, sería totalmente espontánea, nada establecido, todo improvisado, todo natural, todo acontecimiento puro, he de explicar que el camino a esa meta fue de muchas emociones, aceptar el cuerpo es, creo yo, la parte más compleja y más fuerte de éste camino.

Ante los ojos de la moral y de lo establecido, los cuerpos deben llenar ciertos requisitos dependiendo del órgano que se tenga entre las piernas, entrar en el “modelo” que en muchísimas ocasiones no llegamos a cumplir, para mi, fue toda una experiencia desde la elección del tema, hasta la presentación de lo construido en un vestuario poco ordinario, presentarte ante los ojos de muchas personas sin brassiere y exhibiendo el cuerpo que no tenía ya más que perder fue una experiencia realmente liberadora, romper mis propias barreras y mis propios complejos es algo que agradezco mucho, esa oportunidad de diálogo entre cuerpos que aconteció, me permitió observar que es tanto lo que.

Llevamos a cuestas, que hasta el contacto con otros cuerpos nos molesta, nos incomoda y nos lastima, fue increíble poder participar de ese lenguaje que sólo los cuerpos pueden tener, poder expresar la esencia misma del dolor, del deseo, de la alegría y del placer, del gozo, de la ausencia y de la soledad, incomodar a las miradas que , en primera instancia incomodarían a nuestro propio cuerpo, incomodarlas con la realidad, incomodarlas con la realidad de lo que somos, CUERPOS, cuerpos que gritan, aman, duelen, colapsan, sufren, mueren, cuerpos que se pudren y peor aún, cuerpos que, ante tantas “cosas” y accesorios que le colgamos, se pudren en vida y se vuelven mudos. La enseñanza es que , el cuerpo es y será eso, cuerpo, con o sin concepto establecido, y como tal, al no haber una definición, no tengo que ajustarlo a los estándares de la perfección, si no a mis propios estándares, a mis ideas.

Escritor: Phany Guillén