Según Nietzsche, sin música la vida seria una equivocación. Esto no es tan difícil de entender cuando nos ponemos a pensar en todas aquellas canciones que cada vez que las escuchamos nos transportan a algún evento especial en nuestras vidas. Pequeños viajes al pasado que con un par de notas nos hacen revivir exactamente aquel momento marcado por esa canción.
Todo el mundo vibra de alguna u otra forma con la música, algunos como simples auditores y otros creándola, mejor dicho, capturando la música ya escrita en algún lugar esperando a encontrar el medio para poder materializarse, porque como digo yo la música ya esta creada, dando vueltas entre nosotros, solo es cuestión de tiempo a que encuentre la forma de hacerse escuchar. Teniendo todo esto en cuenta, cuesta entender el hecho que la educación pública chilena le dedique tan pocos, o mejor dicho nulos, recursos a algo que es esencial en la vida de todo ser humano.
Nuestro presente modelo educativo, así como el de muchos otros países – i.e. EEUU, del cual copiamos esencialmente todo, no ve como prioridad los ramos artísticos, por la poca o nula relevancia que esta tendría en un sistema de mercado que solo necesita trabajadores capaces de producir de acuerdo a la demanda del mismo mercado.
Es por lo anterior que la educación musical en Chile desde hace mucho tiempo solo se ha transformado en un ramo “liviano”, de adorno, sin mayor relevancia para el alumno y para el sistema, desconociendo y dejando de lado los beneficios que este puede traer, sobre todo en establecimientos educacionales en estado “vulnerable”, como etiquetan a muchos colegios, y que con medidas como la promulgación del decreto Nº 1363 (decreto que básicamente acorta las horas artísticas en la educación primaria), lo único que consiguen es perpetuar esta “vulnerabilidad” con el fin único de obtener alumnos no pensantes y mano de obra barata. De ahí la importancia de la música como expresión artística y forma de expresión del ser humano. Un medio para comunicarse con los demás y de conectarse con las distintas sensibilidades de cada uno, a través del trabajo en equipo y todos los beneficios que esto trae al desarrollo de cualquier persona y más en el caso de un estudiante.
Con un sistema educacional que hace agua por todos lados, pareciera que cada decisión que emana del ministerio solo agrava la situación. Recortar horas en el ramo de música, y de los ramos artísticos en general, se contradice con la JEC (Jornada escolar completa) en donde los alumnos básicamente entran a las 08:00am para salir a las 16:00 y básicamente están en aula todo el día, aumentando las horas de los ramos mas “importantes” como históricamente lo son Matemáticas y Lenguaje. De hecho es conocida la relevancia que tienen estos ramos al momento de promover o no al alumno, siendo causa de repitencia el tener alguno de estos ramos bajo la nota minima 4.0.
El punto de este escrito no es, bajo ninguna circunstancia, desmerecer el valor de otras asignaturas (como en el caso de quien escribe; profesor del idioma Inglés), pero si dar a entender que el desarrollo de un país pasa netamente por la educación (cosa que todos sabemos muy bien) y que esta falta de interés en la educación publica, solo perpetua el eterno cartel de “país en vías de desarrollo” que Chile ostenta.
Nuestro sistema educacional solo ve cifras, los contenidos se avocan a un sistema que para muchos estudiantes es lejano, desconocido y hasta cruel, ya que se les pide ser parte de el a pesar de que este mismo sistema los rechaza desde el momento en que los tilda de “vulnerables”, y un sistema para el cual cualquier tipo de programa que tenga que ver con inyectar recursos no es posible, simplemente porque los recursos no están. He ahí una de las diferencias entre la educación pública y la privada, (además de muchas otras aristas sociológicas que son dignas de analizar en futuros artículos).
Los colegios particulares, muchos con aquel pensamiento empresarial que caracteriza a la comunidad escolar a la que representan, podría decir alguien por ahí, en los cuales muchos de esos alumnos pasaran a ser los futuros jefes de muchos de alumnos de escuelas “vulnerables”, entienden que para generar dinero hay que invertir dinero. En el caso de la educación publica, si queremos resultados y alumnos que aporten al desarrollo del país, tenemos que invertir en ellos dándoles la mayor cantidad de herramientas posibles para que sean una persona integral, pensante, crítica, y sensible a las problemáticas de su entorno.
Y es gracias a la música, o a cualquier forma de arte, que podemos propiciar esta sensibilidad en nuestros alumnos. Pero como podemos esperar este tipo de alumnos cuando en los “talleres” de música de la mayoría de los colegios públicos (por no decir todos) no están los recursos para que cada alumno tenga un instrumento, no están los espacios para que los alumnos puedan desarrollar las inquietudes artísticas o experimentar la satisfacción de interpretar un tema que se ha estado ensayando por semanas y darse cuenta que la constancia siempre rinde frutos, no están los espacios para la creación y el desarrollo de la creatividad colectiva, es aquí donde falla nuestro sistema educacional, en no darle la importancia a la parte artística
Como es tendencia en muchos países, el desarrollo integral del estudiante es lo más importante. La calidad en la educación no pasa solamente por los ramos históricamente más importantes, sino también por el desarrollo del pensamiento critico, y sensibilidad del estudiante, algo que se puede lograr perfectamente con la música, así como con muchas otras expresiones artísticas. Es así como el gobierno de turno necesita ver a las artes en el desarrollo escolar, no solo como asignaturas de esparcimiento, sino como asignaturas claves en el desarrollo de los estudiantes y entender que un país nunca alcanzara el desarrollo si limita los espacios para la creación y el trabajo colectivo, de ahí la importancia innegable de la música.
Escritor: Roberto Cifuentes Gaete