Reconozco que muchas veces no me gusta mantenerme actualizada en cuanto a noticias mundiales se refiere, tal vez porque me inunda un sentimiento total de pesimismo y para protegerme decido alejarme de cualquier titular mediático. Sin embargo, el año pasado, soportando el tedio de tener que esperar 20 minutos a un amigo, no encontré mejor cosa que leer el periódico que estaba sobre el mostrador y teniendo como acompañante un rico café devoré cada noticia minuciosamente.
Sólo hasta ese día supe lo aislada que había estado de lo que acontecía a mi alrededor, sentí que había muchas cosas que estaban pasando, que el mundo se movía como un torbellino y mientras tanto yo permanecía impávida como una simple espectadora. Ese sentimiento fue revelador y a partir de esa noche decidí ser parte de lo que pasaba en el mundo y empecé a leer la prensa, a escuchar la radio en las mañanas y ver las noticias por televisión.
Fue así como un domingo, cansada de leer la prensa por internet y con ganas de que los dedos se me volvieran negros al manipular el periódico, decidí comprar la prensa. Era uno de esos domingos en los que uno amanece con muchas ganas de saber, ha dormido bien y quiere leer sin prisa las numerosas hojas del periódico dominical. Precisamente ese día había un artículo de Paul Auster y su esposa Siri Hustvedt, en él había fragmentos de una entrevista que reflejaba en pocas líneas sus personalidades y mostraba la fuerza que tienen ambos como escritores y como pareja.
Con sus palabras Auster me cautivó por la manera de contar su historia, por su transparencia al revelarse y por estar casado con una mujer que, como él, brillaba con luz propia. 1990). Las historias de Auster son simples, parten de lo cotidiano y de lo familiar pero poco a poco se tornan complejas porque sus personajes en un momento dado cambian radicalmente de vida y se enfrentan a situaciones que ellos nunca hubieran imaginado pero que en el fondo están muy cerca de sus ideales y sueños más profundos.
Auster tiene en su prosa ese afán por contar historias en las que cualquiera de nosotros se podría ver perfectamente involucrado pero le añade cierto tinte filosófico al mostrarnos como sus personajes se enfrentan a muchas contradicciones y aun así tratan de tejer de la mejor manera su propio destino. Como escritor contemporáneo Auster sitúa sus obras en contextos citadinos que a muchos nos resultan familiares: calles atestadas de gente que camina como si fueran autómatas, autopistas solitarias que dejan ver paisajes de ensueño, casas que sirven de fachada para el azar, la soledad aplastante en la urbe, el arrepentimiento cuando todo está perdido y esto no hace más que recordarnos que sin importar la época el ser humano tiene que lidiar con lo mismo: “su propia existencia”.
Por eso siempre habrá quien cuente historias y quien las lea porque el encanto de la literatura es que encontramos una y otra vez una manera diferente de vernos a nosotros mismos sin importar el tiempo o la cultura. Esa es la magia, alguien escribe y de pronto nos vemos reflejados un poco o mucho en cada palabra, en cada acción, en cada final y nos causa emoción sentir que alguien que ni siquiera nos conoce pueda describirnos con tanta perfección. El que lea a Auster encontrará muchas sorpresas y tal vez descubra un autorretrato sin ni siquiera buscarlo.
Escritor: Alina Rojas