La participación de afro descendientes en los ejércitos latinoamericanos fue amplia y variada, correspondiendo a una historia de más de 300 años en el continente. El propio modelo de los ejércitos españoles tardo-medievales permitió el ingreso de distintas “razas” a sus heterogéneas fuerzas militares. Siendo el principal poseedor de la fuerza militar organizada en América, no fue raro que el Imperio Español mostrara una diversidad similar en las conformaciones de los cuerpos militares de sus colonias. En cuanto a la formación de tropas de esclavos africanos en América, una de sus primeras expresiones fue establecida dentro del contexto de la formalidad de las instituciones, con ordenanzas venidas desde arriba, como también dentro de los contextos insurrectos auspiciados por conquistadores inconformes con los modos de la administración de las nuevas tierras conquistadas. El español Francisco Hernández Girón, por ejemplo, fue uno de los que propició la formación de informales batallones de esclavos. Éste militar rebelde, armó varios cientos de esclavos para arrebatarle el Perú al poderío español en 1554. De la utilización, control, participaciones y formas de reclutamiento de estos primeros “aforosoldados” americanos en contexto sedicioso, la información resulta insuficiente. Sin embargo la reflexión ante este anecdotario histórico, principia en definitiva, la raíz de las preocupaciones y preguntas que han invitado a problematizar en la historia de los cuerpos militares afro descendientes en América latina.
La historia de africanos y afro americanos libres preparados en armas institucionalmente, es de temprana data en América. Tanto en la Habana, Lima o Santo Domingo hubo escuadrones urbanos y caballerías con hombres de color en las primeras cinco décadas del siglo XVII. La exigua población aborigen en las islas antillanas, y la escasez de vecinos llegados desde la Metrópoli, hizo posible la temprana constitución de cuerpos militares de “pardos” o “morenos” libres. En Panamá, Guatemala, Nicaragua y Costa Rica se formaron cuerpos militares de afro-mestizos análogamente a los constituidos en las islas del gran Caribe . Las prerrogativas, como el derecho al porte de armas o la sepultura en campos santos, vinieron de la mano con la prematura formación de estas tropas, sumado a una movilidad social y obtención de privilegios que fue creciendo durante todo el periodo colonial hasta las primeras décadas del siglo XIX. Hubo también fuerzas irregulares formadas por los propios vecinos para perseguir a esclavos fugitivos. En el contingente que persiguió al cimarrón Gaspar Yanga en Veracruz en 1604, se encontraron varios negros, mulatos y mestizos . Esto último pone de manifiesto las complejas relaciones entre esclavos y amos que alinearon alianzas bajo reciprocas dadivas, permitiendo a los conquistadores la utilización de parte de sus esclavos en actividades de militares.
Durante el siglo XVII el Imperio Español estaba siendo atacado parcialmente por otras potencias europeas. Estas continuas amenazas, principalmente en el Caribe, determinaron la formación de cuerpos militares de afro descendientes. Entre 1664 hasta 1665, la amenaza a la corona española se posicionaba efectivamente en el mar Caribe. Curaçao, la porción occidental de la Isla La Española y Jamaica, fueron ocupadas por fuerzas holandesas, francesas e inglesas respectivamente. En el siglo XVIII, y con el ingreso de la Casa de Borbón a la monarquía española, se comenzaron una serie de reformas administrativas en función del fortalecimiento del imperio español. Se reforzaron y regularon actividades económicas, apuntando a la recuperación del comercio de España con sus posesiones ultramarinas. El reformismo español fue en gran parte responsables por el aumento de los cuerpos de milicias de castas en todo el continente. Las reformas que buscaban una mayor efectividad en el control del imperio y sus recursos, también crearon nuevas milicias disciplinadas de pardos, agregándolas a las ya existentes. Expresión de lo último fue el Reglamento de Milicias de Cuba, creado el año 1769, haciendo extensiva su influencia incluso, en las reformas a las compañías “urbanas” de pardos y morenos en Santiago de Chile . Para estimular el ingreso de afro descendientes libres a estos cuerpos militares, la Corona hizo generosas exenciones de tributos para quienes se alistaran. La monarquía ganaba con esto el incremento de hombres en sus nuevas milicias y a su vez la buena voluntad y lealtad de los nuevos afrosoldados. Ya en siglo XVII las compañías de pardos libres de Lima habían expresado tal deseo . Sus servicios a la monarquía debían ser retribuidos en la eximición de pagos tributarios. Esto demuestra que la construcción de logros y privilegios fue también agenciado por estos propios individuos, sus nuevos estatus militares, les permitieron la capacidad política en fuerza de sus demandas. El servicio al Estado en la plataforma militar voluntaria, fue una gran muestra de lealtad al rey, era su vida la que se situaba ante el monarca y la guerra. La posición de estos sujetos en la milicia, llegó a ser fundamental para el mejoramiento de sus condiciones, ya que fueron pocas las instituciones coloniales que ofrecieron a los afro descendientes la fuerza política, social y legal que sostuvieron. Por lo tanto, y en vista de estas consideraciones, el ejército constituyo uno de los pilares fundamentales para la consecución de respetabilidad social de estos individuos, en una sociedad donde la movilidad social estaba muy bien delimitada.
Escritor: Luis Madrid.