No existe un criterio unificado sobre lo que diferencia al término “Historia” al que muchos autores, docentes y académicos, sin mucha profundización, ven como el análisis más o menos sistemático de las causas y elementos intrínsecos de los acontecimientos pasados, enmarcados en un espacio geográfico identificado y un período de tiempo determinado, y la palabra “Historiografía” como la narración sistemática, pero somera, sin ninguna profundidad de los acontecimientos pasados, en el mismo marco físico espacial en el que se desarrolla tanto la historia como la historiografía.
Para algunos historiadores es lo mismo e intercambian su significado indistintamente; para otros, la Historiografía, a pesar que su producción se fundamente en el método científico, es fundamentalmente descriptiva, porque narra hechos o acontecimientos, mientras que la “Historia” indaga en sus relaciones internas y analiza los acontecimientos, ahondando en sus mecanismos de desarrollo, en sus contradicciones, en sus dinámicas ocultas, en los mecanismos de poder, en las relaciones sociales, económicas, jurídicas, culturales, éticas, estéticas y ambientales. Esta visión donde la Historia es el análisis juicioso y la Historiografía la mera descripción anecdótica de sucesos es una deformación de lo que otros, investigadores acuciosos consideran son dos conceptos totalmente inconfundibles: La “Historia” es simplemente lo que ya pasó e “Historiografía” es el análisis sistemático y ordenado de esos hechos pasados.
Algunos historiadores como el antioqueño Jorge Orlando Melo, ex director de la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá D.C., consideran a la Historia como el objeto vivo a analizar y la Historiografía como la ciencia e instrumento del análisis de la Historia. (Aquí se hace eco de las preocupaciones de la profesora C. I. Recamán de la EAL, quien colabora activamente en la estructuración del presente escrito). Hay mucha controversia sobre los anteriores términos entre los entendidos del tema, y nosotros desde la barrera no le tendremos miedo a la misma, porque este escrito, aunque sin pretensiones, es una aproximación de la docencia de la Escuela de Artes y Letras a temas semánticos, sociales, literarios y motivos históricos, que se ponen al día con el acontecer cotidiano de este principio de milenio; por lo pronto diremos, sin ahondar más en el tema, que historiografía es una palabra compuesta de “historia” como lo pasado en sí y “graphos” como descripción, dibujo, retrato de esos hechos pasados.
En este marco de aproximación semántica, podríamos afirmar que, todo el bagaje que conocemos desde la cuna hasta la muerte como colombianos, durante el trascurrir de los siglos como colonia, y después con la independencia y la posterior formación republicana, como Historia, puede ser en realidad Historiografía, sin que lo anterior deba ser calificado como bueno o malo, si no que plantea a los investigadores históricos la cuestión de ahondar en lo escondido de la narración histórica, en aquello oculto que puede ser más importante que el registro de las situaciones o la explicación de las mismas, en aquello tergiversado por las intenciones filosóficas y por las posiciones ideológicas del historiador.
Lo anterior, abre a los curiosos organizados, unos nuevos nichos de trabajo, unas nuevas posibilidades, que van más allá de la narración de lo estrictamente descriptivo y anecdótico, que profundicen un poco más en el pasado de nuestro nacimiento y formación como estado independiente con identidad nacional como colombianos. como el día de la disputa del florero en la casona de la Plaza de Bolívar, los posteriores hechos y reuniones que originaron la declaración y la suscripción del Acta de Independencia. Es hora, ya muchos lo han hecho, como lo registramos en este artículo, concluir sobre las causas internas que originaron este movimiento insurreccional que llevó al rompimiento de la sociedad criolla con la metrópoli española: ¿qué intereses de grupos económicos, políticos y sociales o clases con igual estructuración, plenamente auto identificadas y conscientes, se movieron detrás de la corrientes independentistas.
Acaso fueron los terratenientes criollos que se sublevaron contra los intereses de la corona española, para favorecer sus aspiraciones de ser la nueva clase dirigente, sin el estorbo de la autoridad europea, quienes se aprovecharon del evidente descontento popular para mover a la rebelión de las masas? O el origen de la revuelta fue la incipiente burguesía o la intelectualidad capitalina, o fue el pueblo el que tomó las banderas en sus manos, o fueron todos los actores mencionados, lo que legitimaría aún más las decisiones tomadas ese aciago día de julio de hace dos siglos en la fría Santafé. ¿Se perseguían causas nobles o superiores o simplemente aspiraciones de grupos minoritarios celosos y con ganas de autonomía para ejercer el poder que se ejercía desacertadamente desde la península española? El docente e historiador nariñense, Sergio Elías Ortiz, habló a principios del siglo pasado de unas condiciones internas y de unas situaciones externas que favorecieron los movimientos liberadores de las colonias americanas. Adelantándose a su tiempo, analizó estratégicamente el fenómeno independentista, que podemos resumir utilizando palabras de hoy, así:
Causas Internas:
-. Descontento general con el régimen colonial por las enormes cargas impositivas que descansaban sobre los sectores populares empobrecidos.
-. Descontento de las élites criollas: Intelectuales, sectores de terratenientes y comerciantes, quienes sentían que ya estaban en posición de tomar las riendas de un estado independiente de la metrópoli ibérica. Existía toda una clase de intelectuales que se habían preparado para asumir la dirección de la Nueva Granada y creían que era el tiempo de hacerlo. Debilitamiento del gobierno virreinal como consecuencia de la situación interna del reino de España.Causas Externas:
-. Invasión de Napoleón Bonaparte a España e instauración de un régimen francés en cabeza de José Bonaparte, hermano del emperador. Las fuerzas españolas políticas y militares se concentraron en la expulsión de los franceses, dejando en segundo plano el cuidado de las colonias.
-. Fortalecimiento de las ideas libertarias después de la Revolución Francesa y la Independencia de los Estados Unidos.
Otros historiadores indagan en hechos más íntimos de los pormenores de la independencia y nos narran como los hechos del 20 de Julio de 1810 surgieron de un complot de varios personajes importantes de la Santafé colonial como José Miguel Pey, Jorge Tadeo Lozano, José Acevedo y Gómez, Francisco José de Caldas, los hermanos Morales, junto a otros notables de la época, quienes conspiraron para aprovechar la situación de descontento de la masa pobre santafereña y buscaron un pretexto que se dio con la visita de don Antonio Villavicencio, desarrollándose los acontecimientos, por todos conocidos de aquel día que desembocó en una Declaración que los historiadores, nos hacen caer en cuenta ahora, no era propiamente una manifestación de independencia total, sino un acto de rebelión contra las juntas de gobierno local, pero dejaban intacta la autoridad del Rey de España, quien por esos días había sido depuesto por el imperio napoleónico. Los sucesos posteriores llevaron al rompimiento real y definitivo de las colonias americanas con la corona española.
Al leer los acontecimientos anteriores a, durante y los que siguieron al 20 de julio de 1810 hasta la Reconquista española, nos pueden llevar a pensar que todos los movimientos sociales se nutren y toman fuerza en la combinación de los intereses de las clases privilegiadas, ya sea económica e intelectualmente, y las masas que sufren de muchas carencias e inequidades. Las primeras dirigen, ponen los fundamentos filosóficos, en general arriesgan poco; las últimas ponen la fuerza de la insurrección, la violencia y los muertos; muchas veces sus aspiraciones se frustran y sus reivindicaciones quedan casi como al comienzo.
En todo caso, sin profundizar más, queremos concluir que todos los movimientos y hechos de la historia tienen orígenes en situaciones económicas, políticas, sociales que es necesario indagar y que estas superan lo puramente anecdótico; en consecuencia, podremos decir con certeza, refiriéndonos a otros hechos históricos, otra muestra de lo afirmado, la casi ya centenaria Primera Gran Guerra, que la misma no se originó con la muerte de los príncipes del imperio Austro Húngaro en la Sarajevo de 1914, porque este hecho lamentable por sí sólo, fue sólo el pretexto que aprovecharon las potencias europeas para iniciar una guerra que venían incubando desde tiempo atrás, conforme a las aspiraciones comerciales, de dominio de amplios mercados mundiales, control de fuentes de materias primas, al surgimiento de nuevas potencias económicas con aspiraciones desbordadas y otras circunstancias políticas y sociales complejas que no viene al caso analizar ahora.
Los hechos acaecidos en el negocio del español Llorente aquel rememorado día de julio, hacen ya dos siglos de eso, son sólo un pretexto de la historia y tema de Historiografía para dar salida a un movimiento de liberación que era inevitable, dadas las circunstancias, aquí expresadas. La narración de la Historia, como las demás disciplinas, es una ciencia en continuo proceso de construcción, de permanente remoción, por lo tanto, el presente brochazo de ejemplos que tocamos aquí, es apenas el comienzo de una serie de puertas que abrimos los docentes, muchos de los cuales ya transitan el camino de dejar huella, por medio de la investigación científica en diversos campos del conocimiento, sobre todo aquel que tiene que ver con su lado artístico.
Por lo pronto, dejamos otros interrogantes en el tintero: ¿Cuál era el desarrollo de las artes, las letras, la pintura, el diseño, la moda, las artes gráficas, el periodismo, las técnicas de construcción, la ingeniería, la arquitectura, la pedagogía y todas las ciencias humanísticas cuando los acontecimientos del 20 de julio de 1810 desencadenaron el Movimiento de Independencia, hoy ya bicentenario? Y en los mismos campos: ¿Qué ha pasado con los desarrollos en estas mismas artes y ciencias durante los consecutivos períodos de la vida republicana como nación independiente?.
Al tenor de la independencia ¿Qué movimientos musicales, artísticos, culturales y estéticos en general se desarrollaron autónomamente de las influencias ibéricas, y cuáles, en qué medida, son la continuación de la cultura hispánica común? ahora nos toca a las instituciones académicas y a sus investigadores contar la Historia detrás de esos eventos, porque, en últimas, las narraciones históricas son manifestaciones de lo que pasa en las almas, en los corazones y en los espíritus de los seres humanos como individuos, en las mentes y en el alma colectiva de las sociedades que protagonizaron la Historia durante el largo transcurrir de los tiempos.
Escritor: Javier Honorio Rosero Hernández