Considero que cada persona que busca trabajo, debe tener esa convicción de crecer día a día y sobre todo no convencer a un comprador, sino estar convencido uno mismo de lo que ofrece. La ética y la estética deben estar presentes en cada ciudadano que esté prestando un servicio, dado que la imagen habla, cultiva, educa y todo lleva a ir recuperando los valores, desde las simples cosas. Cuando uno ofrece pequeños gestos esos son el cimiento que va marcando un camino, camino que debe ser transitado, conocido y transformado para algo nuevo, algo mejor. La vida es todo un aprendizaje cotidiano, en donde uno siempre tiene esas ganas de ir superando obstáculos y apostando a un nuevo horizonte. De ese mismo espacio muchas veces pueden creer que es oscuro, malo, difícil y árido, pero la esperanza es el puente que une y nos hace ver la vida de una forma diferente.
En todo este caminar, cuántas personas hemos conocido, cuántos lugares, cuántos momentos inolvidables. Que hermoso es que todos lo puedan vivificar nuevamente Tuve esa experiencia después de 8 años, de poder llegarme a un pueblo en la provincia de Salta. Fue en esa localidad donde tuve la oportunidad de ser misionero llevando una fuente de sueños, escuchando y dejarse escuchar, cuánta necesidad pude encontrar en cada joven, en cada adulto y niño. Todos a su edad tienen sus luchas es por eso que no hice más que cumplir con lo que corresponde…amar desde lo simple! Y además muchas familias me brindaron un plato de comida, un diálogo, un descanso. Que maravilloso es todo eso y que nunca se va a borrar desde mi alma, dado que lo vivido debe ser acunado en lo profundo de nuestro corazón.
Cuando por los años regresé ya tenía otra ropa, escuchaba otra música, tenía un trabajo, pero mi sueño era poder ir entre tantos hogares a uno en especial, era la casa de Virginia, una abuela que nunca olvidé por su hospitalidad. Tenía eso pendiente de darle las gracias por todo lo que me brindó, hasta que llegó el día. Con un grupo de jóvenes de Córdoba , viajamos a Salta Capital hacia la Virgen de los cerritos y luego en vez de regresar decidí tomarme un ómnibus e irme hasta ese pueblo y pensar que no sabía si quedaba lejos , si Virginia se iba a encontrar en su casa, si no había fallecido, pero mi corazón me impulsaba a ir.
Llegué al pueblo y era mucho la nostalgia, la ansiedad mientras caminaba por esas calles de tierra, sus sombras, su silencio, todo me traía esos viejos recuerdos vividos. Al llegar a la casa golpeé las manos y desde detrás del tejido mosquitero de la puerta del costado, escucho una voz muy finita y envejecida que me dijo : sí, qué necesita?. Claro yo como ya saben tenía otra ropa y no como ella me había conocido con el hábito de Hermano. Frente a su pregunta se me llenaron los ojos de lágrimas y que no me permitían ver bien y con mi voz quebrantada de la emoción le dije: Virginia querida, soy yo el Flaco! como usted me llamaba y fue ahí en donde ambos nos acercamos y nuestro abrazo duró tantos minutos que es difícil de explicar ,dado que las cosas deben ser vividas para comprenderlas.
Luego fue una tarde maravillosa compartida de rezo, anécdotas y de la vida actual, todo acompañado de la alegría y con la presencia del mate. Al llegar la noche regresé a Salta Capital para poder tomar un ómnibus directo a Córdoba, durante el viaje no pude dormir porque me venían escenas de ese encuentro y las lágrimas formaban parte de ese pensar y sobre todo de ese sueño cumplido. Como verán es lindo poder disfrutar de las historias, porque eso nos permite fortalecernos, tener una nueva mirada al futuro. Eso es parte de mi historia y que nunca debe dejar uno que se apague, al contrario, uno debe darlo a conocer para que otros sepan que no se debe pensar en cosas grandes, sino más bien resaltar cada cosa vivida, porque siempre hay un tesoro que se guarda y ese tesoro debe ser alimentado desde la experiencia, la oración y el deber cotidiano.
Escritor: martin cagnolo