La educación es un proceso permanente que nos capacita para convivir de forma activa y responsable en la comunidad y funciona como herramienta básica para la transmisión y la regeneración de la cultura, por lo cual, desempeña un papel fundamental en la construcción de la realidad humana. Desde hace algunas décadas, se considera que dicha realidad humana, debe partir de una forma de organización social que garantice el respeto a los derechos humanos, en especial el derecho a vivir y convivir en paz. Entendiendo a la paz no sólo como la ausencia de guerra o conflicto, sino como un concepto dinámico, que implique justicia y armonía social, así como la existencia de condiciones de vida digna que permitan el desarrollo pleno del potencial humano.
Partiendo de esta perspectiva, activistas y organizaciones internacionales, coinciden en la necesidad de educar para la paz, es decir, procurar la transmisión de un conjunto de valores, actitudes y comportamientos encaminados a la concreción de una cultura de paz que permita a las futuras generaciones, relacionarse positiva y armoniosa con su entorno. De esta forma, es necesario entender que educar para la paz va más allá de la transmisión de conocimientos, implica la formación de personas socialmente comprometidas que hagan de la tolerancia y la equidad el motor de sus acciones, procurando así la existencia de justicia, democracia y respeto en la familia, la escuela, la comunidad y la sociedad en general. La educación para la paz se apoya en tres conceptos básicos:
1. Paz positiva: está centrada en la búsqueda de condiciones armónicas y justas para los individuos, las relaciones y la sociedad en general. Debe entenderse como un proceso dinámico que requiere valorar las diferencias, procurar puntos de encuentro, cooperar, fomentar la confianza, creer firmemente en la igualdad entre las personas y respetar los derechos humanos.
2. Noviolencia (sin espacio intermedio): implica una actitud crítica y de cambio frente a cualquier manifestación de violencia. Conlleva el cuidado de los instrumentos que permiten obtener la procuración de paz y justicia, la construcción de instituciones que generen espacios de equidad y la socialización de hombres y mujeres capaces de ofrecer respuestas activas y creativas que contribuyan a romper los ciclos de violencia.
3. Habilidades para la vida: también llamadas habilidades psicosociales, son destrezas consideradas indispensables para la salud mental de las personas y para la interacción social.
Actualmente, el desarrollo de habilidades psicosociales en niños, niñas y adolescentes constituye uno de los enfoques más utilizados dentro la serie de esfuerzos encaminados al establecimiento de una cultura de paz. Aunque existe un sin número de habilidades psicosociales necesarias para enfrentar las exigencias cotidianas, a continuación se abordaran aquellas que son consideradas como indispensables para una interacción pacífica con los otros:
• Autoconocimiento: resulta de estar consciente de las propias características, fortalezas, debilidades, estilos de afrontamiento, etc.
• Autoestima: es el grado de confianza, respeto y valoración de las propias características y guarda estrecha relación con la capacidad que posee cada persona de defender sus intereses y necesidades.
• Manejo de emociones: implica reconocer, nombrar y aceptar las emociones personales; identificar la influencia que estas tienen sobre el comportamiento y poder responder ante ellas de forma adecuada y saludable.
• Empatía: es la posibilidad de ubicarse en el lugar de otros, entendiendo su perspectiva e interesándose genuinamente en su situación.
• Comunicación asertiva: es la habilidad para expresar ideas, opiniones y/o necesidades de forma clara, directa y segura; respetando los derecho de los demás sin renunciar a los propios. La comunicación asertiva también involucra la capacidad de pedir ayuda y facilita el alcance de objetivos personales dentro de un marco de convivencia social.
• Toma de decisiones: se refiere a la capacidad de responder consciente y activamente ante una situación determinada, tomando en cuenta las diferentes opciones existentes y evaluando las consecuencias que cada alternativa tendrá para su persona y para quienes le rodean.
• Pensamiento crítico: permite cuestionar, abordar y evaluar temas y situaciones con una mentalidad abierta y mostrar disposición para modificar pensamientos y comportamientos que surgen de ideas socialmente establecidas.
• Resolución creativa de conflictos: los conflictos forman parte de la convivencia humana y se relacionan con las diferencias que surgen a partir de la existencia de múltiples formas de pensar, actuar y responder ante los estímulos. La resolución creativa de conflictos, es una habilidad compleja que involucra: la capacidad de comunicarse asertivamente, demostrar una actitud empática, exhibir un pensamiento crítico, ser capaz de recurrir a la negociación o a la mediación y tomar las decisiones necesarias a fin de evitar una confrontación violenta de posiciones.
Es así, que educar para la paz, implica formar individuos capaces de resolver conflictos sin recurrir a la violencia, individuos que entiendan al conflicto, como una expresión de la diversidad que caracteriza a la sociedad actual y que favorece el desarrollo pleno de quienes la componen. construcción de una sociedad justa, tolerante e inclusiva.
Referencias
UNESCO, (1996). La Educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI.
UNISEF/SEP. (2001). Contra la violencia eduquemos para la paz. Carpeta educativa para la resolución creativa de conflictos. México.
Ury, W. (2005). Alcanzar la paz. Resolución de conflictos y mediación en la familia, el trabajo y el mundo. Paidós.
Wendler, A. (2010). Enredarse. Programa para la convivencia educativa. Argentina
Escritor: Ruth Gamboa Beltrán