En los orígenes occidentales de la filosofía, alrededor del siglo VI a.C., en las ciudades-estado griegas, se comienza a buscar una explicación racional de todo aquello que rodeaba, sorprendía y maravillaba al ser humano. Hasta este momento, sólo se contaba con la explicación mitológica, la cual les daba un papel preponderante a los dioses presentes en la cultura helénica, la realidad, según esta forma de ver el mundo, dependía exclusivamente del arbitrio y voluntad divina. Esta característica de la cultura griega la podemos ver presente en todas sus expresiones artísticas, sociales y culturales.
Es así, como un grupo de hombres, que años más tarde serían llamados “filósofos” (amantes de la sabiduría), comienzan a buscar el principio fundamental del cual se encontraban compuestas las cosas. Es a este principio fundamental al cual nombran como el “arjé”, es de este modo que los primeros filósofos enfocan su explicación de la realidad en torno a la búsqueda de la composición fundante de la materia. Entre las primeras explicaciones encontramos, por ejemplo, a Tales de Mileto, quien luego de observar y reflexionar en relación a lo que encontraba en su entorno, llegó a la conclusión de que el “arjé” era el agua, además terminaría fundando la línea de pensamiento llamada la “escuela de Mileto”, compuesta por Anaximandro, quien postulaba que el “arjé” era algo indeterminado, por lo cual lo denominó como “ápeiron” (lo indeterminado); y por Anaxímenes, quien planteó que el principio fundamental de la realidad se encontraba compuesto el aire.
Dentro de las variadas corrientes filosóficas griegas “pre-socráticas” encontramos a los Pitagóricos, quienes plantearon que todas las cosas son números. Los atomistas, plantearon que la realidad se encontramos compuesta por átomos (sin división), siendo sus principales exponentes: Leucipo y Demócrito. Es así, como los primeros años de la filosofía se encuentran marcadamente dirigidos hacia la naturaleza y esforzándose por explicar su origen y composición. Es innegable la importancia que posee este momento de la historia para el hombre, puesto que de este movimiento nacido en las regiones griegas se sientan las bases de la ciencia.
Pero, no toda la preocupación y trabajo de la filosofía griega giró en torno a la búsqueda del arjé. Alrededor del siglo V a.C. irrumpe en la filosofía griega un personaje fundamental para el desarrollo tanto de la filosofía antigua como de la contemporánea. Nos referimos a Sócrates (Atenas, 470-399 a.C.), quien produjo un giro elemental en la búsqueda de la filosofía griega, puesto que centró su trabajo filosófico en interpelar a los ciudadanos de la polis, en aras de encontrar la “areté” (virtud), es decir, quería vislumbrar todo lo concerniente a la virtud en el ser humano, se propuso indagar acerca de las nociones de bien y mal, de justo e injusto, etc. Cabe consignar, que el estilo indagativo de Sócrates lo hizo merecedor del título de haber creado un método de investigación, llamado “mayéutica” (dar a luz), en el cual se interrogaba y dialogaba con un grupo de personas en relación a un tema, por ejemplo, la justicia, hasta que en conjunto lograban llegar al concepto de justicia.
Desde este momento, la filosofía (no sólo la antigua, sino que la de todas las épocas) no volvería a ser la misma, ya que Sócrates sentó las bases para una forma de pensar y hacer filosofía, la búsqueda de la “areté” cambió el centro y la preocupación de los hombres dedicados a indagar y cuestionar la realidad en la que vivimos. Incluso, Sócrates llegó a influenciar a los que son considerados como los dos filósofos fundamentales en la historia del pensamiento en el ser humano, puesto que fue maestro de Platón (cuyo nombre real fue Aristocles) y cuya influencia fue fundamental en el desarrollo de la filosofía platónica y, a su vez, Platón fue maestro de Aristóteles, uno de los personajes más influyentes en la historia de la filosofía.
Estos dos filósofos, Platón y Aristóteles, también, al igual que su antecesor Sócrates, dedicaron gran parte de su trabajo filosófico a la búsqueda de la “areté”. Por ejemplo, Platón llegó a plantear en su libro “La República” un estado ideal en el cual el ser humano pudiese desarrollar sus virtudes. Por otro lado, Aristóteles al plantear su idea de bien y felicidad, tiene presente la necesidad de llegar a establecer un estado de virtud, basado en el equilibrio de los pensamiento y acciones del hombre.
Como podemos ver, los conceptos de “arjé” y “areté”, marcan dos hitos fundacionales y fundamentales, no sólo en la filosofía griega, sino que podemos hablar que fueron y son influyentes en la historia de la humanidad. La búsqueda del “arjé” marca un camino hacia la construcción y evolución de la ciencia. Por otra parte, la concepción de “areté” ha guiado el pensamiento y los ideales de líderes y de movimientos que han transformado nuestra historia. A pesar de ser conceptos diferentes, tanto “arjé” y “areté”, marcan dos momentos fundamentales, en relación al rumbo que toma la filosofía como disciplina. Sería, ya, en la época moderna en donde el estudio de estos conceptos se separa definitivamente, coincidiendo y confluyendo de vez en cuando en la historia del pensamiento.
Escritor: Francisco Soto Salazar