Cuando planteamos integrar sexualidad, emociones y afectividad, esta asociación no es sólo de nombre, porque pensamos que estos dos campos de desarrollo personal se interrelacionan de manera íntima, y especialmente en la adolescencia. Las vivencias sentimentales están muy asociadas a las sexuales y, además, son parte fundamental de la educación y de la maduración personal que se produce en este periodo y que se complementa con la transición social del individuo de un estatus psicosocial a otro. La amistad, el amor, el rencor, el odio, la atracción, la envidia, son sentimientos que se empiezan a experimentar con fuerza, junto con las primeras expectativas de vida futura; la pareja, el matrimonio, los hijos o la opción sexual.
Todas estas alternativas, junto con las emociones que implican, son además objeto de una presión social y educativa muy fuerte, a través de los estereotipos de género que familia, iglesia, televisión y entorno social están continuamente difundiendo. En este sentido la acción educativa que queremos llevar a cabo debe incidir, obligatoriamente, en la capacidad de elegir y sentir de manera autónoma y libre, y en la formación de una personalidad fuerte y rica que haya elegido con conocimiento de todas las posibilidades de que la vida pone a su alcance, y no condicionada por los estereotipos sociales imperantes.
Autor: Materiales de sexualidad. Rosa Sanchis.