Últimamente todos hemos oído en diferentes medios* que la capacidad de adaptación, es la característica fundamental para nuestro desarrollo integral como personas y la resolución de problemas en todos los ámbitos vitales. Como ciudadanos de este mundo nos enfrentamos a continuos cambios sociales que afectan a nuestras vidas y las de los que nos rodean…, la adaptación y el control sobre los niveles de ansiedad y frustración que esto va a producir en nosotros, cómo nos afecta y la eficiencia de nuestras soluciones van a condicionar nuestra vida y los niveles de felicidad que en ella alcancemos.
Como educadores las nuevas tendencias y necesidades educativas generadas por los cambios nos enfrentan a retos que deberemos afrontar y que requerirán que desarrollemos nuevas estrategias de enseñanza. Mientras las necesidades, no solo por diferentes ritmos de aprendizaje y otras necesidades educativas, sino por inseguridad emocional de nuestros alumnos exigen de nosotros que utilicemos técnicas de enseñanza de control de impulsos en los primeros años escolares que antes se regulaban con el contacto con la familia (sobretodo con los hermanos, incluso con la familia extensa). A pesar de existir diferentes técnicas aplicables según las características de la situación, tiempo fuera, economía de fichas, coste de respuesta, autoinstrucciones,…Las siguientes son compatibles y refuerzan la efectividad de todas ellas:
Comprender lo importante que para el niño es esa situación. No hay que restar importancia a acontecimientos Comentar con el niño sobre lo que teme. ¿Qué es lo que le preocupa? ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Y lo mejor? Actitud propicia para la resolución del conflicto o problemas: ¿qué puede hacer el niño para solucionar ese problema? ¿cómo puede hacerlo? ¿está en su mano el solucionarlo?. Es importante no adoptar un papel demasiado directivo: el niño debe aprender a solucionar sus propios problemas. Solucionárselos no enseña al niño a ser autónomo.
Interesarse por la evolución del problema…preguntarle pasado un tiempo. Animar al niño, reforzarlo por los avances y promover que sus compañeros y a sus padres a que también lo hagan. Siempre teniendo claro que el objetivo último es educarlo para potenciar sus recursos personales… Todo este proceso requiere sensibilidad, preparación y tiempo de los educadores. El problema es que el tiempo es finito en nuestras aulas y el aumento de la ratio repercute en la cantidad de este que disponemos, ya que nuestros alumnos precisaran en diferente medida de estas técnicas por lo que el tratamiento debe ser individual, aunque se produzca dentro del aula.
Entre los educadores existen diferentes grados de aceptación, a lo largo de un continuo, de lo beneficioso o no que puede ser la aplicación en aula de dichas técnicas, adaptadas siempre a la edad de los alumnos a los que va dirigido. En este punto se produce el eterno debate entre EDUCACIÓN ACADÉMICA y EDUCACIÓN EMOCIONAL o EDUCACIÓN INTEGRAL.
Desde mi punto de vista la EDUCACIÓN INTEGRAL es fundamental. Mi opinión se basa en razones teóricas TEORÍA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL (Daniel Goleman), TEORIA TRIÁRQUICA DE LA INTELIGENCIA (Rober J.Sternberg), TEORIA DE LAS INTELIGENCIAS MÚLTIPLES (Howard Gardner), por nombrar algunas. Podemos añadir los principales teóricos de la educación Skinner, Vigotsky, Brunner y Ausubel**. Todas estas teorías coinciden en el objetivo último es conseguir desarrollar al máximo las capacidades del alumno y de una u otra manera, insisten en la importancia de las relaciones y las interacciones tienen para lograrlo.
Mi experiencia en el ámbito educativo hace inevitable que subraye el apoyo inestimable de los compañeros en la aplicación exitosa de estas técnicas. Lo que ellos aportan fomenta que el control y la comprensión de estas sea más rápido y su interiorización más profunda. Como en otros aspectos educativos son los iguales los que facilitan la regulación de los que no dominan su frustración y sufren por ello, además el resto del aula conseguirá más control de impulsos del que posee. Lo que a su vez beneficia a todos con la adquisición de mayor comprensión sobre dichas situaciones y las estrategias para superarlas. La implicación en la resolución de problemas favorece, por tanto, no solo a los alumnos a los que se les aplica si no a los demás como reguladores y facilitadores de estas.
Es frecuente que los profesores de Secundaria y los padres comenten que en los adolescentes se ven problemas a la hora de afrontar la frustración, prolongación sin duda de los conflictos no resueltos adecuadamente de los primeros años. La adolescencia es un periodo de mayor agitación y de nuevos estímulos, lo que combinado con más exigencia y concentración de contenidos académicos, hace que las dificultades para aplicar las técnicas antes mencionadas aumenten, sobretodo si son sus primeros contactos con estas estrategias.
Sin duda somos conscientes de que a los largo de la vida todos vamos a tener que aprender a resistir la frustración, pero cuanto antes comencemos a enfrentarnos a ella de forma saludable menos angustia y sufrimiento acumularemos. Por ello me gustaría dedicar este artículo para esos educadores (padres y profesores) que día a día se esfuerzan en potenciar las capacidades y potencialidades de ser felices de sus niños.
REFERENCIAS:
*E. Punset (REDES).,EstrategiaDesarrollarFortalecerProductividad. http://basica.sep.gob.mx/, Desarrollo emocional. Clave para la primera infancia – Unicef
** DESARROLLO PSICOLOGICO Y EDUCACION, PALACIOS – MARCHESI – COLL _Alianza editorial. 2003.
Escritor: CAROLINA MORAL CANO
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