A propósito de caracterizar con precisión el tema que nos convoca, habremos de comenzar singularizando el proceso emocional como aquel que parte de la recepción de un estímulo hasta el momento en que somos capaces responder al mismo. Realmente se trata de una prolongación que llega a su culmen con la valoración subjetiva de la circunstancia concreta en la que nos hayamos presentes. Es así como el tomar conciencia de dicha apreciación, nos sitúa como partícipes del reconocimiento de nuestras propias emociones y en consecuencia, nos ayudará a reconocer este proceso en los demás.
El autoconocimiento emocional cobra forma en la mayor o menor medida en la que estemos involucrados en una determinada intención, propósito o proyecto, pues sólo así tendremos la posibilidad posterior de manejar dicha emoción. El producto creativo es resultante la percepción anterior, afirmando que difícilmente podremos rescatar todo el potencial creativo que somos capaces de exteriorizar sin una autogestión emocional derivada de este proceso psicológico, siendo conducidos mediante el mismo hacia una experiencia emocional de más o menos intensidad y con una causalidad diferente según sea nuestra apreciación de la misma.
Ciertamente, el conocimiento de las posibilidades de la literatura podrá guiarnos en la creación de propuestas unidas al descubrimiento de la capacidad creativa presente en el alumno, pues el valor de un determinado texto literario no reside en aprender la biografía del un determinado autor y recitar de memoria sus obras, sino en convertir al alumno en lector, hacerle disfrutar de la literatura, proporcionarle los instrumentos necesarios para que se sienta identificado o atraído por un determinado texto o emoción, e incluso producir los suyos propios. Efectivamente, dicha visión parece quedar al margen de lo obligatorio en la escuela, aun en campos donde el propio alumno desearía estimular su creatividad y ahondar en el interior de sus posibilidades.
Con todo, la primera posibilidad con la que contamos los docentes en el desarrollo de la emocionalidad del niño se presenta en sus primeros años de vida. Es el momento de trabajar en que él mismo descubra la potencialidad de la autogestión y regularización de sus propias emociones y de caminar hacia el autoconocimiento de su alfabetización emocional, legitimando una conexión consigo mismo a la vez que le es permitido adentrarse en la función de equilibrar su parte afectiva y emocional con su campo intelectual. A la hora de reflexionar en cómo conseguir dicho propósito, habremos de comprometernos en indagar de igual modo cómo despertar sus propias percepciones, construyendo nuevos modelos que permitan aumentar los límites de la misma. Se trata, en definitiva, de proporcionar los instrumentos necesarios, tanto materiales como inmateriales, para que pueda reemplazar lo que “es” por lo que “puede ser” en función de sus intereses, actitudes y experiencias.
Por ello, el proceso de introducción del alumnado en el ámbito de la literatura, toma como pretensión última que los pequeños sean capaces de comprender y asimilar tanto sus propios sentimientos como los ajenos, reconociendo los sentimientos que relata un autor en primera persona o a través de su obra, y desarrollando un proceso simultáneo
de autoconocimiento que les lleve a profundizar en el desarrollo de ese gran potencial creativo puesto que, a pesar de los esfuerzos realizados por varios estudiosos en este campo en conceptuar la creatividad como una capacidad de existencia colectiva, realmente se sigue pensando en ella como algo excepcional o peculiar, idea que no debe ser originada ya desde el ambiente escolar. Precisamente, a este carácter de universalidad habríamos de añadir la necesidad de una configuración variable, paralela e inmersa en el desarrollo del individuo y modelada mediante un entrenamiento que permita al alumno iniciarse en un valiosísimo proceso de autoconstrucción personal, al margen de creencias restrictivas tales como la existencia empobrecida de la creatividad en un sector muy reducido de la sociedad.
Dicha concepción se encuentra frecuentemente acompañada de una gran carga procedente de un sistema que parece articularse más en beneficio de lo convencional y lo conocido, que en función de la valoración de lo intuitivo y singular de cada uno, impidiéndose así el intercambio de experiencias que gestionen la construcción de un aprendizaje significativo por el miedo que experimentan muchos alumnos ante el rechazo, la vergüenza o la descalificación dentro de un contexto escolar asiduamente rígido o disciplinario en exceso.
De este modo, y con el objetivo de ahondar en la potencialidad interna del niño apoyando toda oportunidad de crecimiento personal con base a sus propias habilidades creativas, habremos de advertir la importancia del aprendizaje de su autoconocimiento emocional dentro de contextos que le permitan involucrarse en la búsqueda de respuestas, haciéndole partícipe de su progresiva capacidad para desenvolverse y construir soluciones. Es así como, al aproximarnos a este proceso en su relación con la literatura, podríamos pensar en proporcionar al niño la puesta en práctica de actividades enfocadas hacia un verdadero aprovechamiento literario.
Sería el caso de reflexionar qué sentido otorgar a un determinado escrito sin necesidad de plagiarlo memorísticamente, adentrándonos en tareas constructivas como el profundizar en factores sociológicos en relación con la esencia de un determinado texto, educando así en la sensibilidad, la afectividad o la emotividad. Justamente, asumiendo la participación didáctica dentro de un papel promotor de un proceso formativo pedagógico orientado hacia la estimulación creativa en un contexto enriquecedor, proveeremos al niño de oportunidades encaminadas al fomento de su aprendizaje mediante la estimulación de su innata curiosidad como punto de partida de aquello que descubre y que va sumándose a su desarrollo.
Conseguirlo dependerá en gran medida de la proporción de estímulos que hagan de este proceso algo mágico, un disfrute para el alumno dentro de un sistema participativo, unido a la creación de situaciones que le permitan la experimentación y la exploración, abordando el conocimiento, fomentando su natural deseo de saber más acerca de las cosas y, sobre todo, contribuyendo a que él mismo sea capaz de abordar una visión crítica del mundo que le rodea.
Escritor: Mercedes Gonzalo Terrés
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