Tradicionalmente Colombia ha sido tierra de expresiones sociales y culturales del más diverso origen, que han hecho que a través de los años, gocemos de un territorio y unas costumbres que resultan envidiables, toda vez, que existen marcadas tendencias y usos que hacen posible que en medio de las dificultades propias de un país en vía de desarrollo o de tercer mundo como suele llamarse, se vivan momentos de alegría y de sana convivencia. Para muchos de nosotros, estas tierras son la más valiosa expresión de activos inmateriales, que se forjaron a través de siglos, que abarcan múltiples expresiones culturales, pensamientos e ideologías sobre las cuales se ha edificado el país que hoy conocemos, para otros sin embargo, esta es una tierra de oportunidades para obtener beneficios personales y económicos a costa del bien común, y en claro detrimento de aquellos que con honestidad mueven el aparato productivo de esta nación.
Múltiples han sido las etapas del desarrollo humano, social, político y cultural que han hecho parte de la formación del país, que han contribuido a forjar una identidad que sirve de base para emprender los tortuosos caminos de la superación social, que infortunadamente siempre encuentran intereses egoístas por parte de aquellas personas que suelen llevar las riendas políticas, que lejos de pretender el beneficio de la comunidad y la superación de las diferencias sociales, ahondan más el déficit humano y las brechas entre los más desfavorecidos y aquellos que por tradición, han llevado en su haberes los frutos de los manejos administrativos deshonestos.
Causa contradicción que en medio de las enormes diferencias sociales, dificultades familiares y personales que se evidencian a diario, existan políticas públicas que entregan beneficios de todo orden a quienes más recursos tienen, y que empobrecen aún más, a aquellas personas que a pesar de laborar intensamente, no han logrado satisfacer las necesidades mínimas que se requieren para dignificar la existencia de sus familias.
Resulta de racional importancia, el preguntarse si la corrupción es un fenómeno atacado o fortalecido por el aparato judicial del Estado, como quiera, que a grandes conductas punibles por parte de aquellos encargados de administrar, se apliquen sanciones que resultan ser inaceptables, si se tienen en cuenta los perjuicios que se causan a los ciudadanos. La respuesta parece tener cierta lógica… hace falta mayor drasticidad en el modelo sancionatorio para este tipo de actuaciones, pues de por medio están, no solo los intereses del Estado, si no, más importante aún, el bienestar de la población, la garantía de unos postulados propios de un Estado Social de Derecho que solo se pueden materializar por medio de políticas públicas respaldadas por recursos que en la actualidad, van a parar a los bolsillos de muchos funcionarios corruptos que hacen parte del gobierno.
Este bello territorio, no solo guarda en sus llanuras, valles y montañas la esencia de las batallas que nos dieron la libertad, y que contribuyeron a la formación de un estado que por lo menos en teoría, protege al individuo como lo más importante, si no también las desigualdades sociales engrandecidas por quienes equivocadamente se denominan “Padres de la Patria”, así como la dirigencia política y administrativa, y la impotencia de miles de ciudadanos que a pesar de vivir sus propias historias, no han logrado ser lo suficientemente grandes, para erradicar el fenómeno que a diario nos afecta a todos, la corrupción.
A pesar de las limitaciones y dificultades sociales, Colombia es tierra de gente trabajadora, honesta en su mayoría, con claros rasgos de una diversidad que nos hace únicos, con una conciencia social que se ve afectada a diario por intereses nefastos, pero que logra mantenerse incólume para muchos y suficiente para inmortalizar las ambiciones de aquellas personas para quienes fue más importante el bienestar social que los intereses personales, que dieron su vida para brindarnos una nación en condiciones de igualdad, con claros rasgos de soberanía y de justicia social.
Independientemente de las actuaciones antisociales e inaceptables de unos pocos, ésta Nación conserva en su esencia, buenas costumbres e idiosincrasias propias de regiones con gente trabajadora y tierras con riquezas, paisajes y recursos naturales valiosos e incalculables, legado para las generaciones futuras.
Escritor: ADRIAN JAIR DORADO