El termino inmigrante, no debe ser un atributo aplicado desde fuera, a la manera de un estigma, un calificativo que se aplica a individuos investidos con determinadas características negativas. El inmigrante es un extranjero, un extraño, que pertenece a otro mundo, debe ser pobre, aquel que está destinado a ocupar los peores puestos de la sociedad, es también un retrasado, poco moderno, el punto de vista cultural, y peligroso, porque constituye una amenaza a la integridad y la seguridad de la sociedad que lo acoge.
Con la cohesión social y el tradicional clima de convivencia que ha caracterizado Cataluña desde hace décadas está en estos momentos en juego. Asumir que la sociedad está sometida a cambios profundos y que se produce colisiones culturales es crucial para afrontar los desafíos de los próximos años. Consecuentemente hay que redoblar los esfuerzos encaminados a fomentar el talante multicultural, sin perjuicio de reafirmar nuestras identidades como pueblo africano, facilitar la integración cultural de los inmigrantes respetando sus derechos pero exigiendo el cumplimiento de sus deberes, ya la vez hay que asumir que todo colectivo tiene potencialidades y posibilidades limitadas, consecuentemente es necesario establecer políticas en origen para regular y ajustar los flujos de inmigración a los volúmenes que la sostenibilidad y la capacidad de los pueblos permite.
Los inmigrantes provenientes de Camerún, Nigeria y Marruecos, los tres, al igual que muchos otros procedentes de regiones con etnias y culturas divergentes, sometidas a regímenes políticos no democráticos, sumergidos en la miseria y la desesperanza, y con creencias y valores sensiblemente lejanos a los Europeos. No por ello dejan de ser personas humanas con ilusiones y esperanzas, con voluntad de desarrollo y progreso, personas que sin renunciar a sus creencias quieren, un número muy elevado de ellos, integrarse en esta, ahora también suya, tierra. Objetivos que estaban en camino de alcanzar los tres inmigrantes que mejoraban su catalán todo planeando el futuro entre nosotros.
Autor: Moises Bolekia