La república de Colombia se encuentra sumida en un conflicto interno desde hace más de medio siglo a raíz de los grupos insurgentes que se encuentran al margen de la ley. Entre dichos grupos encontramos a la guerrilla más antigua de América, las fuerzas armadas revolucionarias de Colombia (Farc Ep). A lo largo del tiempo estas organizaciones se han ido turnando el protagonismo en la escena armada, política, social y económica del País, al lado de los bloques paramilitares, estructuras o carteles del narcotráfico y otras bandas criminales también conocidas como Bacrim. En la actualidad, después de muchas luchas, confrontaciones, tragedias sociales, niños huérfanos, mujeres viudas, familias desorientadas y una gran porción de la población en situación de desplazamiento forzado, el país entra en una etapa de reflexión, necesaria pero también muy justa, en memoria de todos los colombianos que han caído y los que han sufrido los horrores de la guerra, un proceso en el que los niños como actores principales del futuro de Colombia son los primeros beneficiados y son los llamados a heredar esa bandera, llevarla en alto y defenderla a toda costa.
El proceso de paz en Colombia ha generado muchas opiniones, unas a favor y otras en contra, pero siempre llamando la atención de toda la población, la misma que ha soportado por tanto tiempo las consecuencias del conflicto. Está bien que los ciudadanos expresen todos sus pensamientos, sus inclinaciones y sus preocupaciones, que desahoguen un poco todo ese nudo que han tenido reprimido y expresarse al respecto de una realidad y un futuro del que son participes tanto ellos como sus familias. La confrontación armada o conflicto interno como lo han denominado varios mandatarios que han pasado por el puesto ejecutivo más alto del país, está en vías de llegar a un feliz término, por fin se ha sostenido una actitud constante encaminada a llevar todas las diferencias de los actores en conflicto a una mesa de diálogo, a un espacio de reflexión y a una voluntad pacifista y tolerante. Está claro que tanto los representantes del gobierno y los de la guerrilla no son del todo esas figuras con las que se identifica gran parte del pueblo colombiano, por diversas razones su imagen se ha deteriorado, las diferentes controversias que se han desprendido de los actos de corrupción de unos y la barbarie de otros han conllevado a que la población por momentos sienta desconfianza de aquel proceso que se lleva a cabo en la Habana Cuba quien sabe bajo qué condiciones.
El país necesita hechos reales que demuestren una posición verdadera, orientada al bien común, a satisfacer las necesidades de Paz y tranquilidad de los ciudadanos, una paz que sea lograda a través de la tolerancia y el consenso pero que no deje de lado ni olvide la historia por la que su gente ha pasado a través de tantos años. Con la firma de un acuerdo de paz no se logra inmediatamente la misma, ese es el principio para empezar a construir tejido social, para empoderar a la comunidad de todas las herramientas necesarias para que sientan suyo todo este proceso, esta nueva vida que empieza a partir de cada individuo, de todos y cada uno de los hogares colombianos que directa o indirectamente han tenido que sufrir las calamidades de la guerra. Para generar un verdadero cambio que conlleve a un estado de paz, es necesario enfocarse en los habitantes de cada rincón de la república de Colombia, la paz comienza desde los ejercicios pedagógicos, haciendo sentir a cada colombiano que es responsable del futuro y de la tranquilidad de su país, entregándole la responsabilidad de sostener y alimentar constantemente ese acuerdo que en algún momento de la historia firmaron los colombianos en las tierras de Fidel Castro. Todos somos colombianos, por ese motivo es inconcebible tener sentimientos de alegría cuando es uno de sus compatriotas el que está cayendo en combate, es un hijo, es un esposo, es un padre, es la cabeza de un hogar que jamás regresara, dejemos a un lado esa hipocresía y reconozcamos que ninguno de nosotros tendría el valor de empuñar un fusil y emprender un camino sin retorno, nadie menciono que sería fácil pero el objetivo de llegar a la paz e iniciar la etapa de pos conflicto de una vez por todas no es imposible.
Autor:
RICARDO FRANCO TORO
Profesional en Estudios Políticos y Resolución de Conflictos
Universidad del Valle