Durante gran parte del siglo XX, los mineros del cobre han sido protagonistas de la historia del movimiento obrero, esencialmente, canalizando las aspiraciones y anhelos de todos los trabajadores chilenos. Entre 1951-1973, y gracias a su organización sindical y movilización, ampliaron sus derechos económicos y laborales al punto de ser tildados por las autoridades de “aristocracia obrera”. Inclusive, en plena dictadura de Pinochet, fueron los primeros trabajadores en reorganizarse, ejerciendo un fuerte liderazgo al convocar y dirigir las Primeras Jornadas de Protesta Nacional (1983) y realizando huelgas de gran magnitud e impacto mediático.
La importancia económica del cobre ha sido un factor de permanente conflicto entre Estado, empresas mineras y trabajadores. En la actualidad, las transformaciones experimentadas en el mercado del trabajo y en la industria del cobre, modificaron profundamente la composición de la mano de obra de la gran minería y del país. Hoy, el grueso de su fuerza laboral corresponde a trabajadores pertenecientes a empresas externas a las grandes mineras, llamados trabajadores contratistas, que desde el año 2003 inauguraron un ciclo de huelgas de gran magnitud.
Las movilizaciones dirigidas por los subcontratistas se han caracterizado por un fuerte grado de violencia. Precisamente, este elemento ha sacado a luz pública las tensiones entre la empresa estatal de cobre (CODELCO), los subcontratistas y los antiguos trabajadores de planta. La intensidad del conflicto subcontratista proviene, esencialmente, de las precarias y desiguales condiciones materiales respecto a los trabajadores de planta, por la cual, han sido percibidos como trabajadores de segunda categoría. Pero también es consecuencia del peso histórico que el movimiento de trabajadores del cobre ha tenido sobre ellos. Esto les ha permitido instalar en la opinión pública sus necesidades, exigiendo no solo mejoras concretas -de carácter individual- sino cambios en la legislación que dieron origen a la llamada “Ley de subcontratación” (Ley n° 20.123).
Lamentablemente, en las huelgas de los subcontratistas es común observar la quema de camiones, el bloqueo de carreteras y el ataque a buses que transportan trabajadores de planta. Otra característica de la huelga subcontratista, es la extensión y participación de la masa obrera en ella. Por ejemplo, la serie de huelgas iniciadas el año 2003 alcanzaron a 394.800 Días Hora Trabajo Perdido, una cifra altísima dentro de la realidad huelguística del país.
La prensa y las autoridades públicas de la empresa CODELCO han sido muy pasivas respecto al fenómeno de la subcontratación, criminalizando sus huelgas y minimizando la profundidad de sus demandas. La precariedad del trabajo subcontratista ha sido destacada con mayor fortaleza por los mismos trabajadores y megasindicales como la Central Única de Trabajadores (CUT). Las denuncias realizadas señalan que los trabajadores subcontratistas no solo ganan salarios ostensiblemente inferiores, sino que también cuentan con menos implementos de seguridad en el espacio laboral, horarios más extensos de trabajo y menos beneficios que los trabajadores de planta de CODELCO.
Pero el tema de los subcontratistas ha comenzado a trepar hasta los espacios de discusión legislativa, en donde se ha señalado las fuertes diferencias económicas y legales a las que están sometidos. Este tema no es menor, considerando las presiones de las grandes corporaciones mineras que funcionan en el país y la importancia política que juega CODELCO en la economía nacional.Es de esperar que se pueda avanzar en esta dirección, posicionando los problemas de los subcontratistas del cobre en el debate país.
Este movimiento de subcontratistas del cobre representa un espacio de reflexión, que va más allá del análisis cuantitativo de sus huelgas. Esto porque en Chile la subcontratación se ha diseminado por todo el aparato productivo del país. Sectores como el silvícola, la pesca, la agricultura y el sector servicios, se caracterizan por contar con u alto número de trabajadores subcontratados entre sus filas. Esta situación podría ser una muestra de que la violencia y explosión huelguística de los subcontratistas del cobre se pudiese expandir hacia las áreas ya mencionadas.
Escritor: Sergio Garrido Trazar
.