Consecuencias de la segunda guerra mundial en el reordenamiento mundial y sus nuevas dinámicas

Con el transcurrir de la segunda gran confrontación mundial, Hitler veía incomprensible la “alianza antinatural” entre la Unión Soviética y las potencias occidentales, lo cual finalmente se concretó y provocó la derrota del líder nazi. No obstante, “las tensiones políticas e ideológicas que estallaron entre el Este y el Oeste inmediatamente después del final de la guerra y que, sobre todo a partir de 1947, habrían de desembocar en la “guerra fría” , eran más que factibles.

Una de las consecuencias palpables de la guerra fue la desigual repartición de las victimas en las potencias continentales, pues las millones de bajas soviéticas no fueron siquiera comparables con las norteamericanas. La hegemonía europea nuevamente tambaleo ante la supremacía económica del eje estadounidense, pues fue éste el que financió la reconstrucción en los lugares adheridos al eje occidental; a partir de allí fue más clara la división entre el socialismo soviético y el capitalismo norteamericano. La polarización era inevitable. Las diferencias ideológicas y las temidas acciones nucleares estuvieron latentes en el imaginario popular hasta la desintegración de la Unión Soviética y su proyecto socialista. Las superpotencias convivieron pacíficamente hasta donde la diplomacia permitió, ya que las confrontaciones directas solo se dieron en Corea, China, Yugoslavia, Vietnam, Angola, Golfo Pérsico, Afganistán, entre otras.

En el ámbito estrictamente geográfico, la reorganización territorial estuvo basada en las disposiciones de los vencedores sobre los vencidos. Resulta evidente encontrar, durante esos años, la creación o consolidación de países de filiación política radical (como el ejemplo de los países de la cortina de hierro), por parte de las grandes potencias en Europa. Además, la mala política estratégica en la redistribución espacial, en contra de toda lógica, condujo a que se yuxtapusieran ideologías, culturas y necesidades de sociedades totalmente opuestas. Tal es el caso de lo que anteriormente se denominaba Yugoslavia, ya que en esta zona se ubicaron grupos humanos de diferente procedencia, ideología política y formación (o tradición) religiosa. Durante los años posteriores al fin de la última gran guerra se han dado, en dicho territorio, violentas luchas y genocidios a consecuencia de semejante contexto. De ahí que sea tan común llamar a la fragmentación geográfica Balcanización.

En la posguerra los ejes dividieron ideológica y territorialmente Alemania. De hecho, “Los efectos modernizadores que se derivaron de forma involuntaria, de la historia del Tercer Reich, coadyuvaron en gran medida a hacer posible que, tras la desaparición del Estado nacional, se reimplantara y se desarrollara –al menos en esa Republica Federal Alemana establecida en el territorio ocupado por las potencias aliadas- la libertad política de la que se había carecido durante doce años” , ya que en el lado oriental, el socialismo tenía otras perspectivas.

En África se terminaron paulatinamente las disputas coloniales a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. La mayoría de estados europeos dejaron sus empresas imperialistas y dividieron el continente arbitrariamente, ya que forzaron a diferentes grupos étnicos a tomar una nacionalidad, alejarse de sus comunidades ancestrales e incluirse en un sistema nacional totalmente ajeno. Al igual que en la mayoría de las reorganizaciones planteadas, estas provocaron cruentas disputas y matanzas que han perdurado hasta la actualidad.

En Asia los casos no fueron diferentes, con el agravante de que se incrusto a un país como Israel en un espacio que había pertenecido durante las últimas centurias a Palestina. Se intento reivindicar el holocausto, creando un estado judío, sin tener en cuenta las opiniones de la región. Por eso es tan común que a través de la historia, esta sea una zona de continua disputa. En la actualidad persisten los enfrentamientos armados, el radicalismo, la euforia religiosa y el asesinato de civiles. En tanto, “En la India, el ejemplo y la prédica de Gandhi consiguieron rápidamente una amplia respuesta y promovieron las primeras grandes manifestaciones de masas contra la administración inglesa” .

Mientras tanto en nuestro continente, Estados Unidos consolido su poder sobre la región, avasallando progresivamente al pueblo latinoamericano mediante protectorados, dependencias gubernamentales y militares, todo ello facilitado por la debilidad y falta de organización estatal en los países de esta parte del hemisferio. El capitalismo, por su parte, estaba totalmente arraigado al sistema exportador de materias primas en Latinoamérica. Con la única excepción de Cuba, ya que ésta después de su revolución en 1959, se alejo de las políticas imperialistas norteamericanas y se acerco a las de la Unión Soviética, siendo punto neurálgico en las relaciones de los dos grandes ejes. Inclusive llegó a tener la atención del mundo con la crisis de los misiles, que estuvo a punto de desatar una confrontación nuclear.

Se podría decir que tras la guerra la más perjudicada fue Europa al dejar en otras manos, por su fanatismo y fiebre imperialista, la hegemonía que por centenares de años había ostentado. Las consecuencias de la guerra aún están presentes en las dinámicas mundiales ya que todavía se observan secuelas de un reordenamiento que no tomo en cuenta las necesidades de sus principales afectados. Paradójicamente, algunos de los conflictos que persisten a través del tiempo son resultado de una guerra concluida hace más de 65 años.

Escritor:

Jaime Andrés Gutiérrez

Historiador egresado de la Universidad Nacional de Colombia