Debido a que este trabajo se basa en la construcción de un sistema señalético para una organización tan emblemática y simbólica como lo supone ser un consulado, centrándose en el consulado de Bolivia, será imperioso proveer un breve marco histórico del país, su cultura y cambios actuales, que influyen directamente en la aplicación a los elementos patrióticos que influirán a su vez en la composición integral de dichas señales.
El consulado boliviano en Buenos Aires, tiene sus oficinas en la zona de once, sobre la plaza miserere, en la ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Once no es un barrio porteño aunque lo parezca, pero se encuentra situado dentro del barrio Balvanera. Esta es una zona de gran cantidad de comercios mayoristas y minoristas de todos los rubros. Además su epicentro son las estaciones de once y la plaza miserere del ex ferrocarril sarmiento, actualmente administrado por la empresa TBA. En once se encuentran importantes fragmentos de la historia argentina, como ser la famosa estación de ferrocarril que llegaba hasta la av. Corrientes hacia el norte y de av. Pueyrredón a Ecuador. Lugar exacto en el que se encuentra ubicado el consulado boliviano actualmente. Esta zona en 1806 y 1807 fue escenario de las invasiones inglesas al virreinato español del rio de la plata.
El lugar y sus aledaños representan en gran manera a la cultura de las personas que acceden al consulado, puesto que en su mayoría los inmigrantes bolivianos pertenecen a un nivel socioeconómico medio bajo.
Se puede percibir un la dificultad para mantener tanto el barrio como el edificio limpio, asi como también escasa estructuración de los negocios, falta de organización vial en las calles que rodean el edificio, entre otros fenómenos unidos entre si presentan una sensación de desorden y falta de limpieza los cuales son fuertemente percibidos en el propio lugar donde se pretende realizar la implementación de este sistema señalético.
Habiendo sido la arquitectura de este edificio implementada para el uso de la estación de ferrocarriles en los años 1800, se está haciendo referencia a una arquitectura antigua, colonial, y por ende fría, con techos elevados, y materiales como acero y gran implementación de mármol.
Este edificio remite a un tiempo en el que se utilizaba este espacio para realizar viajes y que pretende comprender una gran circulación de personas, en donde debería haber existido un programa señalético de gran importancia, para la ubicación de los lugares y el recorrido. Sin embargo en la actualidad este edificio se encuentra dividido de acuerdo a su función por niveles y aun dentro del mismo piso.
En la planta baja todavía no se tiene definido un espacio, aun así se mantienen las oficinas de la seguridad en la entrada. Es en el primer nivel donde se encuentra el consulado, dividiendo el primer piso en varios sectores, dentro de los cuales coexisten cuatro instituciones completamente diferentes. El consulado boliviano es la organización de mayor tamaño espacialmente hablando, y cuenta con varias oficinas para la realización de los trámites y consultas dividido en trámites y servicios consulares.
Las puertas de cada oficina son dobles, altas y de madera, los picaportes y demás detalles característicos de la época colonial, también las gradas remiten a un tiempo antiguo situado en el centro del salón y materializado tanto el suelo como los pasamanos por mármol color gris.
Si es que se puede referir a carteles individuales empíricamente resueltos, y aleatoriamente ubicados alrededor del lugar con la intención primaria de orientar, se podría decir que el sistema implementado actualmente no cumple con los requisitos para una correcta elaboración de programa señalético.
Se puede observar la escasa presencia, al punto de poder considerar una ausencia de un sistema señalético. Simplemente se perciben algunos papeles pegados en las ventanas de algunas de las oficinas así como en las paredes y los pasillos con el propósito de brindar alguna información, cómo en algunos casos descritos anteriormente, Sin embargo es inevitable notar la insuficiencia de estos para direccionar de manera segura y confiable a los usuarios del servicio así como también la discontinuidad para actualizar la información, puesto que algunos de ellos informan procedimientos de meses y aun años anteriores.
En la entrada cuentan con una mesa de información, la cual representa el único lugar donde se brinda la información inicial, direccionando sobre los pasos a seguir para concluir cada tramite en particular. Esta mesa está completamente fuera de sistema. La utilización de objetos sin identificación es frecuente. La persona atendiendo no tiene un carnet ni en el lugar de la fila existe un cartel que diga información. En la entrada se puede percibir una larga fila de personas esperando ser atendidas para recibir información sobre las ventanillas de atención y a pesar del tiempo que conlleva hacer esta cola, es muy posible que llegando al frente el usuario esté con la documentación incompleta. Una posible solución para esta problemática podría ser simplemente la implementación de una gigantografía o una pantalla informando en el ingreso la documentación necesaria para los diferentes trámites.
Se observa que la mayoría de las personas son analfabetas o tienen dificultad de lectura, en un nivel primario de educación. Por tal motivo, es evidente que una gran mayoría del público que recibe tal servicio cuente con una dificultad para organizar, así como para memorizar y para leer. Es por eso que después de haber concluido el primer paso se acercan nuevamente a alguna otra fuente de información para solicitar dirección acerca de la siguiente etapa para el avance del trámite. Esto también significa que las indicaciones para el recorrido no son claras, y las señales direccionales no están bien desarrolladas. Para esto una de las soluciones a implementar sería el uso de pictogramas a tamaño fácilmente identificable, para cada sector y diferenciarlo a su vez con diferentes colores por tipo de trámite. Y ubicar las señales en lugares disyuntivos importantes para la toma de decisión del siguiente paso.
Autor: Daniela Mercado
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