En la mayoría de las personas, para no caer en exageraciones hablando de la totalidad de ellas, la aspiración más generalizada es la de lograr la independencia económica, siendo el modo para lograr ésta, poseer y administrar un empresa propia. Sin embargo, se trata de un asunto que va más allá de una simple planificación. Fundar una empresa propia, requiere de capital económico además de humano, tiempo, atributos personales como paciencia, constancia, dedicación pero también de conocimientos económicos y financieros que permitan hacer frente a la mayoría de las situaciones que pueden presentarse en dicha empresa. En este sentido, uno de los conocimientos que deberías tener bien presente y claro de manera puntual, es el referente al apalancamiento financiero.
Contextualizando el apalancamiento financiero y su utilidad en empresas personales.
El termino apalancar trae implícito el hecho de impulsar, mover, estimular y es precisamente esa su utilidad en términos empresariales. Se trata entonces de un instrumento financiero, cuya finalidad es la de incrementar el rendimiento de una inversión. ¿Cómo lo hace? Pues, la idea central implica un endeudamiento en base a las estimaciones sobre la futura rentabilidad de las inversiones realizadas. En términos sencillos, significa conseguir financiamiento para expandir o fortalecer tu negocio y lograr así aumentar exponencialmente sus ganancias.
¿Frente a cuales escenarios es recomendable el apalancamiento financiero?
Obviamente, toda inversión implica un grado de riesgo, por eso no debe tomarse a la ligera ni abusar de este producto financiero. Su uso debería concentrarse en servir para incrementar la inversión que deseas realizar a tu empresa, pero para la cual no cuentas con el capital propio suficiente, o deseas evitar descapitalizarte con el mismo e incluso para lograr acceder a nuevos o grandes proyectos que de otra forma no se pudiesen asumir. También, si se desea empezar un nuevo negocio para el cual no se cuenta con el monto necesario. En todo caso, la regla de oro es analizar minuciosamente el riesgo al cual te expones y si pudieses afrontarlo en caso de fracasar la empresa, recuerda que lo ideal es que la rentabilidad que logres con la inversión planeada sea mayor al monto apalancado y los intereses que genere, de lo contrario, desestima esta opción.
Tomemos un ejemplo de la cotidianidad de tu pequeña empresa.
Supongamos, que tienes un negocio personal dedicado a la pastelería, y estas considerando expandirte a otra zona, el lugar apropiado se encuentra en venta por 100.000 pesos, (puede ser dólares, yuanes, es lo de menos), pero sólo posees un capital de 20.000 pesos, ¿Qué hacer? Tienes dos alternativas: la primera es esperar, e ir ahorrando hasta que consigas la totalidad, sin embargo corres el riesgo de que el local sea vendido o revalorizado. Y la segunda opción, es la de utilizar un apalancamiento financiero. De esta manera, acudes a un ente financiero, tercera persona, o un banco, y pides financiamiento por el capital faltante, los cuales se te conceden a un 10% de interés anual. Con esto logras tu objetivo. Al año, decides vender el local, ¿Qué sucedería? Pues suponiendo que se revalorizó, lo vendes por 150.000 pesos, de los cuales descontando el capital propio, el apalancado, más los intereses del mismo, obtienes una ganancia de 42.000 pesos, es decir de 210%. Y no, no hubieses ganado más si comprabas en solitario, recuerda que no contabas con el dinero completo, pero además de haberlo conseguido (100.000 pesos), la ganancia hubiese sido de 50.000 pesos, es decir sólo un 50%. Aquí el apalancamiento financiero fue exitoso.