Trabajar al 60% del 1RM es el umbral mínimo necesario para obtener adaptación muscular tanto en personas no entrenadas como en ancianos. También se recomienda la utilización de tests como el 10 RM. Este valor se refiere a la carga máxima que puede ser movilizada durante 10 repeticiones de un ejercicio. Se utiliza el 80% del 1RM como punto de partida para determinar el 10 RM. Generalmente la función muscular se suele evaluar en la musculatura de los cuádriceps, ya que el grado de disminución de la fuerza yla atrofia muscular durante el envejecimiento parece ser superior en este músculo en comparación con otros músculos de la extremidad superior del cuerpo.
Esta evaluación se puede realizar básicamente en dos tipos de acción muscular:
a. Función muscular estática: permite determinar la fuerza (tensión) máxima voluntaria resultante al aplicar la máxima tensión muscular contra una carga inamovible y sin desplazamiento articular, generalmente utilizando tensiómetros de cable o dinamómetros manuales. En este sentido, la valoración se centra en los grupos musculares de las articulaciones que se someten a prueba. También se pueden utilizar células de carga o máquinas isocinéticas en su función isométrica. La fuerza isométrica de prensión de la mano es una medida fácil de realizar y se correlaciona bien con la fuerza de la pierna.
b. Función muscular dinámica: evalúa la activación muscular máxima de una acción concéntrica o excéntrica obtenida en desplazar un segmento corporal. Para poder evaluar la musculatura se utilizan habitualmente diferentes dispositivos que estudian los movimientos angulares desarrollados con variaciones de tensión, velocidad y duración. Entre estas herramientas de medición tenemos los denominados encoders lineales, los que permiten obtener velocidad, fuerza y potencia muscular.
Además, también se pueden utilizar plataformas de fuerza, las cuales registran las fuerzas de reacción del suelo en tiempo real, tanto en posiciones estáticas como en acciones dinámicas como la marcha, la carrera o el salto, entre otros. Por otra parte, en el caso de analizar una acción isocinética, donde la velocidad de desplazamiento es constante a lo largo de su recorrido, se necesita un dinamómetro isocinético.
Complementariamente, la fuerza y la función muscular también se han evaluado mediante baterías o escalas que cuantifican la condición física de la persona mayor. Escalas como la evaluación de la condición física en personas grandes (ECFA), batería de capacidades físicas (BCF) o valoración de la capacidad funcional (VACAFUN), son un ejemplo. La mayoría evalúan aspectos relacionados con el equilibrio, la velocidad de la marcha, la coordinación óculo-manual, la flexibilidad, la fuerza máxima, la fuerza resistencia y la resistencia aeróbica.
La fuerza en la extremidad inferior se puede evaluar mediante el Sit-to-Stand test con el que se pide que la persona levante de una silla lo más rápido posible sin utilizar las manos (con los brazos cruzados en el pecho). Si lo puede hacer, a continuación se le pide que levante cinco veces seguidas tan rápido como le sea posible. En este último test, se permite ver la resistencia muscular. Unos niveles bajos en la condición física de la persona mayor podrían predecir el estado de salud futuro de la persona, en relación con posibles fracturas, alteraciones cognitivas.
Autor: Manuel Rozalen