El desarrollo de la personalidad del niño y la niña, es una construcción que se cimenta en la primera infancia. Cimientos que dependiendo de su fortaleza y adaptabilidad, le permitirán a él y a ella, la adaptación más efectiva y amable a la vida dentro del sistema de producción actual. inoculados en el diario vivir del barrio y de las familias con un número grande de conformantes, los cuales permitían probar y pulir esas habilidades que solo las emociones motivan, guían y desarrolla.
Empecemos definiendo la emoción, según Palmero, Fernández-Abascal, Martínez-Sánchez y Chóliz (2002) exponen que La emoción es un proceso complejo, multidimensional, en el que están integradas respuestas de tipo neuro-fisiológico, motor y cognitivo. Por ello afirmamos que las emociones son de carácter bilógico, primitivo e instintivo y que su resultado es un sentimiento, el cual es de carácter racional y se utiliza como vehículo para expresar la emoción.
En esta misma línea definiremos inteligencia, como lo hace Robinson (2006) citando a Gardner el cual dice que es el conjunto de capacidades que nos permite resolver problemas o fabricar productos valiosos en nuestra cultura. Este sesgo definitorio nos coloca en la posición del siguiente paso, de lo perseguido por la escuela durante muchos siglos y reforzado en la masificación hecha alrededor de la revolución industrial. Ese paso es el ligue de la razón, representada con las ciencias puras y la comprensión de los sentimientos, los cuales combinados, dan sustento al avance de los procesos de pensamiento superiores. Situaciones como la creatividad, el arte y la imaginación no podríamos explicarlas perfectamente desde la razón, sin la compañía de lo sensible que caracteriza, al ser, como humano.
Cuenta de lo anterior lo hace Palmero, Fernández-Abascal, Martínez-Sánchez y Chóliz (2002), cuando dicen que en los seres humanos emoción y cognición están integrados. Ser solamente racionales nos niega el acceso a una fuente compleja de conocimiento emocional, que informa adaptativamente a la acción y contribuye a la resolución de problemas y a la toma de decisiones. Las emociones son indispensables para la toma de decisiones porque orientan en la dirección adecuada.
Desde la escuela psicológica y pedagógica enmarcada en la conducta, se afirma según Cohen (1987) que el principio central del conductismo es que todos los pensamientos, sentimientos e intenciones, todos ellos procesos mentales, no determinan lo que hacemos. Nuestra conducta es el producto de nuestro condicionamiento. Somos máquinas biológicas y no actuamos conscientemente; más bien reaccionamos al estímulo.
En congruencia con lo anterior nos atrevemos a afirmar que sin proceso superiores de pensamiento combinados con las respuestas biológicas producidos desde el ser por los estímulos, externos o internos, los cuales llamamos emociones, no existirían obras de arte, productos de la arquitectura o la capacidad de fe que nos hace humanos. Adicionalmente el aprendizaje dado desde el conductismo se apoya en los sentimientos como los producidos por las emociones como dolor o miedo o placer recompensa (ver experimento Watson).
Parafraseando a Lozano (2011), La característica de la inteligencia humana, de liberarse de lo sensible, mediante la simbolización, le da la posibilidad de reconocer pensamientos, ideas y emociones, evaluarlas, contextualizarlas y re significarlas, adaptándolas gracias a su inteligencia, a las situaciones que se le presenten. Esa capacidad aplicada a las emociones la podemos definir como inteligencia emocional. Según Vivas, Gallego y González (2007:13) La inteligencia emocional (IE) es el uso inteligente de las emociones: hacer que, intencionalmente, las emociones trabajen para nosotros, utilizándolas de manera que nos ayuden a guiar la conducta y los procesos de pensamiento, a fin de alcanzar el bienestar personal.
Para hacer el manejo de estas emociones, en principio debemos aprender a reconocerlas, a hacerlas consientes, Stella Marroquín (2012), para así elevarlas a la razón y colocarlas a favor nuestro. Este evidenciar de las emociones, se puede mediante diversas técnicas pedagógicas, ser facilitado y guiado desde la primera infancia. Como cierre citamos a Gardner, impulsador de la nueva estrategia de inteligencia emocional, el cual dice, con respecto a los beneficios que alcanzaremos como humanos, estudiantes y docentes por medio de ella: La comprensión de los demás es la capacidad de captar los sentimientos y las perspectivas de los demás e interesarse genuinamente por sus preocupaciones.
Las personas dotadas de estas competencias permanecen atentas a las señales emocionales de los demás; son sensibles y comprenden los puntos de vista de los demás, y los ayudan basándose en la comprensión de sus necesidades y sentimientos. Con lo anterior lograremos una recanalización de la solidaridad humana, permitiendo la evolución como la especie que Piensa, siente y hace.
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Escritor: Hever Mauricio Nuñez Gutiérrez
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