Hola, buen día. Los saludo, expresándoles que estoy un poco nervioso por escribir esta nota. Pues es la primera vez que redacto un pensamiento personal sobre este tema, que siempre me ha preocupado. Antes que nada, quiero dar las gracias a Dios, porque sé que Él me ha puesto en este mundo y siempre ha suplido todas mis necesidades. Y como resultado de esta bendición, también agrego que nunca he padecido pobreza, ni hambre; es por esto, que toda mi vida me he sentido privilegiado, pero siempre, he sentido mucha aflicción por convivir con mis semejantes en una sociedad marcada por enormes diferencias. Entonces, reflexionando sobre las soluciones que podría aportar para disminuir esas diferencias, o por qué no, eliminarlas, podría señalar que mucho tienen que ver los gobiernos que se encargan de dirigir los destinos de todos esos pueblos, donde la pobreza se ha convertido en un ícono propio de esas naciones.
Originalmente los pueblos se separaron por grupos que tenían en común una raza, un idioma y habitaban en una cierta área de territorio, compartiendo también una idiosincrasia y tradiciones propias. Quizás, cuando la Tierra no estaba muy poblada, sus habitantes podían suplir sus necesidades con menos dificultad, porque habían más recursos disponibles para todos. Pero llegó el momento, cuando la población creció, y por lo tanto, se comenzó a sufrir una crisis generalizada, donde sólo las personas que tenían más bienes, pudieron imponer las condiciones para prevalecer sobre las demás, creando esa desigualdad, que ha perdurado hasta nuestros días.
Así fue como surge el capitalismo, un sistema de gobierno que, aparece por la inercia surgida de la abundancia económica, y que le otorgó el poder político a la gente, que pudo acaparar suficiente riqueza, como para hacer inversiones y crear fuentes de empleo para el grueso de las poblaciones marginadas. Como contraparte del capitalismo, emerge el socialismo o comunismo, un sistema de gobierno, que lucha por la igualdad de clases y que puso el dedo en la llaga, al condenar las injusticias cometidas por los grandes empresarios, que se enriquecían impunemente al explotar a las grandes masas de obreros que estaban condenados a vivir en situaciones de pobreza perenne.
Parecía que esta forma de gobierno, sería la panacea para sanar la marginación social de los pueblos de la Tierra, y resultó ser como las pastillas que alivian temporalmente un dolor, pero que no curan la causa o el origen de la enfermedad. Este sistema gubernamental manipula la forma de pensar de la sociedad, promoviendo el conformismo y el estatismo, lo que conlleva a debilitar cualquier economía, pues no se impulsa el desarrollo económico, ni la creatividad social y porque el estado lo controla todo y no permite el libre mercado. Y, aunque han surgido otras formas de gobierno que resultan ser una combinación de las dos mencionadas anteriormente, y que tratan de obtener un equilibrio para ofrecerle a las sociedades mejores oportunidades de desarrollo, la raíz del problema sigue prevaleciendo a pesar de los esfuerzos realizados.
El problema se puede solucionar realmente, si se le ofrecen a los habitantes de una nación, mejores herramientas para ser productivos económicamente y sentar las bases para sanear la economía local, partiendo de buenas administraciones públicas, buscando eliminar al máximo la corrupción y los gastos innecesarios. Claro está, que si se impulsa la educación a todos los niveles de la población y se imparten cursos de capacitación técnica en todos los ámbitos laborales, esto facilitaría el acceso de la población a los centros de trabajo. Y aunque estas medidas mejorarían el status económico de un pueblo o de un país, parece que hay un escenario de maldad montado en el mundo, para que el egoísmo, la ambición personal y la ley del más fuerte, imperen sobre los buenos propósitos de cambio; porque existen muchos intereses comerciales que, a través de la propaganda de los medios de comunicación, envenenan a la sociedad para que se endeuden, para que consuman, para que se corrompan a cualquier precio y todo se convierta en un círculo vicioso, que enferme a los pueblos, más y más… Y si le echamos un vistazo al área de la salud, la situación cada día es más alarmante, porque ningún país del mundo ha sido capaz de tener una cobertura de atención médica amplia que cumpla con los requisitos mínimos de calidad, sobre todo en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo.
Concluyendo, puedo decir, sin ánimo de equivocarme, que la única opción es, esperar el advenimiento de un gobierno divino, emanado directamente de un juicio justo, perfecto, que practique la doctrina del amor, sin hacer acepción de personas y cuyo poder no tenga límites. Ese gobierno, es el del Rey de reyes y Señor de señores, quien aunque tiene el control de este mundo, muy pronto va a manifestar su presencia real, soberana y santa, en este planeta Tierra, hecho por Él mismo. Solo Jesucristo tiene el poder de hacerlo, porque el hombre es un ser corruptible y que por naturaleza es arrogante y egocéntrico, que solo vela por sus propios intereses, lo que lo convierte en un ser egoísta e injusto. Pero el gobierno del Dios eterno, de ese ser omnipotente que creó a la humanidad y la sustenta, es el único que puede darle al ser humano, esa felicidad plena, que lo haga vivir en un mundo lleno de paz y armonía, en donde todos vivamos como verdaderos hermanos.
Autor: Jesús García Cuellar
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