La enseñanza de la literatura es una de las ideas con un margen relevante de debate al interior de la formación del profesorado en humanidades como en los centros de gestión cultural y desarrollo de actitudes y capacidades artísticas. Algunos actores arguyen la imposibilidad de fecundar extrínsecamente un talento propio de la subjetividad artística y de las motivaciones sensoriales de cada ser humano por lo cual el trabajo en el aula con los textos literarios podría degenerar en un ambiente contaminado con esquemas preconcebidos, limitantes estéticas propias del estudio de los clásicos a lo largo de la historia o en el peor de los casos en un estudio transmisionista de datos artísticos contrario a la formación de una posible competencia literaria.
Sin embargo, en un costado menos escéptico se encuentra el planteamiento dado por el Ministerio de Educación Nacional de Colombia, el cual, a través de los Estándares Básicos de Competencias del Lenguaje formulados en el año 2007, como referente institucional-nacional para aquellos procesos de formación en lenguaje en los contextos de la educación formal (básica y media) orienta la pedagogía de la literatura hacia la consolidación de la tradición lectora, el desarrollo del gusto por la lectura, la re-interpretación del mundo, la construcción de sentidos transformadores de todas las realidades abordadas, la lectura critica, creativa y sensible, el desarrollo de la dimensión estética y cultural del lenguaje propio y primordialmente hacia el fortalecimiento de “su dimensión humana, su visión de mundo y su concepción social a través de la expresión propia, potenciada por la estética del lenguaje” (MEN, 25).
En consonancia con el postulado anterior, aparece el diálogo literario, una propuesta que permita investir a la lectura literaria con rasgos comunicativos (reales y participativos), otorgándole así, un papel central en la formación del lenguaje y en la percepción favorable (acompañada de compromiso activo) por parte de sus actores (estudiante, maestro). De esta manera se propone una actividad de conversación entre lector y texto, acompañada de la guianza del docente.
Ahora bien, la formación literaria se debe asumir desde un enfoque del lenguaje orientado a dar cuenta del diálogo entre las distintas voces asistentes al acto de comunicación propio del encuentro con la idea, el fragmento y el libro. Dialogar la literatura es ver la lectura literaria como una situación de comunicación donde los participantes presentan sus ideas y sentimientos desde un deseo y/o necesidad singulares. Dicha expresión proviene de experiencias de vida pasadas y se manifiesta en el presente como una fuente de interrogantes, sensaciones, opiniones y críticas sobre aquello que me es comunicado y sobre aquello que aparece en mí ser como posible respuesta.
Luis Alfonso Ramírez (2004) arguye que el acto comunicativo no es la transmisión lineal de mensajes desde un emisor activo (inicialmente) hacia un receptor pasivo a través de un medio y código rígidos. Sus planteamientos van dirigidos a dimensionar el acto comunicativo como un encuentro interactivo entre interlocutores donde ellos se manifiestan y reconstruyen por el otro a través del ejercicio del discurso; al mismo tiempo que aquello que ha sido llamado por mucho tiempo como mensaje es el resultado de diálogos anteriores con otros interlocutores, de la reconstrucción del saber del individuo desde su experiencia y de la necesidad-deseo presente al momento de proferir su intervención comunicativa.
Esta visión de la comunicación percibe el diálogo como un proceso donde el participante (a través del discurso) expresa y define (inacabadamente) su identidad (su ser interior). Acto paralelo al encuentro con el otro, con el mundo y experiencias de ese otro, con sus deseos e intereses. Encuentro simultaneo con una realidad de referencia que sirve de puente o de obstáculo para establecer el diálogo, realidad sobre la cual se inscribe el discurso o que es transformada a través del mismo.
Específicamente, se pretende propiciar en los maestros de lenguaje, pertenecientes al ámbito educativo nacional, el diseño de talleres donde se materialice el diálogo como estrategia de contacto entre los estudiantes y los textos literarios. La creación de dichos talleres debe partir de tres ejes básicos: la materialización de las ideas conceptuales, aquí planteadas, sobre la esencia del taller; el diagnóstico de los procesos y características de lectura propios de la comunidad en que se dará el taller, complementado con el análisis de los recursos (materiales, humanos y estratégicos) presentes y potenciales para llevar a cabo la actividad y finalmente pensar el encuentro estudiante-texto literario desde una perspectiva dialógica.
Referencias
MEN. Estándares Básicos de Competencias del Lenguaje. Colombia: Ministerio de Educación Nacional. 2007.
RAMIREZ, Luis Alfonso. Discurso y lenguaje en la educación y la pedagogía. Bogotá: Editorial Magisterio, 2004.
Escritor: Ronald Andrés Rojas López
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