En el Museo del Prado podemos contemplar algunas de las obras más representativas y significativas del arte de El Bosco (Hieronymus Bosch, h. 1450 – 1516) en dramático contraste con otras obras neerlandesas contemporáneas. El arte de otros maestros está enraizado en el mundo prosaico de la experiencia cotidiana, el mundo de El Bosco está tejido con la materia de los sueños y las pesadillas. Tempranamente fue considerado, un poco despectivamente, “un inventor de monstruos y quimeras” (Felipe de Guevara, hacia1560, primer noticia crítica conservada sobre la obra de El Bosco), o de “fantasías sorprendentes y extrañas, a menudo no tan placenteras sino más bien horripilantes a la vista” (Carel Van Mander, 1610).
Más recientemente se lo ha interpretado como un precursor del surrealismo que habría extraído su inspiración del inconsciente; o como un representante consciente de prácticas esotéricas o herejías religiosas medievales de una sexualidad desenfrenada. Ambas hipótesis han sido descartadas por los estudiosos más serios por su manifiesto anacronismo (una interpretación se funda en el psicoanálisis, la otra en la liberación sexual, dos constructos propios del siglo XX) y por la falta de datos históricos en los que apoyarse. Las investigaciones históricas parecen haber demostrado que Hieronymus Bosch era católico ortodoxo y miembro de la Hermandad de Nuestra Señora, cofradía dedicada al culto de la Virgen.
Precisamente es en la España católica donde su obra tendría un mayor éxito. Después de su muerte, en la segunda mitad del siglo XVI, algunas de sus obras más significativas fueron adquiridas por Felipe II, católico dogmático de la Contrarreforma, lo que confirma que su obra era considerada piadosa. ¿En qué fuentes abreva la representación visual de algunos de sus cuadros que aparentemente no se parecen en nada al conjunto de la obra pictórica de su época? Los medios de comunicación de masas y el arte marginal No se puede ignorar la importancia que para el arte tuvo el descubrimiento de la reproducción mecánica y, con él, el de los medios de comunicación de masas. capitalismo que terminaría por arrasar con esos privilegios.
Como los fenómenos históricos no se producen en forma aislada ni casual, es difícil establecer si el surgimiento de nuevas clases educadas impulsó el descubrimiento de la reproducción mecánica o si, a la inversa, fue este descubrimiento el que promovió una nueva cultura de masas.
A finales del siglo XIV aparecen las primeras xilografías. Clases sociales que, hasta entonces, no habían tenido acceso a imágenes artísticas pudieron decorar sus casas con xilografías. Desde principios del siglo XV el consumo privado de imágenes se popularizó.
En poco tiempo la imprenta se propagó por Europa. A diferencia de las toscas hojas volantes ilustradas con xilografías, las ilustraciones de libros adquirieron calidad técnica y refinamiento artístico. Los grabados pasaron a ocupar un lugar significativo en el arte, tanto los originales, obras de arte de pleno derecho, como las reproducciones de obras artísticas ya existentes. ” Así comenzaron a ser valoradas representaciones hasta entonces marginales (en sentido literal, puesto que aparecían en los márgenes de los manuscritos). De esta manera las artes gráficas desempeñaron un importante papel en el desarrollo iconográfico y estilístico del arte.
Es en estos grabados y en las imágenes marginales de los libros donde están prefigurados las temáticas y los monstruosos personajes de El Bosco. Los monstruos Los manuscritos del siglo XV abundan en personajes fabulosos, seres humanos sin cabeza o con cabeza de animales. Estos temas, motivos y alegorías morales sobre pecados y virtudes, representados en tapices, cofres, miniaturas y grabados, fueron trasladados de las artes marginales a grandes paneles de complejas y enigmáticas alegorías, realizados con una imaginación tan poderosa que aun hoy no deja de sorprendernos.
y la visión de Tundale tuvo mucha repercusión en los dos siglos siguientes. Pero hay también en la obra de El Bosco una originalidad sorprendente. Junto a formas más o menos convencionales, como hornos, abismos ardientes, lagos y ríos en que se sumerge a los condenados, aparecen creaciones nuevas que sólo se ven en su obra: fusiones extravagantes de elementos humanos, animales y objetos inanimados, cuerpos fragmentados, un sadismo oral y anal espeluznante. Reconocer las fuentes de inspiración del Bosco no reduce en nada el reconocimiento a su original y desbordante imaginación.
Bibliografía
– Jan Biatostocki, “El arte del siglo XV, de Parker a Durero”, Ed. Istmo, Madrid, 1989.
– Walter Bosing, “El Bosco, entre el cielo y el infierno – La obra completa – pintura”, Ed. Taschen, Köln, 2007
– Philippe Braunstein, “Aproximaciones a la intimidad, siglos XIV y XV”, en “Historia de la Vida Privada, de la Europa Feudal al Renacimiento”, Ed. Taurus, Madrid, 1988.
– Erwin Panofsky, Alberto Durero, Alianza, Madrid, 198.
Escritor: Luis Teszkiewicz