En el siglo XX, el malestar de la modernidad es indiscutible desde el inicio de este periodo, hubo simultaneidad entre el dualismo epistemológico y aquellas corrientes que no obedecían a su dictado. En 1914, estalla la primera guerra mundial, lo que traería un elemento nuevo ¨la incertidumbre, ¨ la cual introduce el concepto de crisis, se inicia el derrumbamiento del proyecto, el cual sería ¨liquidado¨ por la segunda guerra mundial. Así, el proyecto del individualismo, de proyección hacia el futuro, esa idea de progreso se rompe, debido a la exagerada autonomía, la cual rompió la especialización de la época moderna, fragmentando la búsqueda de un proyecto racional, social, unitario.
La fenomenología, se concentraría con creciente exclusividad en la premisa según la cual todo objeto de referencia potencial del espíritu humano situado fuera del vale como inaccesible es decir transcendental. Lo cual significo la concentración excluyente en los productos del espíritu humano. Esta crisis de la modernidad, representa la confrontación entre ciencia y técnica, es la crítica a la razón moderna, a la incapacidad del hombre en dar continuidad a todas las dimensiones de su ser, el tiempo para la alteridad, para el encuentro con el otro se convierte en afán, un afán que busca eludir el vació en que vive el hombre moderno.
El dinamismo de la modernidad, su papel constructivista, es remplazado por la inestabilidad, la incertidumbre, lo que origina ¨un vacío existencial, ¨ en donde el individuo, su subjetividad se doblegan ante el empuje del afán capitalista, las ideas de progreso perecen ante el influjo de la modernización. .
Por lo tanto la concepción de pertenecer a tiempos modernos no desaparece de la conciencia del hombre del siglo XX, sin embargo el desmontaje del progreso ilusorio se traduce en un elogio al hoy, al presente, la idea de progreso creó desilusiones, que a su vez se relativizan, es real la sensación, la percepción de desencanto, de pérdida de fe en el progreso, es la fragmentación de la identidad y su pérdida de sustancia, es la caída del proyecto de Modernidad, un desencantamiento creciente del mundo según Weber. Surge la aparición de la mentalidad económica, como una forma de conciencia, ya no es más la época moderna tributaria del pasado, su definición es de cara al futuro, el cual se agota al igual que sus ideas de progreso.
En donde las practicas discursivas institucionales o dominantes en la sociedad se ven confrontadas por otras narrativas, otras fantasías más efímeras, por nuevas cargas afectivas y por nuevas construcciones metafóricas, que conformaran un universo cultural donde se modelan nuevas prácticas sociales y recrea de nuevo diferentes discursos. La racionalidad, la libertad oscurecen la conciencia, la modernidad ya no se erige como esa fuerza rectora. Está inmersa en una crisis de la razón, que es correlativa a la suspensión del orden moderno como renglón de la verdad, su desaparición como ejercicio crítico es palpable, los símbolos de su caída, de su no realización se hacen presentes en el actuar humano, Auschwitz, se levanta como el símbolo de la tragedia de la modernidad, lo más llamativo es que se vincula la crisis a formas de violencia de extrema malevolencia, según afirmo Lyotard, un símbolo lejano al sentido, escenario del sufrimiento sin consuelo que arraso el espíritu, la cultura y a la humanidad. Surgiendo la fascinación por el horror, inhibiendo la búsqueda de respuestas colectivas ante este, subestimando el papel del sujeto ante esta realidad.
El siglo XX, arrastro al hombre al sentido opuesto de la concepción originaria de la modernidad, para la Escuela de Frankfurt, con Horkheimer y Adorno a la cabeza, afirman que las guerras no son locuras masivas, son actos de exterminio depurados, destinados al exterminio de otros pueblos. Es decir actos que procuran eliminar la otredad, fruto de la descomposición de la razón, por ello los fundamentos del proyecto moderno se perturbaron, al fortalecer al ¨yo¨ sin conciencia, esta alteración del individuo, de su percepción individual causa terribles transformaciones quebrando el ideal de progreso que se dieron con el proceso ilustrado.
Una crisis que cuestiona la razón positiva, una marcada incapacidad de la razón analítica del hombre, que derivo en crisis políticas y en las crisis de la sociedades democráticas, tal como lo reflejo el surgimiento del comunismo, del fascismo y del nacional-socialismo como formas de opresión de la individualidad, originando una mentalidad que conduce a la destrucción, a la devastación física y moral de Europa y occidente. Para Adorno, la primera guerra mundial, la segunda guerra, las revoluciones y los absolutismos se erigen como los cuatro jinetes de la modernidad, vinculando la violencia en sus distintas formas a los procesos identitarios.
En consecuencia el progreso en el conocimiento es rechazado por algunos epistemólogos, Gastón Bachelard habla incluso de una ruptura epistemológica, la marcha del conocimiento científico no es continua, por el contrario, por acumulación, es discontinua por saltos, en 1962, Thomas Kuhn sostiene también la discontinuidad del conocimiento, y que cada tanto se produce una crisis en la ciencia y debido a esta la comunidad científica adopta constantemente un nuevo paradigma, que es incomprensible con el anterior, pues poseen lenguajes distintos, y conciernen a mundos distintos, encontrándonos con la vieja teoría de Spengler, sobre la incomunicabilidad de las culturas, solo que ahora con una pretendida base de modernidad.
Por tanto, los hombres de ciencia no actúan bajo estos parámetros, ellos son conscientes de las continuidades y las discontinuidades, apoyándose en teorías anteriores para superarlas y aun cuando existen profundas transformaciones, debe entenderse que algunos principios permanecen.
Bibliografía
Margot J.P (1982) MODERNIDAD, LA CRISIS DE LA MODERNIDAD Y LA POSTMODERNIDAD. Editorial Unninorte. Santa Fe de Bogotá.
Habermas J. (2008).EL DISCURSO FILOSÓFICO DE LA MODERNIDAD. Katz Editores. Buenos Aires.
Escritor : Juan Fernando Montoya Gutiérrez
Los comentarios están cerrados.