En las aulas de clase, sin importar la asignatura que se imparte o el nivel educativo, estudiantes y educadores están todo el tiempo en constante interacción, donde el lenguaje corporal, escrito y sobre todo oral son los medios de comunicación para expresar ideas, sentimientos, pensamientos, experiencias, aprendizajes o nuevos conocimientos.
La oralidad es la expresión de la palabra hablada que se enuncia gracias al léxico o vocabulario que adquirimos permanentemente; es la forma comunicativa más exquisita, que se plasma ya sea en el grito de un recién nacido o en el diálogo elaborado y construido culturalmente.
A nivel educativo, los docentes prestan más atención a la enseñanza de la gramática que a la adquisición de nuevo vocabulario; el problema es evidente, lo cual exige por parte de la comunidad educativa una mirada reflexiva y proactiva desde la didáctica de la lengua materna para atender una problemática que incide en la comunicación humana y en los procesos de aprendizaje de las diversas áreas del conocimiento.
Desde los lineamientos curriculares de la lengua castellana, se propone desarrollar en los educandos competencias básicas como la textual, la interpretativa y la comunicativa, enfatizando esta última en la adquisición de más vocabulario para un óptimo desempeño en la oralidad y en la construcción de sistemas de significación, lo anterior acorde a la edad y nivel educativo de los estudiantes.
Es por ello que el vocabulario es una de las herramientas comunicativas más importantes que posee el ser humano y que va desarrollando a lo largo de su existencia. Su primer contacto comunicativo se presenta en el hogar, luego en las aulas de primaria donde va aprendiendo nuevas palabras, conceptos y le va dando significado y coherencia a sus expresiones orales y escritas, haciendo de esta manera que el lenguaje progrese en los diferentes niveles educativos.
Es así, como el aula de clase se convierte en el espacio de aprendizaje formal, donde el estudiante adquiere las bases léxico-gramaticales para la comunicación oral y escrita. De allí que la enseñanza de la lengua debe ser prioridad en los currículos y programas académicos para los docentes, con el fin de potenciar los procesos de adquisición y construcción de vocabulario extenso en conceptos y categorías tanto de uso académico como de uso cotidiano.
Pero mi pregunta es: ¿Se presta atención a estos procesos de adquisición de vocabulario en los educandos? O por el contrario ¿será el poco conocimiento y refuerzo de nuestra lengua materna lo que trastorna los procesos lecto-escritor y de oralidad en nuestros educandos? Tal vez sea esta la razón por la cual escuchamos a los niños, niñas, acudientes e incluso a los mismos docentes expresando: “es que perdió el examen solo porque no sabe leer o porque no comprendió cierta palabra y ahí se estanco…
La escasez de léxico en los estudiantes de primaria, secundaria e incluso en la universidad es una temática realmente lamentable; justamente en uno de los artículos de César Armando Navarrete (2008), uno de los peritos del Instituto Caro y Cuervo, él expresa con gran preocupación y tristeza que “ Hoy en día no existe el saludo fraternal, de amigos, de compañeros o simplemente de conocidos, en el que con un abrazo, un beso o un estrechón de manos nos decíamos: ¡hola, hermano! o ¡qué hubo, compañero!” . Al contrario la palabra usada es marica ¿será esta la palabra más adecuada para expresar nuestro afecto a la persona con la cual compartimos?
Pero la pobreza de léxico no solo es darle un uso inadecuado a nuestra lengua materna sino también es cohibir a los jóvenes de expresar con la palabra lo que ellos o ellas desde su entorno social han adquirido. Lo realmente importante es que el docente sepa escuchar y de la mano con su educando conozca cómo y porque él hace uso de ciertas palabras en ciertos contextos, para luego acompañarlo en el proceso de sustitución o adquisición de nuevo vocabulario ya que si los estudiantes poseen problemas de vocabulario, esto los llevarán a la pérdida en el interés de los procesos de lecto-escritura, y por lo tanto generará una dificultad mayor en los ámbitos de aprendizaje, no solo de la lengua sino de las demás asignaturas; pues la insuficiencia en el vocabulario conlleva a fallas en los proceso de aprendizaje, dado que si el estudiante siente que no es capaz o que no conoce el significado sobre las palabras que está leyendo, terminará por dejar el tema a un lado y se estancará o frustrará en su desarrollo profesional y personal.
Por Leidy Teresa Rincón Arias
Docente de lengua castellana inglés y francés
Universidad de la Salle