El presente escrito tiene como finalidad dar a conocer la importancia del arte dentro de los espacios educativos. Teniendo en cuenta que desde la escuela se permea una visión y unas prácticas frente al desarrollo artístico que debe tener un niño y/o niña. De tal forma se busca reflexionar en una primera instancia frente a estas prácticas y en qué medida aportan o limitan el potencial creador y transformador del niño.
Al hablar de arte la gran mayoría de nosotros solemos remontarnos a experiencias relacionadas al dibujo, la danza o representaciones teatrales, estas experiencias casi siempre enmarcadas bajo un perfil de repetición e imitación. Por ejemplo: el dibujo en la escuela se implementa desde la imitación de otras obras o imágenes ya dadas por el maestro. De esta forma el arte se mira desde la mimesis, el arte en función de lo decorativo o en función de representar como un espejo la realidad visible.
Desde este antecedente podemos apuntar a que la manera en que se asume la educación artística responde a una concepción, ideal e imaginario frente a lo que es esta, el cual según lo anterior se asume como una forma de imitación y no como acto de creación; característica fundamental del arte. Frente al arte como reproducción Vigotsky señala que “radica en que el hombre reproduce o repite normas de conductas creadas y elaboradas previamente o revive rastros de antiguas impresiones” es decir el ser humano revive experiencias, situaciones y emociones ya vividas las cuales busca plasmar y expresar de diferentes formas; no quiere decir esto que la experiencia construida por el sujeto no sea parte fundamental de su formación al contrario Vigostsky apunta a que la conservación de la experiencia anterior le permite conocer el mundo que lo rodea, pero no es indicio de que estas experiencias(ya vividas) le permitan seguir haciéndolo.
“Nuestra actividad no crea nada nuevo, limitándose fundamentalmente a repetir con mayor o menor exactitud algo ya existente” . Entonces cabe preguntarse ¿de qué manera el ser humano crea sin sujetarse a una experiencia ya vivida? ¿Cómo lograr salir de un esquema de reproducción a uno de creación y transformación? La respuesta no es fácil pero hay un elemento que proporciona componentes fundamentales que nos llevan más allá de nuestra tangible realidad a una más abstracta y enriquecedora: la imaginación.
“Toda actividad humana que no se limite a reproducir hechos o impresiones vividas, sino que cree nuevas imágenes, nuevas acciones, pertenece a esta segunda función creadora o combinadora. A esta actividad creadora del cerebro humano basada en la combinación la psicología, la llama imaginación y fantasía” La imaginación como un catalizador de la transformación, una función inherente al ser humano que en muchas de las ocasiones se alude a una cualidad infantil y no adulta, lo cual permite preguntar también: ¿La escuela será precursora de un agotamiento de la imaginación? ¿Los procesos de escolarización a los cuales se enfrenta el niño (a) limitan en vez de potenciar la imaginación?
Aunque es bien sabido que el niño en una edad inicial puede conocer y reconocer su mundo a través del juego simbólico, el cual al poseer una naturaleza imaginativa y real le permite recrear historias y mundos posibles haciendo de su experiencia lúdica un puente para construir otras realidades, posteriormente al ingresar a una etapa escolarizada los juegos imaginativos van decreciendo, decae el entusiasmo por recrear historias nuevas, aventuras de monstruos, barcos voladores e invisibilidad pasan al plano de: ¡tú estás muy grande eso es para niños pequeños!. Entonces la escuela como homogeneizadora del pensamiento busca que todos sean iguales y no ofrece apertura a la diferencia, Fernando alberca relata: si un maestro pide a un niño que dibuje un paisaje y él es muy original y pinta todo de negro, el profesor le rectifica; el profesor no está preparado para ser sorprendido; el profesor quiere que las respuestas en los ejercicios y los exámenes se ajusten a lo que dice el libro o él ha explicado, y eso limita el potencial de los niños”.
En esta medida la escuela como un puente para la construcción de conocimiento y el maestro como agente activo en dicho proceso, podrían repensarse el papel del arte y la imaginación en el espacio educativo para que pueda asumirse como una de las alternativas de generar nuevos conocimientos e ir más allá acto de reproducción el cual nos ha acostumbrado la tradición escolar, teniendo en cuenta que la imaginación es un eje transversal en todas las formas de conocimiento. Las grandes ciencias no podrían ser lo que son hoy sin la imaginación y su posterior materialización.
Lo anterior no desvirtúa la imaginación adulta frente a la de los niños(as) por contrario está según Vigotsky es más rica y madura que la de un niño (a) al alimentarse continuamente de la experiencia vivida; la imaginación adulta al mezclarse con la experiencia genera un increíble potencial creador. Entonces la tarea para que la imaginación no tienda a ser negada o minimizada en edades adultas depende de un trabajo pedagógico fuerte en la infancia “sobre la necesidad de ampliar la experiencia del niño si queremos proporcionarle bases suficientemente sólidas para su actividad creadora. Cuanto más vea, oiga y experimente, cuanto más aprenda y asimile, cuantos más elementos reales disponga en su experiencia el niño, tanto más considerable y productiva será, a igualdad de las restantes circunstancias, la actividad de su imaginación” .
De esta forma es necesario repensarse el papel del arte como experiencia no lejana a la realidad y cotidianidad del niño, al contrario una experiencia viva en permanente relación con sus ideas, sentimientos, emociones y contexto cultural, social y político. Dewey nos acerca al arte como una forma viva llena de multiplicidad de experiencias que enriquecen y dan forma al mundo, al separarse el arte del mundo este pierde sentido, carece de expresión; comprender el arte como tejido de creencias y deseos . “Cuando los objetos artísticos se separan tanto de las condiciones que los originan, como de su operación en la experiencia, se levanta un muro a su alrededor que vuelve opaca su significación general de la cual, trata la teoría estética. El arte se remite a un reino separado, que aparece por completo desvinculado de los materiales y aspiraciones de todas las formas del esfuerzo humano de sus padecimientos y logros” .
. En conclusión se hace necesario reflexionar frente al quehacer de maestro en la escuela y su participación en la investigación y creación de metodologías que le permitan a esta como institución, concebirse como espacio importante de socialización y construcción de conocimiento, un espacio inmerso en el contexto de la comunidad y la cotidianidad de cada uno de los individuos que la habitan, de ahí la importancia de la escuela como agente transformador de la sociedad de aquellas realidades injustas y generadora de nuevos mundos.
El arte como un instrumento de movilización del pensamiento, una forma de delirar, crear y soñar todas aquellas utopías, el arte no como objeto de consumo y decoración, el arte como forma de vida, el arte como alterador y protagonista de cambios; como realización de construcción de individuos más humanos y colectivos.
Bibliografía
Levsemyónovich Vigotsky. Arte e infancia. Libro tomado de: http://www.vigotsky.org/la_imaginacion_y_el_arte_en_la_infancia_capitulo4.asp .
Dewey, John. El arte como experiencia. Editorial Paidós. 1980
Arriaga, Aguirre Imanol. Conferencia No 4 contenidos y enfoques metodológicos de la educación artística.
Fuentes tomadas de internet: http://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20120203/54247867713/la-escuela-mata-la-creatividad.html
Escritor: Jhoana Romero