FORMACIÓN POLÍTICA EN LA ESCUELA DE HOY: UN EJERCICIO ANALÍTICO DESDE LA ÉTICA DEL SUJETO QUE ENSEÑA

 En la escuela de hoy, encontramos una serie de “figuras”, elementos, híbridos sociales que se transmiten en su interior como herencias culturales. La escuela ha sido depositaria de la tarea trascendental de transmitir los hechos sociales, que no son otra cosa que hechos individuales transformados en colectivos, a través de su acción mediadora y coactiva al educar, ya que lo colectivo no puede ser reducido a lo individual, es decir, la conciencia colectiva trasciende a los individuos (Mora, 2002 citando a Durkheim 1898).

Esta tarea, cuyos objetivos deberían estar enmarcados en el campo de la ética, en tanto se dirige a la socialización y enculturación de los nuevos individuos que se convertirán en actores sociales, ha carecido de la suficiente reflexión desde la ética como campo que busca la fundamentación de lo moral (Ricken, 1998); en este sentido, es evidente que los procesos escolares que buscan la formación política de los estudiantes, y su participación en modelos democráticos sociales, como son la elección de personeros, de representantes de los estudiantes y en general de figuras políticas dentro del ámbito escolar, no tienen la repercusión que deberían o que se espera tuvieran, debido a que no forman efectivamente en una responsabilidad con el otro, en suma, adolecen de una insuficiente reflexión ética, en la cual prime el bien común sobre el individual, el colectivo sobre el particular.

Los maestros desde su formación tendrán que iniciarse en la reflexión de este tipo de problemáticas, porque es justo antes de entrar a las aulas escolares cuando se debe discernir acerca de las dificultades formativas que desde su propia responsabilidad moral pueden llegar a transmitir, al asumir posiciones políticas superficiales y banales, que no correspondan con posturas éticas responsables. De esta manera, el docente en ejercicio debe aportar a una adecuada formación política de sus estudiantes, realizando una reflexión ética más profunda, que se refleje en el tratamiento serio y crítico de su propia toma de decisiones políticas, y en la forma como se acerca a sus estudiantes invitándolos a participar activa y responsablemente de la democracia como ejercicio político, desde el contexto educativo.

Y es que la tarea de la escuela en el ámbito de la formación política ha sido reducida a una mínima expresión, la escuela, y en particular el aula es un sistema ritual, donde prácticas, normas, valores, costumbres y tradiciones se transmiten y se repiten automáticamente, sin analizar su proceso de institucionalización, ni los significados que se construyen en los procesos de enseñanza aprendizaje (Andrade, Torres, & Lepka), en este sentido, figuras como el personero estudiantil, el representante de los estudiantes ante el consejo académico, el representante de los grupos, y en general, todos aquellos estudiantes que de una u otra manera representan sujetos políticos importantes en un centro educativo, son relegados a tareas elementales de logística en actividades deportivas o recreativas de la institución, es decir, se transmite un mensaje tácito en el cual estas figuras están al servicio de la autoridad o el poder, así, sin más ni más.

Igualmente, la reflexión ética que acompaña estos momentos en nuestras escuelas, no sólo no existe, sino que es tergiversada al confundir a los estudiantes y convencerlos de que la democracia consiste en participar de las consignas de campañas de los candidatos, reproduciendo el partidismo presente en la sociedad, que muchas veces es criticado por los mismos docentes que lo alientan en las escuelas, como intento de formar ciudadanos a través de contenidos no solo vacíos, sino carentes de un significado social y re-significado personal, sino de un análisis desde lo que realmente prima al formar personas, la ética.

Ahora bien, no es prudente aislar lo dicho sobre la formación política de la realidad que nos circunda en la actualidad, ya que los contenidos de dicha formación han variado históricamente en el marco de los diferentes contextos socio-culturales en los distintos países, oscilando, de una u otra manera, alrededor de asuntos referentes a la conformación y el funcionamiento de los sistemas políticos, los procesos electorales, los derechos y deberes de la ciudadanía, así como aspectos atinentes a la historia política y a la legislación, al tiempo que, en el periodo reciente se ha empezado a hacer énfasis en la participación y la deliberación (HERRERA Martha Cecilia, 2002), en otras palabras, el sistema mundo actual demanda una mayor “participación ciudadana”, no una mejor, sólo mayor, no es de extrañar entonces que las personas sean inducidas a hacerlo so pretexto de acrecentar la deliberación, y en detrimento de asuntos que puedan menguar la participación, como sería, un análisis de la inutilidad de un ejercicio de reproducción en la escuela de una figura desdibujada en el seno mismo de la sociedad.

En conclusión, la escuela de hoy está llamada a reinventar su papel protagónico en la formación del sujeto político, a reescribir los roles que los estudiantes deben asumir dentro de su educación para un efectivo ejercicio de la Democracia, a servir de escenario no solo para la reproducción de la realidad social, sino como seno de la toma de conciencia de los sujetos sobre su accionar político y sobre todo, está llamada a proponer nuevas formas de participación política en los que la equidad, la inclusión y el respeto primen sobre los intereses particulares y las consignas electorales.

Escritor: Nelly Yohana Escobar

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