Es innegable que un buen sueño reparador es el descanso cotidiano indicado para el buen funcionamiento del organismo, sin embargo, muchas noches este momento se ve afectado por distintas razones, interrumpiendo el ciclo necesario para reponerse correctamente. Si es verdad que muchas veces se pasa la noche en vela por preocupaciones y problemas, también es verdad que a diario realizamos distintas acciones que, inconscientemente, están jugando en contra a la hora de dormir.
En la noche, sobre todo durante dos o tres horas antes de dormir, es crucial vigilar la conducta, pues hay muchas variables que influyen directamente en lo fácil o difícil que se haga concebir el sueño. Existen razones por las que dormimos cuando está oscuro y despertamos con la luz del día, los ciclos y la exposición a la luz que recibimos diariamente determina cuánto y cuándo dormiremos. Si se te dificulta concebir el sueño, hábitos comunes como ver televisión de noche en tu cama, pasar mucho tiempo en la pc, laptop o celular antes de dormir, sabotean tu intento por dormir profundamente. Igualmente asegúrate de llevar más sol en las mañanas, esto ayuda a marcar tu ciclo circadiano, de manera que a la noche sentirás sueño naturalmente.
Revisar el teléfono si te despiertas en medio del sueño, o dejarlo con volumen alto cerca de la cama también pueden estropear tu sueño. Pero otros hábitos que quizá no habías relacionado con tu problema, pueden estar asimismo perjudicando tu descanso nocturno; leer acostado en la cama antes de dormir y mantener las luces prendidas ejerce el mismo efecto que la tv o el teléfono inteligente; sin embargo leer en sí puede ser una actividad que incite el sueño, hoy en día existen aplicaciones que permiten activar un modo nocturno para leer, o utilizar luces de lecturas tenues para leer libros.
Por otro lado, tanto la hora de la cena, como la cantidad y calidad de la comida que ingieras juegan un papel importante para lograr descansar profundamente. Mientras más tarde y más grande sea la cena, más tiempo le tomará a tu organismo digerir toda esa comida, por lo tanto, más tardarás en alcanzar ese estado necesario para que tu cuerpo se recupere. Intenta no comer después de las 8 y evita cenas demasiado pesadas; si se te antoja comer algo luego de la cena, opta por nueces o semillas, leche, o cualquier producto lácteo, estos productos contienen triptófano -aminoácido-, además su contenido alto en calcio optimiza el procesamiento de este aminoácido para producir melatonina, hormona encargada de controlar el ciclo diario del sueño.
Factores como el ejercicio también influyen negativa o positivamente, dependiendo de la hora y el tipo de metabolismo que tengas. Si eres de las personas que hacer ejercicio te energiza, debes hacer tiempo en la primera hora del día para salir a trotar o ir al gimnasio; si por el contrario quedas completamente relajado luego de entrenar, puedes probar ejercitarte al final de la tarde. Por otro lado, no realizar ninguna actividad física repercute negativamente, de hecho muchos estudios indican que 20 o 30 minutos de cardio mejoran la calidad del sueño; mientras que pasar mucho tiempo al día acostado o sentado en sillas o sofás afecta las ganas de dormir en la noche.
La temperatura es otra variable que interviene en el proceso del sueño. Así como la temperatura ambiental baja en la noche, la temperatura del cuerpo también decrece a medida que se aproxima la hora de dormir. Regula la temperatura para mantenerte fresco y evita despertarte del frío o el calor. Puedes intentar programar un baño tibio unas dos horas antes de irte a la cama, para maximizar el efecto de somnolencia que produce la disminución paulatina de la temperatura.
Por último, aunque ya bastante conocido, cabe mencionar que costumbres como tomar café o té luego de las 4 o 5 de la tarde promueven problemas para dormir. Igualmente el cigarrillo y las bebidas alcohólicas actúan como estimulantes, afectando de igual forma al organismo.