A lo largo de la historia, la profesión docente ha servido a la sociedad para la formación de conciencia de personas que puedan responder a los desafíos que esta le impone, por ello la docencia tiene una relación intrínseca con la formación en derechos humanos, ya que a través de la labor docente, desde la enseñanza de la teoría en derechos humanos y su práctica; se logra que los sujetos ejerzan su ciudadanía de manera consiente con relación a los derechos y deberes, ya que es fundamental integrar la noción del derecho propio y el de los demás, para establecer una sociedad democrática y en paz.
La importancia social del ejercicio docente debe estar encaminado a resaltar el valor de los derechos en las poblaciones vulnerables y el papel de los estudiantes en ello, lo cual es fundamental en la medida en que hoy jugamos un papel crucial en el contexto político y social, para esto el maestro a través de estrategias pedagógicas debe lograr que el estudiante se involucre e interese, por su proceso de formación educativa.
De esta manera se hace necesario que las instituciones que por diferentes visiones hoy excluyen a los niños y jóvenes de la participación, los reconozcan no solo como sujetos de derecho sino también como un igual, un ciudadano que puede participar en espacios de discusión; los cuales tienen derecho a ser escuchados y a expresarse libremente, donde el maestro tiene como función intermediar en este proceso de formación y fomento de la participación en los estudiantes.
Una educación ideal se fomenta a través de escuelas que eduquen para la democracia, que aventuren a sus alumnos en el análisis y la crítica, en la creatividad y el diálogo, en la tolerancia y la actividad, en la expresión de los sentimientos y los afectos, en el respeto por el otro, en la aceptación de las diferencias, en el reconocimiento de la igualdad en dignidad y en derechos, donde se tenga en cuenta concepciones propias del docente. Es decir, una escuela y un maestro que conviertan a los estudiantes en verdaderos actores de su proceso de formación y de aprendizaje, dejando de lado actitudes sumisas y pasivas que en nada ayudan a construir democracia y sustentar la vigencia de los derechos humanos en nuestro país.
Pero todo lo anterior se dificulta cuando el docente se enfrenta a la compleja realidad del joven, en lo cual se ve la necesidad de que el maestro brinde una sólida formación teórica en temas de pedagogía, derechos humanos, democracia, resolución de conflictos, psicología del niño y del adolescente, realidad nacional, entre muchos otros temas, que los maestros necesitan para comprender la realidad con la que trabajan y poder así responder a ella desde una mirada diferente, planteando la importancia de los derechos desde concepciones cercanas y validas al estudiante, que le sean útiles en su cotidianidad.
A partir de lo anterior es indispensable la reflexión en la práctica docente sobre los Derechos Humanos y su aplicación en un contexto de cambio, y de imaginarios que encontramos en la profesión educativa, los diferentes roles que juegan maestro y estudiante, acompañados de formas de actuar y de percibir el campo educativo, en busca de la interpretación o comprensión de las dinámicas de la cultura en Derechos Humanos en un mundo que tiende a homogenizar y que su funcionalidad es mediante la desigualdad y la injusticia.
Primero que todo es necesario destacar el rol docente desde esta perspectiva como aquel que tiene la responsabilidad de enseñar a seres humanos en campos específicos, orientando para que se desenvuelvan en la vida social, los cuales por lo general prosiguen con un esquema cultural predeterminado, por políticas estatales plasmadas en los fines de la educación, entonces se puede considerar la formación docente como parte de una educación humanizadora, en la cual los Derechos Humanos son claves y que a su vez aportan a la constitución de una sociedad más justa, equitativa y critica, donde se dan unas pautas para la formación de buenos profesores en donde se destaca que estos deben ser cultos (PULIDO,1987) (en términos de conocimientos), reflexivos, críticos, autónomos, creativos y autodidactas, que propicien la reflexión, el análisis y así mismo que promuevan el debate, sobre la reivindicación de los derechos.
Un aspecto importante que debe existir en todo educador es el sentido político, es decir una concepción clara en cuanto a la sociedad, la historia y lo democrático, con la finalidad de generar en sus educandos un pensamiento fuerte en la determinación de su sociedad, en visiones de cambio y responsabilidad del individuo. En este sentido es necesaria una concepción reflexiva del pasado como determinante de lo presente, por lo cual se hace imprescindible la instauración de un esquema memorístico que apoye el sentido político y la finalidad de la humanización en la escuela, y en donde el conocimiento genere unas metas deseables y alcanzables mediante conducta y hábitos alcanzados en el campo académico y axiológico (RATTO. 2002).
Para finalizar se hace necesario establecer una diferenciación de la profesión docente en cuanto a otras ramas profesionales ya que esta se caracteriza por un determinado manejo de relaciones sociales, profesionalización y ética, por lo que su labor representa algo más humanista y dirigido a la sociedad. No se trata de satisfacer a un cliente (WILFRED. 2002), sino de cumplir unas finalidades educativas como tal, en este sentido se encuentra que se puede dar una actitud investigadora del profesorado y su estrecha relación con la construcción de currículo en función de los Derechos Humanos y una cultura democrática, donde se establezca una participación conjunta entre docente y estudiante que posibilite la praxis, sin dejar de lado la discusión y el debate. Donde el maestro es un actor social y político en la educación que tiene un papel crucial en la construcción de una sociedad democrática a través de la enseñanza de los derechos humanos.
BIBLIOGRAFIA
• PULIDO, Orlando. (1987) Cultura y formación de docentes. Universidad Pedagógica Nacional. Bogotá DC.
• RATTO, Jorge. (2002) La cultura profesional en la profesión docente. Academia nacional de educación. Argentina.
• WILFRED, Carr y Stephen Kempis. (2002)Teoría critica de la enseñanza. La investigación – acción en la formación del profesorado. Ediciones Morata. Madrid. España.
Escritor: YISEL ALEJANDRA RODRIGUEZ PRADA