El amor constituye un eje primordial en el desarrollo y la vida de cada ser humano, empezando porque es el método para conseguir la perpetuación de la especie, pero también un fenómeno psicofisiológico que se expresa en obsesiones, temores, celos, deseos de posesión, odios, venganza, y todo esto regulado por un proceso bioquímico que se desencadena en el cerebro.
Para comenzar, debes conocer un poco cómo funciona el cerebro humano. Gracias a la evolución, el cerebro ha ido desarrollando distintas «regiones», la más primitiva es la región reptil que se encarga de funciones y reflejos primarios como supervivencia y control de la respiración; luego se encuentra la región límbica que se encarga de establecer vínculos filiales, donde se enmarcan capacidades como la crianza y protección por la familia, de hecho es en esta región donde afirman los neurocientíficos que se encuentran las raíces del amor; por último, la región más reciente, la neocorteza se encarga de habilidades humanas como el raciocinio y el lenguaje.
Estas tres regiones intervienen en el proceso del amor de diferentes formas, en tanto la región reptil se encarga de establecer una primera atracción fundamentada en el impulso sexual para la reproducción humana, por su lado la región límbica desarrolla vínculos afectivos hacia la persona, y la neocorteza intenta regular lógica y moralmente el proceso del enamoramiento.
Cuando hablo de proceso, quiero decir que en tu cuerpo ocurre un flujo molecular que se reflejan en cambios conductuales típicos del enamoramiento, y son responsables del porqué de nuestros deseos y obsesiones cuando te empieza a gustar una persona. La feniletilamina es el neurotransmisor responsable de la locura, la excitación y la euforia que caracterizan estas primeras etapas del enamoramiento.
La dopamina, un neurotransmisor producido por el hipotálamo que moviliza a las personas hacia la búsqueda del placer, estimula el deseo sexual y aumenta los niveles de testosterona, la dopamina puede ser muy adictiva, de hecho su producción está relacionada al consumo de ciertas drogas como anfetaminas y cocaína, colaborando en la dependencia de las personas hacia estas sustancias.
La serotonina es el neurotransmisor implicado en la inhibición de impulsos, en el amor colabora a regular o equilibrar el deseo sexual; endorfinas, como neurotransmisores opioides que actúan como moduladores del dolor, temperatura corporal y funciones reproductivas.
La oxitocina, que funciona como un neuromodulador en el sistema nervioso, regulando comportamientos sociales, patrones sexuales y conductas afectivas; sus niveles altos de oxitocina están relacionados con relaciones de confianza y generosidad entre las personas, también se cree que está implicada de alguna manera con el momento del orgasmo.
La adrenalina o epinefrina, es normalmente producida como una respuesta del organismo a situaciones de tensión, preparando al cuerpo para asumir un estado de alerta, genera un estado de excitación traducido en aumento del ritmo cardíaco y la presión arterial, tensión muscular y sudoración, conjuntamente la adrenalina es acompañada de la norepinefrina que se encarga de regular este estado de excitación, normalizando el ritmo cardíaco y la tensión arterial.
Y por último encontramos la testosterona o el estrógeno en el caso de hombres y mujeres respectivamente, que en las instancias del enamoramiento se encargan de producir feromonas, propiciar y preparar al organismo humano para el encuentro sexual en favor de la reproducción.
Todas estas “moléculas del amor”, conformadas principalmente por hormonas y neurotransmisores, son la razón neuroquímica de nuestro comportamiento al estar enamorados, su producción va variando acorde al progreso de la relación y determina el éxito o fracaso de la pareja.