LA MUJER COMO SUJETO RELEGADO

A través de los años la mujer ha enfrentado la discriminación y subordinación tanto en el ámbito Político como en el Social. En el político la desigualdad es evidente a la hora de aplicar para cargos laborales, en donde se le ha imposibilitado una equidad dentro de la participación activa y en la toma de decisiones; además legalmente no se garantiza el cumplimiento de los derechos de la mujer, ya sea porque las instituciones no cumplen su debida labor, las leyes se encuentren mal formuladas o por el desconocimiento de los programas y planes que las cobijan. En innegable que la situación de la mujer ha mejorado durante la historia, pues si lo analizamos en retrospectiva la exclusión antiguamente era más evidente, pues no podían ocupar cargos gubernamentales ni tener una participación activa y directa dentro de los procesos de elección popular.

En el campo Social, la exclusión es aún más problemática, pues el estado de  pobreza que afecta a la ciudadanía no ha sido superado con el pasar de los años de ninguna manera; contrario a ello, han ido incrementando las condiciones de pobreza extrema, afectando tanto a mujeres como hombres. La pobreza es un estado que genera condiciones particulares que afectan directamente al sector vulnerado como violencia intrafamiliar, violencia sexual, violencia física, entre otros aspectos que han perjudicado la calidad de vida de las personas.

La mujer, asumiéndose como perteneciente a una clase determinada, es afectada con los problemas anteriormente mencionados, pero es importante tener en cuenta que no es el único sujeto de su clase que presenta estás particularidades, ya que al vivir en sociedad y hacer parte de una comunidad y de una familia especifica su condición es compartida de igual forma por el grueso de las personas que se encuentran inmersas en su contexto.

Además del sometimiento de la mujer a condiciones subordinadas en sus ámbitos inmediatos, los medios de comunicación han definido ciertos estándares que supuestamente caracterizan al género femenino, moldeando el imaginario colectivo de la sociedad; ello produce que dentro de las relaciones sociales se reproduzca la exclusión de aquellas que no alcanzan estos estándares y así mismo se implanta un estereotipo de mujer que realmente no existe. A partir de lo anterior, la mujer crea la necesidad de imitar el estereotipo mediante prácticas consumistas, sin reconocer que aquel arquetipo propuesto por los medios de comunicación es inalcanzable, ya que está en constante cambio. De esta manera las dinámicas capitalistas limitan a la mujer como un sujeto designado principalmente para consumir.

Frente a esto, se propone dar solución a diferentes problemáticas que enfrenta la mujer, no solo desde un espacio determinado sino con múltiples programas que posibiliten su superación, utilizando como herramienta principal el marco legal. Mediante la implementación de cada una de las gestiones contempladas en el plan de igualdad de oportunidades para la equidad de género (2012), se orientan una serie de beneficios planteados de acuerdo con las problemáticas y las necesidades que permitieron el nacimiento de la política para la mujer y su futura continuación.

Continuando con el programa “Bogotá Positiva con las Mujeres”, el actual alcalde de Bogotá Gustavo Petro, ha propuesto la creación de una secretaria para las mujeres, la cual tendría como finalidad principal implementar la política pública de mujer y equidad de género. Lo anterior está propuesto como una forma de solventar las problemáticas que aquejan específicamente a la mujer y de alguna forma podrían ser consideradas como inversión social, ya que el estado aporta cierto capital económico e intelectual, que permite generar un proceso de reconocimiento como sector vulnerado ante la sociedad, y así mismo consolidar espacios de formación que modifiquen las prácticas que generan discriminación, subordinación y exclusión de la mujer. Este es uno de los ejemplos en donde el estado es asertivo, promoviendo políticas que constituyen un primer paso hacia la superación de la desigualdad de oportunidades, teniendo en cuenta las particularidades de un sector vulnerado como es la mujer.

En este sentido, el error no radica entonces en la formulación de la política social, por el contrario la raíz del problema reside en la forma de entender la situación de la mujer, pues al estar inmersa en una realidad en donde el neoliberalismo ha permeado los imaginarios culturales, se han modificado las relaciones sociales de los Colombianos, generando prácticas de sectorización que contribuyen a una lógica individualista o denominada en este caso “sexista”.

“No podría ser considerada la mujer, simplemente, como un organismo sexuado; entre los datos biológicos, solo tienen importancia aquellos que adquieren en la acción un valor concreto; la conciencia que la mujer adquiere de sí misma no está definida por su sola sexualidad: refleja una situación que depende de la estructura económica de la sociedad, estructura que traduce el grado de evolución técnica alcanzado por la Humanidad” (De Beauvoir: 1949, 19).

Finalmente, es importante destacar que la lucha de la mujer, encaminada hacia el reconocimiento, restitución de sus derechos y demás demandas particulares  está plenamente justificada, pues no se puede negar el hecho de que actualmente  la desigualdad de oportunidades es factible; sin embargo, a la hora de iniciar un proceso de liberación y cambio social es incorrecto  empezar por la diferenciación de géneros o de edad, ya que esto generaría el mantenimiento de la desigualdad, sectorización y el individualismo. Contrario a lo anterior, el reconocimiento como clase popular, permitiría identificar las problemáticas más importantes y que demandan mayor atención, como la pobreza, la falta de educación, el reducido acceso a servicios de salud, la distribución inequitativa de bienes y servicios, entre otras, permitiendo así articular las luchas de todos los sectores vulnerados hacia un bien común.

Autor:

Michael Steven Camelo Gómez

Licenciado de la Universidad Pedagógica Nacional

Maestrante en la Universidad de Nariño

 

BIBLIOGRAFIA

 

  • Bell Lara J. y López D. (2003). La cosecha del neoliberalismo en América Latina.

 

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  • Rico de Alonso A. (2005). Políticas sociales y necesidades familiares en Colombia. Colombia: CEPAL.