Hace unas semanas se desmantelaron dos redes de trata en Barranquilla y Cartagena, en las que incluso estaba implicada una ex–reina popular de la ‘Ciudad Heroica’, como la principal negociante de la misma; también se descubrió una en Armenia, de la cual se enviaban los jóvenes a la Costa Atlántica. Todos los medios de comunicación y los propios analistas del tema, apuntaron a identificar el problema sobre la explotación de menores de edad para fines sexuales, pero hay una pregunta mucho más importante que cuestionar: ¿se trata de prostitución infantil o de la alarmante situación de los jóvenes en el país, que inician su vida sexual a muy temprana edad?
Como una operación encubierta que perfectamente puede ser llevada a la pantalla chica o grande, se anunció el desmantelamiento de varias redes de prostitución infantil, en el centro y norte del país, en la que estuvieron participando agentes especiales de Estados Unidos. Hasta el momento se ha determinado que al parecer a las adolescentes se les suministraba una droga alucinógena conocida como 2CB, la cual produce un aumento de sensaciones eróticas en quien la consume; además se ha descubierto que los menores reclutados tenían entre trece y diecisiete años, a quienes aparentemente los engañaban y drogaban, para llevarlos a los encuentros sexuales que eran pactados con los clientes de esta red, en la que trabajaban hasta taxistas como proxenetas, vendiendo los servicios de los menores, a turistas que llegaban buscando este tipo de citas que ofrecían en Medellín, Armenia, Cartagena y Barranquilla.
Pero ante este panorama doloroso y aberrante, hay que tener los ojos bien puestos y los oídos bien abiertos ante la nueva dinámica de la educación y vida sexual de los jóvenes de Colombia. Y es aquí donde surge la pregunta: ¿se trata de prostitución o de la exploración e iniciación de los menores en su vida sexual y reproductiva? Según el estudio publicado en julio de 2012 por la empresa de investigación GFK (la más grande del mundo en su campo), Colombia es el país latinoamericano donde se inicia la vida sexual mucho más rápido, siendo a los 15 años, seguido por México y Venezuela, que es a los 16 años. Teniendo en cuenta estos resultados, se evidencia que los menores colombianos inician su vida sexual tempranamente y el rango de edad de quienes estaban siendo “explotados” por la red de trata, se ubica en la revelada por el estudio de hace dos años.
En 2012, a su vez el Dane reveló que 54 niños nacieron por día, hijos de jóvenes entre 15 y 18 años de edad, es decir, que anualmente veinte mil niños nacieron, en su mayoría producto de embarazos no deseados y en hogares de estratos bajos, algo que el Estado (que somos todos) no ha podido cambiar y/o transformar ni con pedagogía y tampoco con políticas del Gobierno Nacional. Precisamente de parte de éste último, existe una herramienta que le permite determinar la edad en la que tienen su primera relación sexual los colombianos, con la cual se deberían establecer programas y estrategias más agresivas que contrarresten este fenómeno en los niños y niñas del país.
La herramienta se trata de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (Ends) que se realiza cada cinco años; la última se adelantó en 2010 y según los resultados publicados en la página web de Profamilia, se ratifica lo ya revelado en 2012 por GFK: “entre las mujeres de 25 a 49 años, el 11 por ciento tuvieron su primera relación sexual antes de cumplir los 15 años, igual a lo encontrado en 2005”. ¿Qué significa esto? Que la educación sexual impartida en Colombia, no es lo suficientemente combativa, por denominarlo de esa forma, para crear consciencia en la población femenina y masculina, sobre los riesgos y consecuencias que trae el iniciar tempranamente una vida sexual sin responsabilidad.
Para la mayoría será un planteamiento desaforado e incluso difícil siquiera de considerar, pero infortunadamente la mayoría de los adolescentes que están entre los trece y diecisiete años, de alguna forma buscan explorar su sexualidad y se podría deducir que muchos de los que estuvieron dentro de esta red de trata, lo hicieron a voluntad propia por ese deseo y afán de llegar a tener su primera relación sexual. De acuerdo a la investigación sobre la prevalencia de relaciones sexuales en estudiantes de secundaria en Santa Marta, entre los 10 y 12 años, la cual fue publicada en 2011 en la Revista de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, “se encontró que uno de cada trece estudiantes de bachillerato entre 10 y 12 años de colegios privados (…) informó haber tenido relaciones sexuales”.
Esa misma publicación refuerza la teoría planteada en el presente escrito: “el comportamiento sexual de los adolescentes es un fenómeno complejo influenciado por factores biológicos y socioculturales. La llegada a la pubertad a una edad menor puede explicar, en parte, este inicio más temprano y posiblemente la disponibilidad o el acceso a información sexual en diferentes medios sea otro punto relevante”. Pero eso no es todo. También “encontró que la conducta de haber tenido relaciones sexuales se asocia significativamente con haber ingerido alcohol o haber fumado cigarrillo alguna vez. Estos comportamientos de riesgo se presentan en los mismos jóvenes porque son manifestaciones subyacentes de características de personalidad, como la búsqueda de la novedad y del placer”.
Así pues, la invitación es a ver más allá de lo que piensan y hacen los jóvenes colombianos, que en los últimos años han adaptado sus comportamientos a una sociedad que vende, promueva y de alguna forma acepta este tipo de explotación sexual a menores, con la permisividad de la desinformación tanto de padres como amigos y cercanos, de cómo deben los adolescentes iniciar responsablemente la vida sexual, ya que en su mayoría de veces la presión social los lleva a un afán exploratorio sin sentido.
Autor: Mayra A. Rodríguez L