LEGALIZACION DE LAS DROGAS, ¿EMPRENDIENDO UN NUEVO CAMINO?

Leemos con sorpresa que el gobierno de Uruguay ha aprobado mediante un proyecto de Ley la regulación del mercado legal de marihuana, con lo cual pretende regular todos los pasos que conlleva el mismo, como son su producción, distribución y venta en el país. Según el mandatario de dicho país lo que se intenta es desincentivar el narcotráfico y administrar el consumo. Según palabras del presidente, lo que se pretende no es favorecer el consumo libre de la droga como se podría presuponer, sino intentar eliminar el mercado de cannabis que en este momento está siendo controlado por el narcotráfico.

Este hecho, de la legalización o no de las drogas,  no es algo novedoso en el ámbito mundial, aunque los casos en que se contempla la legalización son los referidos al uso terapéutico: como paliativo de los dolores que producen algunas enfermedades terminales tales como el cáncer; pero, siendo algo que no se hacía extensible al resto del consumo que seguía siendo perseguido por los gobiernos.

La noticia ha tenido una amplia difusión a nivel mundial, por el hecho de si es posible que este proceso de legalización se convierta en un fenómeno “exportable” a otros países que mantienen este debate.

Partiríamos en un primer punto del análisis de intentar explicar la contradicción que existe entre la legalización de un producto que es una droga en sí mismo justificándolo con que eso posibilitaría la eliminación del contrabando que suscita, con el hecho del rechazo que se genera hacia el mismo porque se considera que provoca adicciones entre los que lo consumen, haciéndolos dependientes de una sustancia que puede producir efectos altamente nocivos para su salud física y mental a corto y a largo plazo.

Entre quienes defienden la legalización de las drogas, en general, se podría explicar su opinión, aduciendo que algunas de dichas sustancias no son realmente una droga porque no provocan graves efectos secundarios entre los consumidores, por lo cual no les parece excesivamente dañina; es decir, basan la justificación estableciendo una categorización dentro de la peligrosidad que puede provocar una determinada sustancia.

Y en este punto aparecen diversas preguntas que podríamos plantearnos, como podrían ser las siguientes: ¿Existen drogas que potencialmente pueden ser buenas o malas? ¿Podríamos establecer un ranking con las diferentes drogas que existen en el mercado hoy en día, para priorizar el consumo de unas sustancias sobre otras, aludiendo a su mayor o menor riesgo de adicción? ¿Sería justificable dicha legalización basándonos en el uso generalmente beneficioso que se le da en servicios de cuidados paliativos, como hemos indicado?

Podrían surgir multitud de cuestiones que giran alrededor de este debate. De hecho el tema de la legalización o no de las drogas, es un hecho que pervive en la sociedad desde hace bastante tiempo y  que ha suscitado numerosas polémicas.

Hemos señalado las razones que lo justifican, según los defensores, para conseguir que la permisividad del consumo se establezca por ley. Muchos de ellos lo hacen basándose en la eliminación del contrabando que provoca el consumo de un producto ilegal. A este hecho añaden otros como podrían ser mediante el control estatal, evitar la manipulación que se produce sobre las drogas, cuando éstas se presentan con gran pureza. Los narcotraficantes para poder aumentar sus beneficios lo que hacen son someter la droga pura a diversos procedimientos para “cortarla”; es decir realizar diversas manipulaciones y mezclas con otras sustancias para convertir un determinado tipo de droga en otro de similar aspecto y efectos; pero que al no ser puro puede multiplicar los efectos secundarios que provoca la droga en si misma; muchos de los cuales desembocan en la muerte del consumidor. Con estos procedimientos los traficantes logran aumentar de forma meteórica sus beneficios con escasos gastos. A estas justificaciones,  cierto sector de opinión esgrime el uso de la herramienta de “la información sobre el consumo”, y añade que los problemas que se derivan del consumo excesivo pueden evitarse con la “educación” en el mismo; es decir, conseguir que los consumidores tengan al alcance de la mano toda la información sobre los riesgos que conlleva el consumo de drogas y a partir de ese punto, poder determinar en cada caso si desean proseguir con el mismo y en qué grado van a hacerlo.

Tenemos en el punto opuesto de opinión a los detractores, los cuales manifiestan que el consumo consigue convertir al adicto a un ser manipulable, capaz de realizar cualquier acto que pueda llevarle a obtenerla, a pesar de que esté en contradicción con  sus propios principios, lo que supone una anulación total de la libertad del individuo.

En este momento, el debate continúa abierto y queda recogida en la legislación de cada país la forma de resolverlo; aunque, seguramente, siempre existirán dos opiniones contrapuestas, cada una de las cuales aparecerá entre sus adeptos como la más llena  de razones para ser defendida.

Escritor : Carmen P