La educación definida como formación integral, donde no sólo se forma en conocimiento sino también en valores, ha cambiado sus principios y por ende intereses a través de la historia. Aunque vale aclarar que la educación no ha sido solo una tarea ardua de la escuela, puesto que actualmente forma tanto la familia, como los medios de comunicación, el estado, la industria y la religión. La educación hoy en día es un total dilema, donde a la única que se le culpa es a la escuela, aún sabiendo que la sociedad y la familia forman constantemente a cada uno de los sujetos; por consiguiente la escuela tiene la tarea de educar a diversos sujetos, con múltiples subjetividades, es decir, personas de diversos contextos, creencias, posturas políticas y clases económicas.
En coherencia con lo anterior, no sólo se debe pensar la educación como la formación que brinda la escuela, si no como la influencia de los numerosos preceptores en cada individuo, entendiéndose pues que ya no sólo los docentes educan, ni los únicos aprendices son los estudiantes. Actualmente los jóvenes están interactuando cada vez más con: Primero, la pluralidad de culturas en el aula, como lo son los indígenas y tribus urbanas, Segundo, con las nuevas herramientas tecnológicas, medios que han intensificado la multiplicidad de culturas en el mundo. Sin embargo, ésta interacción no nos ha llevado a una comprensión de la realidad, nos ha llevado a la indiferencia y a la violencia.
En este orden de ideas, la escuela toma un papel relevante en cuanto a la construcción personal del cómo involucrar los contextos de los diferentes sujetos que conviven en un espacio en común llamado escuela, para de esta manera lograr transformaciones y cambios en esta sociedad que tanto lo pide desesperadamente. Fomentar una actitud crítica y de reflexión en los sujetos sobre los contextos que le rodean, es una tarea que involucra a los educandos, educadores y directivos, puesto que son todos aquellos los que forman la raiz de la escuela y nutren a sus estudiantes.
Desarrollar esa habilidad de desenvolverse, comprender y reflexionar sobre la realidad social, no es algo inmediato, tanto para los docentes como para los estudiantes; este trabajo requiere de tiempo, constancia y construcción. La escuela por su parte debe ir formulando nuevos proyectos curriculares, que integren el conocimiento y el desempeño social. Por consiguiente, la tarea del docente en la escuela, no está basada en trasferir conocimientos, si no en crear significaciones desde las diversas subjetividades, de esta manera el docente es un orientador que busca formar integralmente, es decir, de una manera neutral y en todos los aspectos, pues un docente no sólo tiene en sus manos el futuro académico de sus estudiantes, sino también su realidad, es por esto que el maestro tiene la tarea de trasformar una realidad desde el conocimiento.
Sin embargo, este dilema no se queda únicamente en el contexto y el papel del maestro en la escuela, sino también en la función que cumple cada uno de los educandos en dicho proceso de formación, puesto que como lo he dicho anteriormente, cada alumno es diverso. De modo que en un aula de clase, tanto el maestro como la escuela tienen la tarea de entender que cada sujeto tiene capacidades distintas, intereses diversos y contextos diferentes, por ello cada alumno es distinto y necesita ser entendido como tal.
Por esta razón es valioso que la escuela no solamente trate de formar en conocimientos impuestos, es decir, en los que propone el currículo, si no también que busque implementar la creatividad y las destrezas en cada estudiante, ya que de esta manera cada alumno puede adquirir su propia experiencia, identificar sus errores y buscar posibles soluciones. Como nos lo plantea el texto Sin rumbo: una aproximación a la juventud y la educación posmoderna, “el conocimiento queda colocado en los currículos como un objeto de dominio y de control”.pag73. No solo es importante que exista un orden, un diseño y una estrategia para lograr una comprensión y un aprendizaje; también es primordial la autonomía del estudiante, la cual le permita lograr una comprensión, responsabilidad y postura frente a lo aprendido; la imposición de conocimientos no permiten que el aprendizaje sea significativo y por ende no posibilita que sea reflexivo.
Cada educando tiene la posibilidad de encontrar sus habilidades e intereses, siempre y cuando el maestro lo permita, es decir, un estudiante tiene la posibilidad de convertirse en un alumno pasivo o activo, dependiendo de la debida orientación que dé el maestro. Por ejemplo, un maestro tradicional sólo brinda la posibilidad de transferir conocimientos impuestos por un currículo, de modo que el alumno es una especie de recipiente donde se deposita conocimiento; un alumno pasivo, como lo plantea Freire; mientras un maestro crítico y liberador puede orientar dichos saberes desde las mismas habilidades de cada estudiante, el alumno tiene la posibilidad de desarrollar todos sus potenciales partiendo de las diversas experiencias, habilidades, intereses y contexto, convirtiéndose así en un estudiante activo. Como nos lo propone la pedagogía critica…” Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos…..”. Pablo Freire.
De esta manera, si el maestro cumple la función de orientador, y el alumno de indagador activo, la didáctica vendría a ser la forma de relacionar la teoría con la acción, que en este caso sería de una forma dinámica, grupal y subjetiva, que le permita al estudiante enfrentarse al mundo real y reconocer que vivir es una experiencia individual que se realiza para garantizar que sean capaces de enfrentar situaciones complejas, que se le irán presentando a lo largo del camino de la vida.se necesita una relación permanente entre la práctica y la teoría para un aprendizaje significativo.
Escritor: Catherine Andrea Duque Montoya
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