En el escenario urbano, los conflictos están a la orden del día, en cada persona; de hecho, existen conflictos internos que en algún momento son exteriorizados y llegan a causar una especie de Barbarie Urbana.
Pero el conflicto que quiero abordar es el de la carencia de lugar propio, vivir en espacios aglomerados y las consecuencias que ello trae al momento de situarlo en el campo de la violencia y del miedo. El conflicto por espacio, tener lugar para sí mismo ha sido la necesidad y deseo humano desde su inicio como civilización, y por ello en cada familia, el tema de la casa propia, por ejemplo, cobra tanta relevancia. Este espacio se convierte en la fortaleza donde se quiere encontrar seguridad, el espacio para la relajación, el descanso del mundo exterior y olvidarse de los miedos, pero por sobre todo, el lugar donde mi identidad y gusto se expresa tranquilamente.
Actualmente asistimos a un fenómeno mediáticamente conocido como “Olas de Violencia”, en asaltos y violaciones a la propiedad privada, lo que infunde temor a ser víctima de esto, por ello se toman medidas tan peligrosas como la adquisición de armas de fuego para defenderse. Las familias se están armando para defender el patrimonio y la vida.
Aquí parte el tipo de Violencia Reactiva, o sea, la que se emplea en defensa de la vida, de la libertad, la dignidad y la propiedad. Esta, como dice Erich Fromm en su libro “El corazón del hombre”, parte del miedo y esa sensación causa la inseguridad que nos da al ver en los medios y escuchar en los discursos políticos, que la violencia no se detiene. Ante esto, es preferible correr riesgos, enfrentando la violencia con más violencia (armas, animales domésticos salvajes, etc.) por ello esta violencia es reactiva y es la principal que encontramos al momento de hablar de los conflictos urbanos y la búsqueda de un espacio individual.
El conflicto que origina la búsqueda de espacio en la ciudad, se relaciona con que se busca una identidad dentro de este escenario, cumplir un rol en él. Cuando uso el término de escenario, lo hago imaginando uno actuación y representación, tal como sucede cuando vamos a ver una obra de teatro, por ejemplo. En los escenarios vemos representaciones de algo, escuchamos distintos discursos que buscan cautivar o causar algún tipo de sentimiento en la gente que lo ve. Pues qué más cercano a lo que día a día hacemos en las calles de una ciudad: la ropa que usamos, como caminamos, la postura física, todo ello habla de nosotros, nos muestra ante los otros para que signifiquemos algo en ese escenario, por ello me pongo la ropa que me quede mejor, y de acuerdo a las sensaciones que quiera causar en otros.
Si consideramos a la sociedad post-moderna como un mundo en donde la imagen lo es casi todo y que ha moldeado los nuevos discursos sociales regidores de las nuevas identidades urbanas, encontramos que el tema de la búsqueda de la identidad y del espacio en este escenario no sólo va acompañado de palabras, sino de modas visuales. Por ello es que estamos llenos de prejuicios no tanto por cómo piensa la gente, sino por como visualmente visten. Las desconfianzas que tenemos de cuanto nos rodea apuntan casi siempre a que la “pinta” de tal o cual persona no me gusta, y empezamos a catalogar y hacer distinciones de bondad o maldad dependiendo de las apariencias.
) Aquí identificamos que existen grupos que se sienten identificados con determinados lugares espaciales de la ciudad, como los barrios marginales o poblaciones, campamentos etc. El tema es que dichas personas, al interactuar en un territorio que no es propio, buscarán dejar su marca e incluso imponer su cosmovisión (muchas veces regida por la violencia, el engaño y los miedos). Esto claramente generará algún conflicto, porque imponer la visión y reglas en un lugar ajeno a nosotros, en donde andamos de tránsito, enfrenta de manera violenta a quienes interactúan en él.
. Por eso al hablar de los nuevos discursos violentos en los espacios urbanos, me refiero a que es la imagen la que predomina en ello. El sentimiento de exclusión, tal como lo señala Marc Augé, se genera a partir de la búsqueda de un espacio propio, o un espacio que identifique y exprese nuestra personalidad e identidad. La confluencia de tantas identidades y grupos en reducidos espacios se traduce en luchas ni siquiera ideológicas o de contenido intelectual, sino que superficiales, por el cómo me veo y cómo me ven los otros. Este ejemplo, nos dice mucho sobre la inseguridad que se crea en el espacio urbano, pues no se vive tranquilamente en un lugar de intolerancia y poco respeto a las diferencias. No se vive relajado ni dentro ni fuera, ni en el espacio individual, ni en el escenario público.
Escritor: Tomas Noches Vera