El sistema de educación superior en América Latina, se ha preocupado por un perfeccionamiento disciplinar de las ciencias naturales, aplicadas y sociales de las carreras universitarias creadas para la formación de la personalidad del hombre en la producción según las exigencias de las corporaciones, industrias, compañías e instituciones gubernamentales o no, que de una u otra forma, persiguen un fin mercantilista. Este situación puede ser apreciada por ciertas debilidades en la responsabilidad social de Instituciones de Educación Superior (IES), en su deuda con el planteamiento universal del manifiesto de Córdoba de 1918, cuyos principios rezaban el papel de la universidad hacia la transformación de la sociedad en su contribución al desarrollo nacional.
Uno de los indicadores más perturbadores sobre este planteamiento, es la continuada brecha que existen entre ricos y pobres, la deficiencias en el ejercicio de una planificación ajustada a las realidades sociales que garanticen la elevada calidad de vida de las personas en la seguridad social, expresadas por los índices delictivos que surgen en la mayoría de los países periféricos, así mismo, se ha revelado deficiencias en la prevención de desastres sociales por los fenómenos incontrolados de la naturaleza y por último el gran descontrol económico que no permite una apertura sólida en beneficio de la sociedad, producto de la acumulación individualistas y corruptas que corrompen el estilo de una sociedad democrática.
En contraposición a la responsabilidad social de las IES, están los grandes avances científicos principalmente en materia de salud, lideradas por las industrias farmacéuticas que contrarrestan las innumerables enfermedades, virus, patologías, entre otros, que extrañamente surgen cada día. Estas industrias biotecnológicas, se han dedicado al financiamiento de las investigaciones científicas asegurando su derecho de propiedad intelectual y material del producto y que paradójicamente no todas las personas tienen acceso y por lo tanto contradicen el artículo veinticinco (25) de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Del mismo modo, sucede con el surgimiento de la tecnología, cuyos creación de la objetos de mucha utilidad, contribuye a la facilidad y comodidad del trabajo de las personas, hasta han logrado la sustitución de la mano de obra del hombre en distintas tareas específicas. Por otro lado, ha asegurado su éxito en los medios comunicacionales, como por ejemplo los celulares, microcomputadores, entre otros, y con apoyo de las industrias publicitarias conducen a formación de una persona consumista y por ende, contribuye a la destrucción de los espacios amazónicos para la extracción de sus componentes electromagnéticos como el Coltan.
Ante estas contradicciones, las IES siguen presentando una interrogante, ¿La educación se debe al interés social o al burocrático, mercantilista?, sin duda es una polémica mundial. El objetivo de la investigación consiste en definir los proyectos académicos y su participación transformadora de la sociedad, cuya metodología se caracteriza por su enfoque dialéctico materialista acompañados de métodos teóricos.
En el año 1998, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, a través del preámbulo de la Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI: Visión y Acción, declara entre sus recomendaciones que “los sistemas de la educación superior deberían: aumentar su capacidad para vivir en medio de la incertidumbre, para transformarse y provocar el cambio, para atender las necesidades sociales y fomentar la solidaridad y la igualdad;…” . Es decir, que la educación superior debe orientar sus funciones académicas e investigativas hacia la transformación de la realidad social.
A las IES, le conciernen establecer responsabilidades en la formación de futuros profesionales, pero ahora, se deben hacer esfuerzos para fomentar el desarrollo sostenible e incrementar paralelamente el mejoramiento de las condiciones sociales, económicas y culturales, quizás como lo sostiene, Tunnemann, citado en Casañas (2005), al inferir que las IES deben:
“influir sobre los cambios que requieran nuestras sociedades, contribuir a avizorar los diferentes escenarios futuros y diseñar alternativas de desarrollo humano sostenible, inspirados en los principios de la equidad, democracia, justicia y libertad, fundamento insustituible de una auténtica cultura de paz.”
Actualmente, los proyectos académicos de las IES en materia de responsabilidad social, se manifiestan a través de la extensión universitaria mediante los cursos de capacitación y actualización de oficios, así como la práctica organizativa de encuentros deportivos, recreativos y culturales en distintas comunidades quienes finalmente actúan como espectadores. En éste sentido, la responsabilidad de las IES, transcienden hacia la motivación de las organizaciones populares como protagonistas y actores de su propio proceso de desarrollo comunitario y, debe superar las funciones administrativas de unos pocos dirigentes sociales para la participación activa y transformadora de la sociedad.
La concepción de proyecto, ha sido asumida por las ciencias como un elemento dirigido al desarrollo de fenómenos sociales, en la actualidad, el término de proyecto implica muchos elementos que la definen como un proceso, sistemático, planificado, ordenado, cuyos componentes conllevan a un fin específico determinados por objetivos. Pero para cualquier tipo de acción dirigida a la transformación de la sociedad es considerada por las comunidades como proyecto de desarrollo.
BIBLIOGRAFÍA
Casañas, M. (2005). El cambio educativo: un reto de las políticas nacional ante el nuevo milenio. Ediciones imprenta universitaria UBV, coordinación de Ediciones y Publicaciones. Caracas – Venezuela
Instituto Santa María (2007). Origen de Proyectos. Material fotocopiado para proceso de inducción. Caracas-Venezuela.
UNESCO (1998), Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI: Visión y Acción. París.
Autor: Jesus Edgardo Barreto Rivas