Sin embargo, no queda muy claro, en las argumentaciones de quienes defienden la ciudad compacta, qué tipo de forma urbana es la que mejor corresponde a este modelo urbano y social. Lo que muchos comparten es que << la ciudad sostenible debe tener una forma y una escalera adecuadas para permitir un desplazamiento fácil caminando, en bicicleta o en transporte público >>. Se pueden observar diferentes formas urbanas:
1) Un único gran centro que se va expandiendo hacia el exterior de manera radial.
2) Pequeñas y múltiples centralidades concentradas, conectadas entre sí por una red de transporte público que pertenece a una red de microciudades.
3) Núcleos dispersos en comunidades autosuficientes.
Según Joe Ravetz (Urban Form and Land Use), la cuestión sobre la forma urbana va más allá de intentar solucionar la densidad urbana o de elegir la posición de las áreas verdes, se trata más bien de asignar una estructura espacial a las actividades humanas.
En este sentido, no hay que pensar necesariamente en la construcción de nuevas ciudades, sino en la reestructuración de las ciudades existentes, asumiendo la importancia de la clusterización y de la diferenciación: los principios de la escala humana referidos a los barrios de las ciudades deben reinterpretar y adaptar a la ciudad posindustrial. El primer reto es el enlace entre casa, trabajo y servicios. Se podría hablar de una cantidad aproximada de unos 10.000 a 20.000 habitantes por cluster, y un tamaño medio reconocida (para la mayoría de los habitantes) equivalente de entre 1.000 m2 y 4.000 m2, en función de la calidad ambiental de la zona.
Estas condiciones se pueden conseguir mediante la generación de clusters de alta densidad habitable y uso mixto, con un radio medio de hasta un kilómetro, enlazados entre sí mediante transportes públicos eficaces, en una estructura global o ecoestructura vinculada, al mismo tiempo, a una fuerte matriz de espacios verdes.
Autor: Diana Perilla