El general Prim, en 1868, encabezó una insurrección militar de signo progresista que abrió las puertas al conocido sexenio revolucionario. Isabel II marchó del país y Amadeo de Saboya fue coronado como nuevo rey. Una constitución, la de 1869, que daba amplias libertades democráticas. El asesinato del general Prim y la abdicación de Amadeo precipitaron el advenimiento de la Primera República (1873-74).[1]
Hacia finales del siglo XIX se empiezan a dar en varios países de Europa y en Estados Unidos, una serie de actitudes culturales con una clara intención modernizadora. Este nuevo proceso de cambios recibirá diversos nombres según el lugar donde surge, Modernismo en Cataluña, Art Nouveau en Francia, Modern Style en Inglaterra, Jugendstil en Alemania o Sezessionstil en Austria.
El Modernismo es sobre todo una reacción contra el pasado. Los artistas e intelectuales rompen con las convenciones creativas y morales. Quieren alejarse del naturalismo positivista y conservador que dominaba la escena artística y literaria de aquel momento. Hay una clara intención de cambio, ganas de progresar y aportar novedades en los planteamientos diarios, pero partiendo de un antecedente conocido.
El Modernismo es un movimiento cultural que se produce en Europa a finales del siglo XIX y principios del XX. A pesar de que este movimiento cultural de búsqueda de nuevas formas y expresiones afecta a todas las manifestaciones del arte y el pensamiento, es en la arquitectura y las artes plásticas donde se muestra con pleno sentido.[2]
Los ideólogos del movimiento están completamente en desacuerdo con su entorno. El mundo es heterogéneo y contradictorio, el artista crea espacios de evasión, «paraísos artificiales» para suplantar la realidad. Al igual que en el Romanticismo, el exotismo y el mundo de la imaginación toman fuerza. Para ellos el arte ha llegado a unos estadios poco creativos, está al servicio del hombre, es una simple propuesta decorativa, no trasciende más allá.
Los modernistas quieren recuperar al hombre individual, natural, consciente de su pasado y crítico con su presente. Durante la primera parte del Modernismo, la vida sólo se justifica desde el punto de vista artístico. El hombre no vive del arte, vive por el arte. El arte es una actividad superior a las otras actividades humanas, y por esta razón, el artista es un ser superior. El auténtico modernista tiene un espíritu individualista, un gran deseo de sinceridad, insatisfacción subversiva y elegíaca, una imaginación visionaria y una emocionalidad morbosa.[3]
Los modernistas no están de acuerdo con las actitudes de la burguesía, no aceptan la clase a la que pertenecen. Reivindican el artista como ser profesional, como trabajador del arte. El modernista vive del arte, pero del arte como actividad superior a las otras actividades humanas.
Esta actitud y posición ya se daba en Europa. Los escritores y artistas estaban totalmente en desacuerdo con los burgueses materialistas. Estaban en contra de los avances científicos y técnico de la sociedad industrial. Cambios que alejan al hombre de la naturalidad, la espiritualidad y la sensibilidad. El artista se siente marginado.
En este sentido, la expansión del Modernismo, coincide con la grave crisis política, social y económica que vive el Estado español como consecuencia de la pérdida de las últimas colonias de ultramar: Cuba y Filipinas, en 1898. Este evento hará que la cultura, especialmente desde el marco literario, en el resto del estado, se centre en esta problemática, que tiene su máxima difusión y representación en la Generación del 98.
Según Marfany, los modernistas, por encima de las preferencias estéticas y de inclinaciones idelògiques, se consideraban caracterizados, unidos y diferenciados del resto del mundo cultural en que vivían, por un propósito fundamental: el de modernizar una cultura y en el fondo toda la sociedad, que según Brossa, pedía «dejar de vivir del pasado».[4]
Estos hombres creían que la cultura española de su tiempo sufría de dos males básicos: por un parte, se trataba de una cultura atrasada respecto de las culturas nacionales modernas europeas, y aún peor, una cultura tradicionalista que se empeñaba en este atraso, por otra parte, era una cultura que no aspiraba a la universalidad, sino que era, por esencia, localista, una cultura que había nacido como expresión de un particularismo regional y que no se atrevía de ir más allá.
Según Marfany, los modernistas, por encima de las preferencias estéticas y de inclinaciones idelògiques, se consideraban caracterizados, unidos y diferenciados del resto del mundo cultural en que vivían, por un propósito fundamental: el de modernizar una cultura y en el fondo toda la sociedad, que según Brossa, pedía «dejar de vivir del pasado».[5]
Estos hombres creían que la cultura catalana de su tiempo sufría de dos males básicos: por un parte, se trataba de una cultura atrasada respecto de las culturas nacionales modernas europeas, y aún peor, una cultura tradicionalista que se empeñaba en este atraso, por otra parte, era una cultura que no aspiraba a la universalidad, sino que era, por esencia, localista, una cultura que había nacido como expresión de un particularismo regional y que no se atrevía de ir más allá.
El Modernismo es un movimiento artístico de ámbito europeo que toma diversos nombres en función del país donde se manifiesta: Art Noveau (Francia); Moderno Stjil (Alemania y Austria).
A nivel artístico, es lo que podemos llamar un arte completo, ya que se manifiesta en todas las artes plásticas: en la música, en la literatura y en diversas actividades artesanales, especialmente la joyería.
En todos los campos artísticos que se manifiesta, el modernismo tiene dos características en común: la voluntad de modernizar, por un lado (tal y como su nombre indica) y el mencionado componente nacionalista por otro, que se evidencia en la simbología que utiliza. Se pueden destacar los siguientes artistas a nivel internacional:
- Gustave KLIMT: pintor
- William MORRIS: escritor (también vinculado a las artes gráficas)
- Henry van de Velde: pintor
- L. C TIFFANY: artesano y diseñador (joyas)
- Henry Tolouse-Lautrec: pintor
- Antoni Gaudí: arquitecto
- Josep Puig i Cadafalch: arquitecto
- Lluís Domènech i Muntaner: arquitecto
- Gustave EIFFEL: ingeniero
- Josep LIMÓN: escultor
- Santiago RUSIÑOL: escritor (dramaturgo) y activista cultural
- Ramón CASAS: pintor
- René LALIQUE: artesano y diseñador
- Juan MARAGALL: escritor (poeta)
- Enric Morera: músico
[1] Fernández Molina, Antonio (ed.), Antología de la poesía modernista, Madrid, Ediciones Júcar, 1982.
Fuentes Hernández, Víctor (ed.), Poesía bohemia española. Antología de temas y figuras, Madrid, Celeste Ediciones, 1999.
Gimferrer, Pere (ed.), Antología de la poesía modernista, Barcelona, Seix Barral, 1969; Barcelona, Península, 1981.
Gómez Bedate, Pilar (ed.), Antología de la poesía modernista, Barcelona, Hermes, 1999.
Gullón, Ricardo (ed.), El modernismo visto por los modernistas, Barcelona, Guadarrama, 1980.
[2] Fernández Molina, Antonio (ed.), Antología de la poesía modernista, Madrid, Ediciones Júcar, 1982.
Fuentes Hernández, Víctor (ed.), Poesía bohemia española. Antología de temas y figuras, Madrid, Celeste Ediciones, 1999.
Gimferrer, Pere (ed.), Antología de la poesía modernista, Barcelona, Seix Barral, 1969; Barcelona, Península, 1981.
Gómez Bedate, Pilar (ed.), Antología de la poesía modernista, Barcelona, Hermes, 1999.
Gullón, Ricardo (ed.), El modernismo visto por los modernistas, Barcelona, Guadarrama, 1980.
[3] P. Cerezo Galán, Palabra en el tiempo. Poesía y filosofía en Antonio Machado,
Madrid, Gredos 1975. Pp. 81 – 152
[4] Fernández Molina, Antonio (ed.), Antología de la poesía modernista, Madrid, Ediciones Júcar, 1982.
Fuentes Hernández, Víctor (ed.), Poesía bohemia española. Antología de temas y figuras, Madrid, Celeste Ediciones, 1999.
Gimferrer, Pere (ed.), Antología de la poesía modernista, Barcelona, Seix Barral, 1969; Barcelona, Península, 1981.
Gómez Bedate, Pilar (ed.), Antología de la poesía modernista, Barcelona, Hermes, 1999.
Gullón, Ricardo (ed.), El modernismo visto por los modernistas, Barcelona, Guadarrama, 1980.
[5] Porrúa, 1992. ————, Azul, México, Leyenda, 2006. De León, Olver Gilberto, Literaturas ibéricas y latinoamericanas, París. Orphrys, 1981. Durand, René L.F., Rubén Darío, París,
Seghers, 1966. Joset, Jacques, La littérature hispanoamericaine. 1e éd. Paris, Presses Universitaires de France (PUF), 1977. Pérez Leyva, Ma. De los Ángeles, Literatura universal,
México, Porrúa, 1992. Ureña, M. Henríquez, El retorno de los galeones, México, De Andrea, 1963. Yahni, Roberto, Prosa modernista hispanoamericana, Madrid, Alianza, 1974.
Acereda, Alberto (ed.), El Modernismo poético. Estudio crítico y antología, Salamanca, Ediciones Almar, 2001.
Crespo, Ángel (ed.), Antología de la poesía modernista, Tarragona, Ediciones Tarraco, 1980.
Esteban, Ángel y Sabido, Vicente, Antología del modernismo literario hispánico, Granada, Comares, 2001.
Fernández Molina, Antonio (ed.), Antología de la poesía modernista, Madrid, Ediciones Júcar, 1982.
Autor: Wang Jung
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