Suele ocurrir con frecuencia que cuando examinamos situaciones relacionadas con nuestro proceder diario, reflexiones sobre lo que hacemos y queremos se nos inunda el pensamiento. Es común que una mayoría importante de personas no tenga un plan, pues puede que no exista una visión; una meta involucrada. Por ello proyectarnos es tan prioritario.
Conocer lo que aspiramos y proceder en su cometido es de vital necesidad, no solamente para desarrollar los pasos que nos guíen a nuestro destino, sino que –aunado a ello- representa tranquilidad y estabilidad emocional en nuestro desenvolvimiento diario. La clave del éxito está en la planificación.
Define el objetivo
Establecer un enfoque es primordial, es aquí cuando se hace hincapié en definir un objetivo. Para facilitar el proceso, como una herramienta indispensable, se podría recurrir a las siguientes preguntas:
¿Qué nos gustaría hacer? Para responder a esta disyuntiva, además de valernos de nuestras destrezas, el objetivo debe estar intrínsecamente ligado con nuestros gustos y afinidades. Con qué nos sentimos identificados y por qué.
¿Cuáles son nuestras aptitudes? Internalizar en nuestras capacidades es esencial. Conociendo y teniendo poder sobre nuestras habilidades, daremos el primer paso para conocer nuestro objetivo.
Enfócate en el proceso, no en la meta
Puede que el proceso para llegar a lo que queremos se torne difuso, es por ello que la incertidumbre sobre cuánto tiempo nos tomará nos impaciente. El estrés se hace palpable cuando nos damos cuenta de que quizá nos cueste obtener lo que otros obtienen en cuestión de segundos. Debemos entender que cada quien avanza a su manera y que el éxito no se mide en tiempo, sino en calidad. Apuntar en la meta es solo un signo de nerviosismo. Enfocarse en el proceso, en cambio, nos facilitará el desarrollo de lo planeado.
¿Con cuáles recursos cuentas?
Teniendo el objetivo y habiendo consumado el primer paso, nos toca analizar lo que está a nuestra disposición:
Tiempo: ¿de cuántas horas disponemos a la semana? Es importante organizar un horario que nos permita abarcar y cumplir con los quehaceres para el avance de nuestro plan.
Ambiente de trabajo: es preciso poseer un sitio fijo en donde podamos desdoblar nuestro crecimiento profesional.
Capital: generar ingresos mediante cualquier medio, incluso si se trata de algo a lo que no queremos dedicarnos, nos proveerá entradas para futuras inversiones; todo con el fin de llegar a la meta trazada.
¿Quiénes son tus aliados?
Relacionarnos con personas encaminadas en el mismo provenir nos establecerá un piso para conocer a nuestros aliados. Ir fundando contactos nos permitirá ampliar nuestro camino. El apoyo es necesario, sobre todo si lo recibimos de familiares, colegas o individuos con disposición de crecer al igual o tanto como ambicionemos nosotros.
En la planificación también abunda el depender del apoyo de estas personas que nos aligeren la carga y nos ayuden a crecer constantemente en aquello que deseamos. Saber quiénes ocupan este papel y tratar de desempeñar el mismo, procurando saberse en el mismo entorno laboral, para así generar una retroalimentación de ideas.