Es normal, que en tiempos como hoy, donde la tecnología ha abarcado una porción importante de la vida cotidiana de las personas, se cuestione la pertinencia del estudio de algunas disciplinas sociales como la historia la democracia y en especial la geografía, ya que, gracias a dichos avances, es muy común que la nueva generación de celulares tenga consigo herramientas tan útiles como un GPS que le permite en tiempo real dar las coordenadas exactas de la posición en la que se encuentra dando a conocer los lugares que ha frecuentado o a dónde ha pasado sus últimas vacaciones.
Dado que hemos relacionado el conocimiento geográfico con el hecho de “calcar” mapas abandonando todos los intentos por interpretar la relación existente entre el hombre y el espacio que vive, recrea y modifica; y si bien el mapeo de los espacios en una parte del estudio geográfico, dicho mapeo debe tener un significado relevante en las personas que lo estudia, más allá de una mera interpretación de convenciones, el estudio de la geografía, del espacio geográfico y sus representaciones debe despertar el sentimiento patriótico de defender lo propio, la tierra y sus significados, debe cargar de sentido la vivencia de las luchas campesinas e indígenas, debe despertarnos ante la pérdida de hectáreas de recursos naturales y del conocimiento de la biodiversidad que tiene este país.
Lastimosamente en los currículos académicos de las escuelas, cada vez más, el espacio dedicado al estudio de las ciencias sociales es más reducido, el conocimiento social ha perdido la importancia y la necesidad frente a otras áreas del saber, ya que, en la época de los abuelos y abuelas la enseñanza de la historia y la geografía era un ejercicio memorístico de fechas, batallas y formas del relieve y con el transcurrir de los años, algo de estos imaginarios persisten, ya que se evalúa al estudiante según su capacidad de memorizar datos, pero no, en el desarrollo de un pensamiento reflexivo, propositivo y critico frente a lo que aprende.
El Ministerio de Educación Nacional, propone para la enseñanza de las ciencias (Naturales y Sociales) el desafío de promover una educación donde se formen ciudadanos capaces de reflexionar sobre los fenómenos que los rodean y con un fuerte sentido de responsabilidad frente a lo ecológico y político del país a través de unos estándares que fomentan una mirada homogénea de una población totalmente heterogénea, desdibujando la idea de una educación significativa, que de sentido a la realidad en la que se vive, partiendo del punto de la diversidad cultural, política y social que caracteriza nuestro país.
La enseñanza de la geografía, es entonces un espacio donde confluyen las realidades vividas y percibidas de los sujetos que nos encontramos en un aula de clase, es la posibilidad que tenemos de generar en nuestros estudiantes un sentimiento de lo propio, en defensa de la tierra, de los recursos; es un escenario para re – significar los saberes que hemos recogido en nuestra interacción con el mundo, partiendo que nosotros mismos somos un territorio en construcción, que estamos cargados de significados, significantes, experiencias, hitos y relatos.
El rescatar la enseñanza de la geografía en los currículos escolares, significa brindar a los estudiantes y al maestro la posibilidad de comprender, interpretar y reflexionar sobre las dinámicas de poder que se entretejen en la cotidianidad de los pueblos, de rescatar aquellas formas de relacionarse con el entorno y con los otros, de proponer nuevas formas de representar y entender la relación del ser humano con el espacio geográfico. En un mundo cada vez más racista e intolerante la geografía nos permite el estudio de otras culturas partiendo desde el respeto de la diversidad cultural, viendo al otro como un sujeto cargado de significado que a través del compartir de experiencias y saberes se fomentan valores de respeto, tolerancia e igualdad en los estudiantes.
Como conclusión, es necesario que los docentes nos arriesguemos a proponer y rescatar nuevas formas de enseñar la geografía, a utilizar todo lo que las nuevas tecnologías nos permiten pero, llenarlas de un sentido que apunte a fomentar un respeto por lo propio, de defensa de los recursos naturales y que nos permita complementar el estudio de procesos históricos, enmarcados en una relación vital con el espacio geográfico, a manera de ejemplo, las luchas campesinas e indígenas por la defensa de sus tierras y la dignidad de su pueblo.
Escritor: Andrea Carolina Lucumí Clavijo