Uno de los aspectos más importantes en el proceso de enseñanza y aprendizaje lo constituye el rendimiento académico del estudiante. En forma particular y año tras año, los docentes han cuestionado los resultados obtenidos por los estudiantes al terminar los periodos lectivos, por lo general no son nada alentadores y se disputa el papel del educador, la responsabilidad de los estudiantes y el acompañamiento de los padres o acudientes.
Ante los bajos rendimientos es común escuchar entre los docentes expresiones tales como: “son vagos”, “no quieren hacer nada”, “son irresponsables”, “son perezosos”, “les falta hábitos de estudio”, entre otras.
Esta situación ha provocado discusiones entre los agentes del proceso enseñanza-aprendizaje. En este sentido se presentan puntos de vista encontrados, de un lado los padres de familia aluden que el responsable es la escuela como ente público y a su vez el estado deja toda la responsabilidad en los centros escolares, los colegios reclaman que el problema es del estado (por el hacinamiento en las aulas) y los padres de familia; por último el actor protagónico de este proceso señala los tres entes (familia, colegio y estado).
Frente a lo anterior se han desarrollado varias investigaciones con las posibles variables que pueden incidir en ella. Encontramos a Pérez, González y Beltrán (2009), Curquejo (2012), Caso-Niebla y Hernández Guzmán (2007), entre otros, las cuales pretenden analizar, conocer, concretar causas y definir estrategias de solución, pero, debido a los resultados que se siguen presentando, se puede inferir que no han resuelto el problema.
Es frecuente encontrar versiones dentro de los educadores sobre las posibles causas de este problema y la mayoría de ellas convergen en un punto, puede ser por factores internos y externos del individuo. En la primera categoría se encuentra variables como la edad, el género y la motivación.
Al referir lo concerniente a la parte externa se relaciona el entorno o hábitat del educando, la formación académica de los padres o progenitores, el clima de afecto, las pautas de crianza, las relaciones que se mantiene con las instituciones educativas, los hábitos lectores e inclusive el aprovechamiento del tiempo libre donde la televisión y el uso de las redes sociales son las causantes de este desempeño.
Pese a lo anterior es importante resaltar que en el aula únicamente se atiende los casos de estudiantes que visiblemente manifiestan necesidades educativas especiales pero que hay otros que aparentemente no presentan ningún tipo de dificultad, que cuentan con todos los medios y condiciones propicias para su educación y sin embargo los resultados académicos no son los esperados.
Por lo anterior, aparece la neurociencia aplicada a la Educación, un campo desconocido por muchos educadores, padres y estudiantes; Miranda (1966) señala que las dificultades de aprendizaje puede darse por trastornos en el desarrollo neuropsicológico sin descartar los componentes ambientales entre los que destaca las prácticas educativas y la falta de acuerdo entre las capacidades del alumno y las expectativas del colegio.
Es importante entonces, mirar la neuropsicología como la respuesta o el eslabón perdido dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje; es por ello que en la actualidad se están incluyendo pruebas de carácter neuropsicológico a parte de las psicopedagógicas para realizar un diagnóstico más preciso y por ende una intervención más exitosa.
La evaluación neuropsicológica tiene la función de encontrar información acerca del funcionamiento cerebral a partir de observaciones en el comportamiento del sujeto, de datos arrojados a través de técnicas de medición y en el desempeño en pruebas y test específicos.
Dentro de la extensa gama de indicadores que inciden en el desempeño educativo se encuentran:
• El desarrollo motor de los niños y niñas ( torpeza, falta de coordinación motriz, dispraxia, problemas de adquisición de la coordinación)
• Lateralidad y dominancia
• Funcionalidad visual, auditiva, manual y pédica.
• Los movimientos oculares
• Funciones ejecutivas; siendo éstas las capacidades que posee el sujeto para planificar, secuenciar y cumplir actividades dirigidas a un objetivo modificando si es necesario las acciones debido a los cambios situacionales y ambientales que pueda encontrar para el éxito del mismo.
Es evidente que el “qué” del título de este artículo hace referencia a la actividad neuropsicológica; no se trata de buscar culpables, más bien se trata de asumir responsabilidades y de esa manera participar en la solución que propenda al desempeño excelente de los educandos.
Por: Mag. Carmen Elizabeth Arciniegas Mora
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Curquejo, A. (2012). Estudio sobre la influencia de los estilos educativos en el rendimiento académico y en la adaptación en educación primaria. Re-Unir. Repositorio digital.
Caso-Niebla, J., & Hernández-Guzmán, L. (2007). Variables que inciden en el rendimiento académico de adolescentes mexicanos. (Spanish). Revista Latinoamericana De Psicología, 39(3), 487-501.
Miranda, A. (1966). Introducción a las dificultades en el aprendizaje. Valencia: Promolibro.
Pérez, Luz F., C. González, and Jesús A. Beltrán. «Atención, inteligencia y rendimiento académico.» Revista de psicología y Educación 1 (2009): 57-72.