Si amas tanto la comida como yo, entonces sabrás en carne propia lo difícil que puede resultar perder unos cuantos kilos. Adelgazar es un proceso de constancia y perseverancia, no creas que cumplir una dieta extrema por un par de semanas va a brindarte la figura que tanto anhelas; al contrario, la mayoría de las dietas para adelgazar crean un efecto rebote, pues la privación de comida te hace terminar abandonando el régimen alimenticio y sucumbir ante un ataque de ingesta compulsiva, perdiendo completamente los días de esfuerzo invertido y adquiriendo nuevamente el peso, e incluso ganando unos kilos más, así como un poco de remordimiento de conciencia.
Este efecto sucede porque tu organismo, al registrar que estás comiendo menos de la cantidad habitual, asume que estés pasando por una situación de hambruna o falta de alimentos, por lo cual reduce inmediatamente el consumo de calorías para no agotar las reservas de energía, logrando que tu metabolismo se vuelva más lento, es decir, tu cuerpo comienza a reservar calorías preparándose en caso que la falta de alimentos se prolongue… Es algo irónico ¿no creen?, es casi como si nuestro cuerpo no quisiera hacer dieta. Pero esto no es todo lo que hace la hambruna, podría decirse que es la peor enemiga de una dieta, porque ese perenne estado de hambre sólo consigue arrastrarte de vuelta a la comida con mayor intensidad aún.
Pero entonces, ¿qué debes hacer para perder peso? El aspecto fundamental, y en lo que fallan la mayoría de las dietas, es aprender a escuchar y obedecer las necesidades de tu cuerpo; si tienes hambre debes comer hasta sentirte saciado completamente. El secreto está en los alimentos que consumes, sí, como tanto te decía tu madre, hay que comer balanceado; deja de preocuparte por el conteo de calorías y presta más atención a la calidad de alimentos que consumes, hay alimentos naturales que pueden tener mayor cantidad de calorías pero son de rápida absorción, por lo que se degradan y utilizan más facilmente que otros productos procesados.
Cuesta un poco, pero hay que aprender a respetar los horarios de comida, primeramente el desayuno es la fuente primordial de energía para empezar el día, no vale la pena reducir la cantidad de lo que comes, sino mejorar la calidad y cualidad de los alimentos; es decir, debes acostumbrarte a sustituir grasas animales y carbohidratos procesados, por fibras y carbohidratos saludables provenientes de frutas y cereales. En otras palabras, modificar tus hábitos alimenticios, qué consumes y cómo lo consumes, cambiar las frituras y harinas por vegetales, verduras, granos, cereales y frutas, con una porción adecuada de carne magra de tu preferencia, cocida a la plancha, al horno o al vapor.
Un error común que suele cometerse en las dietas es intentar evitar el consumo de carbohidratos, y creo que parte de un desconocimiento casi colectivo; los carbohidratos son primordiales para el funcionamiento correcto del cuerpo, de ellos obtienes la energía necesaria para llevar a cabo tu día a día, así que retringirlos de tu dieta no es una idea demasiado brillante. No todos los carbohidratos son iguales, hay unos de rápida absorción y otros de absorción lenta, como los que se encuentran en las frutas comparados con galletas o tortas de harinas procesadas; de forma que si comes porciones de frutas y vegetales a lo largo del día mantienes tu metabolismo activo y funcionando.
Otro aspecto importante es repartir porciones adecuadas a lo largo del día, en vez de reventarte en una sola comida; programar 5 o 6 comidas diarias balanceadas, que sacien tu apetito sin hacerte sentir repleto, de esta manera consigues que tu metabolismo se mantenga activo todo el día, al tiempo que te alimentas con productos de mejor calidad que te nutren y satisfacen el hambre. A media mañana es recomendable darse un gusto, comer un chocolate oscuro o unas almendras, tanto para satisfacer las ansias de dulce como para mantener el organismo activo. Es mejor comer alguna golosina al día y satisfacer esos deseos, preferiblemente en la mañana, que luego sucumbir ante la tentación y comerse una torta entera.
Por último, evita comer alimentos pesados en la cena, cuando duermes el metabolismo también entra en descanso, tu cuerpo no requiere de tantas energías, así que es mejor comer más durante el día y llegar a la noche sin casi hambre. Cambiar tus hábitos alimenticios requiere de tiempo, el primer mes puede resultar difícil, pero rápidamente sentirás los cambios, y verás los resultados: una figura naturalmente delgada, saludable, y llena de energía.