Numerosas sustancias pueden servir como repelentes de insectos. Sus propiedades fueron descubiertas de manera empírica, sobre el terreno. Los trabajos científicos establecieron que los repelentes producen en los insectos una modificación de las percepciones olfativas y de la sensibilidad de las antenas.
La primera cualidad de todo insecticida debe ser la eficacia, es decir, que impida el contacto del insecto con la piel. Su espectro de acción debe ser lo suficientemente amplio, a fin de que el efecto repulsivo se extienda sobre la mayor cantidad de especies posibles.
No sería lo más indicado utilizar un producto para repeler los mosquitos, otro para las moscas, otro para los tábanos, por ejemplo. Además, para poder utilizarlos, estos productos deben ser no tóxicos, especialmente para los niños.
Respecto de su presentación, esta puede ser en crema, aerosol, loción, barra, etc. Todo depende de la parte del cuerpo en la que va a ser utilizado.
La picadura puede producirse en caso de olvido o de empleo tardío. En ese caso, debe colocarse un producto con propiedades preventivas y curativas, que calme el dolor y la inflamación. Algunos insecticidas poseen también un efecto protector contra los rayos ultravioletas nocivos, lo cual evitará tener que untarse con varias cremas a la vez en los días soleados.