Alguna vez nos hemos preguntado ¿como sería la vida si no hubiéramos nacido o por el contrario si estuviéramos muertos?. Sino hubiéramos nacido no tendríamos pasado, presente ni futuro, ni tampoco posesiones de que jactarnos. Si estuviéramos muertos menos nos daríamos cuenta de ello. No tendríamos recuerdos gratos o ingratos, ni ningún tipo de relación física, afectiva o espiritual, no habría familia, amigos , hijos, satisfacciones, insatisfacciones, no habría alegría, ni tristeza dolor ni gozo, menos aún experimentar amor, y por consiguiente no afectaríamos la vida de nadie.
Estando vivos muchas veces no nos damos cuenta como nuestro modo de vida afecta la vida de otros para bien o para mal, de igual modo estando vivo también puedo tener conciencia de lo que valgo, como de las cosas mas valiosas que poseo , esposa, hijos, amigos, salud, bienes y demás.
Mas ¿cómo saber que se está vivo? ¿Cómo saber el sentido y propósito de haber nacido? ¿Cuál es la certeza de que ésta es la verdadera vida?
Puedo saber que estoy vivo porque pienso, tal como lo expresó René Descartes, o, porque experimento sensaciones y emociones, o tal vez, porque me alimento cada día, y en este punto cabe preguntarse ¿Y qué es lo que mas alimento? ¿El cuerpo?, ¿el alma o mi ego?, ò ¿ el espíritu?
¿Qué es lo que al final de cuentas perdura? Escrito está que solo el espíritu, y también, que no solo de pan vivirá el hombre y mas aún, que le aprovechará al hombre si ganare el mundo y perdiere su vida. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
Sabemos que el río nunca vuelve a su fuente, asimismo el río de la vida no puede volver a empezar desde el inicio, pero si podemos variar su curso que normalmente va a dar a la mar, que es el morir, tal como lo expresara el poeta Jorge Manrique ( Coplas a la muerte de mi padre). El cambio de curso es un acto volutivo, y es una de las decisiones mas importantes de nuestra vida, y el curso correcto se encontrará cuando nos enfocamos en la fuente de la vida que es Dios, es entonces cuando la vida recobra sentido y propósito en relación con El, nuestra familia y nuestro prójimo, es decir sólo cuando concientemente nos conectamos al Espíritu de vida.
Pero, ¿Qué es lo que me abstrae de Dios? ¿Por qué lo que llamamos realidad me aliena de Dios? ;cuan cierto es lo manifestado por el filósofo J.Paul Sartre al decir: ** muchos son lo que no son, pero no son lo que son ** , deduzco entonces que probablemente viva una realidad que no es verdadera, que mi existencia es solo una vida de apariencia donde la luz del mundo paradójicamente la ha entenebrecido ocultando mi verdadera identidad; pero entonces ¿cual es la luz que muestra mi verdadera identidad?. Es acaso la luz de la ciencia o de la filosofía del hombre, o tal vez la llamada luz verdadera que es en Cristo Jesús el Hijo del único Dios verdadero, quien es la imagen misma de su sustancia y por quien fueron creadas todas las cosas, siendo el hombre su máxima creación y por consiguiente yo también lo soy.
La luz de la ciencia o de la filosofía solo nos muestra verdades parciales y relativas, lo que hoy parece ser, mañana tal vez ya no lo parezca, hoy todo lo vemos como por espejo, solo el reflejo mas no la esencia misma de las cosas, mas aún, hablamos hoy hasta de realidades virtuales.
¿y que muestra la luz que representa Cristo? . Entre muchas verdades, que puedo volver a empezar cambiando el curso de mi vida, siendo que este cambio afectará radicalmente la mía y la de mi entorno, así como la de mi descendencia, redescubriendo con añadidura mi origen y destino, conforme fue la voluntad de Dios desde el principio de los tiempos.
El cambio de curso de vida no se da por reencarnaciones sucesivas, ni viajando al pasado para reformular decisiones y sus consecuencias, la ciencia ya ha determinado su imposibilidad, mas aún, es en este presente que debo vivir con las consecuencias de mis decisiones pasadas.
Pero hoy, ¿porque voy a cambiar si me siento bien como estoy, soy una persona de bien y siento que mi vida esta llena y soy feliz?
Cabe preguntarse ¿con que ojos me veo y con que parámetros me mido? ¿Con los de los hombres o con los de Dios? ; bien sabemos que lo que proviene del hombre es relativo, cambiante y engañoso.
Hubo un rey el mas sabio y rico que ha existido entre nosotros llamado Salomón quien dijo :
ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque**, si el más sabio reconoce esta realidad, entonces de que puedo jactarme.
No solo hacer lo malo es pecado, pues escrito está que ** el que sabe hacer lo bueno y no lo hace, también comete pecado**
Pero los que nos consideramos buenos buscamos perfeccionarnos guiados por doctrinas de hombres, justificándonos a nosotros mismos por nuestros yerros ,sin embargo también escrito está **Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo, porque tal remiendo tira del vestido y se hace peor la rotura**, es decir el nuevo hombre del que hablaba Carlos Marx, no puede construirse sobre los cimientos del hombre viejo viciado conforme a los deseos engañosos y cuya naturaleza lo lleva siempre al pecado, siendo la paga del pecado la muerte, luego, el considerarme mejor que otros es sólo jactancia y vanidad.
Reflexionando entonces observo (en analogía a San Agustín) que el pasado ya ocurrió, el futuro esta por suceder y no tengo absoluta certeza de ser parte de el por siempre, entonces ¿que queda? , solo el presente, el ahora, y hoy tengo la potestad de cambiar el curso del río de mi vida , ¿cómo?, pues despojándome del hombre viejo para que nazca el hombre nuevo, es decir que es necesario nacer de nuevo, entendiendo que este nuevo nacimiento no es biológico o natural en el que no tuve opción de decidir, sino es un nacimiento espiritual en el que haciendo uso del libre albedrío lo decido yo mismo, entendiendo que esta decisión tomada hoy, además de ser un hecho racional, necesita del componente de la fe, pues quien opera en esta realidad espiritual es el Espíritu de Dios por medio de Jesús su unigénito Hijo, permitiéndole su ingreso a nuestro corazón para renovarlo, y reconociéndole como mi señor y salvador a fin de hacerme participe de la vida nueva retomando el camino a la vida eterna; es entonces que pasamos de muerte a vida en espíritu bajo la guía y control del Espíritu de vida, por cuanto Jesús de Nazaret es el camino, la verdad, la resurrección y la vida.
Escritor: agustin villanueva