El 2003 fue el año en el que el escritor tolimense William Ospina dio inicio a su aventura literaria por los senderos de la historia con la publicación de la primera novela que compondría su saga, “Ursúa”, a la cual le seguirían “El país de la canela” y “La serpiente sin ojos”, publicadas en 2008 y 2013, respectivamente.
Estas tres obras son un digno ejemplo de la llamada nueva novela histórico, género que nace en la década de los ochenta, cuyos representantes colombianos más reconocidos son Germán Espinosa con “La tejedora de coronas” (1982) y Gabriel García Márquez con “El general en su laberinto” (1989).
Este género novelístico toma como base sucesos históricos reales para construir la ficción, crear una trama novedosa, con el propósito de atraer al lector ofreciéndole un modo de ver el mundo a través de personajes que existieron en una época lejana; es así como el novelista antes que dedicarse a escribir literatura debe convertirse en un estudioso de la historia, para que los referentes que ofrece en su obra sean fidedignos. No obstante, debemos reconocer la diferencia entre la nueva novela histórica y su predecesora, la novela histórica tradicional.
La novela histórica tradicional se había convertido en una especie de historiografía novelada en que “la ficción quedaba, de alguna manera, al servicio de lo real”… Sin embargo, en las últimas décadas cambió dicha concepción y “los novelistas conscientes a plenitud de que no es posible conocer y recrear la realidad, se han dedicado con mayor soltura al juego de la imaginación y del lenguaje. Si antes la ficción era ayuda o complemento de la historia, ahora la historia es mero pretexto para crear nuevas formas y estructuras. Ya no se trata de recuperar el pasado sino de crear una nueva realidad en la ficción.” (Botero, 1995: 45-52). En consecuencia, el escritor que quiere crear una novela de este género debe ser un investigador asiduo que no olvide que su objetivo consiste en crear un efecto de verosimilitud en la literatura frente a la historia, pero ante todo ofrecerle al lector otra mirada de hechos históricos que por diversos motivos solo son mostrados mediante la oficialidad de la historia.
Este es el caso de William Ospina, sus novelas anteriormente mencionadas tienen el fin de desmitificar la historia que se nos ha venido contando, mostrando una cara de la misma, sin perder de vista que la literatura produzca placer.
Tomemos como ejemplo, “Ursúa”, novela que ha generado mucho interés entre los estudiosos de la literatura por su relevancia histórica, ya que gira en torno a hechos reales que ocurrieron en suelo colombiano y que son traídos al presente mediante las acciones de Pedro Ursúa como personaje histórico.
“Ursúa” es un libro de 474 páginas que consta de 33 capítulos, comienza con un epígrafe y termina con la nota del editor, y trata acerca de la vida de Pedro de Ursúa desde que salió de las tierras españolas que lo vieron nacer, para ir al Nuevo mundo donde se convierte en uno de los conquistadores más sanguinarios y crueles al destruir numerosas culturas indígenas en lo que hoy se conoce como Cundinamarca, solo por la sed del oro y la gloria; hasta el encuentro que tiene con el personaje-narrador, don Cristóbal Aguilar de Medina, quien será el mediador entre este personaje histórico y el “gran destino” que le espera en el eminente cauce del río de las Amazonas. En palabras del mismo Ospina (2005,473), esta novela y las sucesivas “son recuentos de hechos históricos narrados por un personaje de ficción, que conjuga la experiencia de varios veteranos de la expedición de Orellana, que volvieron después con Ursúa al Amazonas, y la personalidad de Juan de Castellanos”.
Esta obra cumple con todas las características de la nueva novela histórica y se convierte, por tanto, en una forma de recuperar la memoria histórica y de rememorar el pasado desde abajo, a partir de la voz de los marginados a través del personaje-narrador, desde dos perspectivas: con la narración de las acciones del personaje histórico, Pedro de Ursúa, invita al lector a observar lo sucedido durante la conquista española, momento histórico que se caracterizó por el exterminio de comunidades indígenas enteras por la ambición de aquellos foráneos, con la excusa de la evangelización y el establecimiento de las buenas costumbres; con el conocimiento que tiene lector del origen de don Cristóbal como ejemplo de mestizaje e identidad no reconocida.
Por consiguiente, este texto no intenta recuperar los hechos gloriosos ni los ganadores de la “puja histórica”, sino el pasado de las derrotas y los fracasos de aquellos que la historia oficial ha mitificado como vencedores o ha relegado al olvido como los vencidos. En esta oportunidad, Pedro de Ursúa queda al desnudo, mostrando su lado más oscuro y quitándose él mismo la máscara de héroe que, como los demás conquistadores, la historia oficial quiere mostrar como los salvadores que ofrecieron a los indígenas la entrada a la civilización, mostrando al lector otra cara de la realidad histórica, de una manera más recalcitrante, móvil e interesante, que la versión plana y aburrida de un manual de historia.
Referencias bibliográficas
BOTERO, Pineda Álvaro. “Bolívar y la Nueva novela histórica” En Revista Gaceta #29. Agosto 1995. Colcultura. Páginas 45-52
OSPINA, William. Ursúa. Editorial Alfaguara. Bogotá. 2004. 432 páginas.
______________. Lo que entregan los libros. Libro al viento. Bogotá. 2006. 48 páginas.
escritora: Nátaly Sastoque Sandoval