VESTIGIOS DE UN PROGRESO INVISIBLE: SOBRE LA IMPLEMENTACION DEL IDEAL DE “PROGRESO” EN LATINOAMERICA

En la actualidad, las ciudades latinoamericanas han creado una tendencia a emular o copiar los modelos y procesos de desarrollo urbano de las ciudades avanzadas con el fin de obtener resultados positivos con respecto a el equipamiento urbano, teniendo en cuenta las necesidades de la población para la cual quieren generar estabilidad, progreso y desarrollo.

Sin embargo, esta noción de progreso ha sido asimilada equívocamente lo cual conlleva a que este proceso se dé de forma fragmentada. Podemos ver complejos hoteleros y turísticos, edificios de apartamentos y salones de eventos ubicados en el centro de las ciudades que suplen todas las necesidades de quienes los frecuentan o habitan, mientras que la periferia y/o los alrededores no cuentan con infraestructuras que se acomoden a las necesidades de la mayor parte de la población generando problemas tales como inseguridad, hacinamiento, entre otros.

Con la entrada del proceso de modernización de las ciudades latinoamericanas, la modernidad se entendió como la adquisición de un modelo y no como la puesta en marcha de un proyecto que se desarrollara desde la perspectiva de los mismos ciudadanos. Latinoamérica comenzó a vislumbrar el progreso como el avance en los procesos de industrialización, la construcción de complejos habitacionales (condominios, resort, etc.) y el crecimiento económico, dejando de lado el desarrollo de aspectos sociales tales como el bienestar social, la cultura popular, y la educación universal.

La puesta en marcha de este progreso fragmentario ha dado como resultado que “el espacio público pero no civil esté destinado a prestar servicios a los consumidores o, más bien, a convertir al residente de la ciudad en consumidor” . Estos consumidores de este derecho convertido en necesidad, son en demasía, las personas pudientes que en muchos casos constituyen una porción muy pequeña de la población total de una ciudad, causando un fuerte segregación social del resto de los habitantes que en la mayoría es la población vulnerable o de escasos recursos.

En la actualidad, se evidencia como patrón predominante que este progreso se concentra en el centro de las ciudades, es decir; todo el desarrollo de la infraestructura física, tanto pública como privada se da en estas zonas específicas. Al mismo tiempo, la periferia de las ciudades pasa a ser espacio de anonimato tales como Las Villas en Argentina, Las Favelas en Brasil, Las Comunas en Colombia o los mal llamados cinturones de miseria.

Según CEPAL (Comisión Económica para América latina y El Caribe), “el número de latinoamericanos en situación de pobreza en 2013 asciende a unos 164 millones de personas (27,9 % de la población), de los cuales 68 millones se encuentran en la extrema pobreza o indigencia” ; siendo Honduras, Nicaragua, Guatemala, Paraguay, El Salvador, Bolivia, Republica Dominicana, México, Colombia, Ecuador y Venezuela, los 11 países latinoamericanos con mayor índice de pobreza .

Esto a su vez ha generado una gran desigualdad entre los habitantes de cada uno de los países latinoamericanos evidenciando aún más la diferencia ocasionada por la estratificación social. En 2013, UN Hábitat (la agencia de la Organización de Naciones Unidas para el desarrollo urbano) promovió una encuesta que fue aplicada a la población de 10 ciudades latinoamericanas: Asunción (Paraguay), Bogotá (Colombia), Córdoba (Argentina), Guadalajara (México), Lima (Perú), Montevideo (Uruguay), Quito (Ecuador), Santa Cruz (Bolivia), Sao Paulo (Brasil) y Valparaíso (Chile), con el fin de medir la percepción de desigualdad de cada uno de sus habitantes. “Los resultados de la encuesta no dejan lugar a dudas de la conciencia de los latinoamericanos sobre las condiciones de desigualdad en sus ciudades: en promedio, el 52 por ciento de todos los consultados en las 10 urbes aseguró que la desigualdad es alta o muy alta”

Este panorama desalentador que ha producido las fuerzas desatadas del progreso es lo que el sociólogo y filósofo Walter Benjamín describía exhaustivamente sobre el cuadro de Paul Klee <>, en su IX tesis sobre la historia: “Aparece un ángel con las alas desplegadas, impulsado hacia adelante por un fuerte viento que viene del paraíso. El ángel mira hacia atrás con el rostro desencajado al constatar que su vuelo provoca un montón de escombros y cadáveres, sin que puede detenerse. A ese poderoso viento que nos empuja hacia adelante llamamos los humanos progreso” .
El futuro inmediato al cual se enfrentan los países latinoamericanos en conjunto es, sí esta noción de progreso tal y como se encuentra concebida en estos momentos es la que les permitirá consolidar el tan anhelado avance a la sociedad del primer mundo.

Escritor por: Giselle Cárdenas Castillo